Acabo de llegar a casa y me he encontrado a mi hija ensimismada leyendo el segundo tomo de Doraemon que le ha prestado un amigo de clase (ya le había prestado el primero la semana pasada).
En mi casa hay, literalmente, una habitación llena de tebeos. Y aquí la niña suda para Mortadelo, Los Pitufos, Astérix, Spiderman o cualquier cómic que le quiera recomendar su viejo (al igual que su viejo no se iba a poner a leer al Jabato, al Capitán Trueno o a Roberto Alcázar cuando era niño). Pero ahora le está dando una masterclass a su madre sobre cómo leer un tebeo japonés, y la he visto leer un cómic con verdadero interés por primera vez en su vida.
Vamos, que yo mi conclusión sobre el debate la tengo muy clara