Daredevil: Daredevil de Frank Miller y Klaus Janson (1979-1983) Reseña en la web de Universo Marvel:
https://www.universomarvel.com/resenas-daredevil-daredevil-de-frank-miller-y-klaus-janson-1979-1983/Finalmente, llegamos a la etapa que significaría un antes y un después para Daredevil, la que marcaría cualquier futuro de la colección del cuernecitos y la que nos haría olvidar cualquier pasado.
El título de Daredevil había subsistido durante los últimos años prácticamente deambulando por la cuerda floja. O los editores daban con un autor con ideas frescas y capacidad de seducir a los lectores, o la colección iba de cabeza a la cancelación. Y aquí es donde entra el nombre que iba a cambiar el futuro del Hombre sin Miedo para siempre y, de paso, de buena parte del cómic americano: Frank Miller.
Eso no significa que cualquier etapa anterior a Miller deba ser despreciada, ni mucho menos. Si bien es cierto que ninguno de los anteriores guionistas hizo un trabajo memorable, y que la colección siempre estuvo entre las menos afortunadas del catálogo Marvel, también tiene sus momentos. Sin ir más lejos, la etapa escrita por Marv Wolfman, incluida en el anterior tomo, es bastante digna. De ahí provienen personajes de marcado protagonismo en el tomo que tengo entre manos como son Bullseye y Heather Glenn.
Y luego está la etapa guionizada por Roger McKenzie, que hizo su inicio al final de la anterior entrega y que se completa en la presente. Una etapa que ya de por sí supera a todo lo vivido con anterioridad en el título. También es cierto que buena parte de la etapa McKenzie (la parte que viene incluida en el presente volumen) ya cuenta con el equipo gráfico que se repetirá a lo largo de todo el tomo, el formado por Frank Miller y Klaus Janson, y, por tanto, el sin igual estilo narrativo de Miller ya estaba ahí.
McKenzie-Miller-JansonEntrando en materia, este tomo que nos ocupa se inicia, como decía, con la etapa guionizada por Roger McKenzie en la que hace su debut a los lápices el nombre más importante de la trayectoria de Daredevil, Frank Miller.
El primer número incluido, en realidad, cierra un arco iniciado por McKenzie con Gene Colan como dibujante que aquí completa Frank Miller. Una línea argumental con el Rondador de la Muerte como oponente y el añadido de los Ani-Hombres (aquí bajo el nombre de los Tres Impíos) como desdichados cómplices del siniestro villano. Un Rondador de la Muerte que descubrimos con sorpresa como guarda una estrecha relación con un viejo villano del cuernecitos apodado el Exterminador.
Lo más llamativo del número acaba siendo la novedad en el apartado gráfico. Un Frank Miller que ya da muestras de su original capacidad narrativa en la batalla final entre Daredevil y el Rondador.
Este primer episodio nos sirve para ponernos en situación con relación al entorno actual de Matt Murdock. Un entorno formado por su actual interés amoroso, Heather Glenn, el infaltable Foggy Nelson, la nueva secretaria de Nelson & Murdock, Becky Blake y el también recién presentado Ben Urich, reportero del Daily Bugle. También la Viuda Negra parece estar pidiendo turno para reincorporarse a la agitada vida de nuestro protagonista.
Con este cóctel de ingredientes McKenzie y Miller se disponen a dar forma a un nuevo ciclo en la historia de esta colección. Un ciclo marcado por el estilo fresco de Miller con el lápiz más que por los guiones de McKenzie, pero, en cualquier caso, una serie de episodios francamente potentes en su conjunto que constituyen la antesala de la revolución consumada por Miller como autor completo.
Ya el primer arco apunta muchas de las constantes que seguirá Frank Miller en su posterior asalto al apartado escrito del título. Bullseye se presenta como adversario mortal de Daredevil; se tiende a la amenaza más realista en forma de organizaciones delictivas comandadas por hampones, caso de Eric Slaughter, un capo de crimen local; las visitas de Daredevil a los bajos fondos pasan a ser constantes, sobre todo para tirar de la lengua a Turk Barrett, el clásico mercenario al servicio del mafioso de turno y conocedor de todo lo que se cuece en la Nueva York más corrupta y al margen de la ley; y también Daredevil tiende a ser más temerario y sacrificado, buena prueba de ello es el episodio en el que casi pierde el pellejo intentando frenar a un Hulk fuera de control, en su determinación de ayudar a Bruce Banner.
También hay espacio para la vida sentimental de los protagonistas. Vemos como Heather y Natasha se disputan el corazón de Matt, dentro de una rama argumental nada superflua. Y también el episodio en el que Foggy contrae al fin matrimonio con Debbie Harris.
En lo referente a los adversarios del cuernecitos, McKenzie decide humanizarlos convirtiéndolos en carne de psiquiatra. El guionista juega de forma brillante con dos de ellos, Bullseye y el Gladiador, asignándoles perfiles psicológicos contrapuestos. Mientras el primero se resuelve como un caso perdido, el Gladiador es todo lo contrario y parece estar reformándose con la ayuda de su psiquiatra.
Las sucesivas líneas argumentales se mueven principalmente en el terreno del thriller y en la acción potenciada por la genial narrativa gráfica de Frank Miller. Ahí está esa espectacular batalla contra Bullseye en el parque de atracciones o el episodio en el que se enfrenta por primera vez al Doctor Octopus, que resulta un deleite narrativo en su conjunto.
Mención aparte para un episodio en el que McKenzie y Miller aprovechan para volver a contar el origen de Daredevil, pero que es mucho más de eso. Además de la puesta al día del relato original del cuernecitos, esta vez contando con el ágil despliegue visual de Miller, el protagonismo es para Ben Urich, el periodista del Bugle, y la decisión que debe tomar respecto al secreto de Matt Murdock que ha descubierto. La descriptiva página final del episodio ya lo vale.
Antes de la esperada entrada de Frank Miller también como guionista, Roger McKenzie deja su lugar a David Michelinie para un solitario número. Un episodio bastante correcto en el que Daredevil se enfrenta a Macero, un villano funcional para una historia sobre mobbing laboral.
Miller-Janson. Muerte.En tan sólo tres números, Miller enseña sus cartas introduciendo a los tres personajes, uno por episodio, que más van a marcar a Daredevil en su lucha contra el crimen a lo largo de esta nueva etapa.
En el primer número, Miller entra con todo presentándonos a Elektra, el personaje más importante creado por el autor para Marvel y uno de los pocos de nueva factura entre todos los que usará Frank Miller en su etapa como autor completo. Elektra, el primer amor del adolescente Matthew Murdock, la primera persona a quien confió el secreto de su doble identidad que, tras largos años, vuelve a presentarse en su vida convertida en una ninja asesina de profesión cazarrecompensas. Un oportuno flashback nos pone en situación trasladándonos a los hermosos tiempos en los que el amor llamó a la puerta de dos jóvenes estudiantes. Un amor que no pudo ser y que ahora regresa del olvido.
En el segundo número el turno es para Bullseye. El perturbado oponente no es precisamente una nueva introducción, al llevar siendo el villano más recurrente de la colección desde hace ya un tiempo, pero se alza en protagonista absoluto del segundo episodio del Daredevil de Frank Miller y Klaus Janson.
A diferencia de la gran mayoría de superhéroes de la Casa de las Ideas, ninguno de los supervillanos clásicos a los que se ha enfrentado Daredevil ha logrado alcanzar la categoría de archienemigo. Es a partir de la llegada de Frank Miller a los guiones cuando podemos afirmar que Bullseye, un personaje de reciente creación pasa a ocupar esa parcela. Bullseye, por sus cualidades físicas, representa el reflejo oscuro y perturbado de Daredevil, su némesis.
La tercera pieza del engranaje no es ni un personaje nuevo como Elektra, ni un personaje recurrente de estas páginas como Bullseye, sino que se trata de un elemento habitual en otro título de la casa. Miller confisca a Kingpin de las páginas de Spiderman y le proporciona un papel de primer orden en ésta, su particular crónica de la lucha de Daredevil contra el crimen organizado de Nueva York.
Kingpin, por sí sólo, define lo que es esta serie. Es la pieza que reina en lo alto de la pirámide, quien dirige del primer al último estrato del crimen organizado y la corrupción. Porque de eso va esta serie, de mafias, crimen, corrupción, bajos fondos malolientes y la ciudad de Nueva York como recompensa. En otras palabras, noir.
En la genial escena en el cine, Frank Miller precisamente nos está revelando por dónde van los tiros. Entre secuencias de pelea entre Daredevil y Bullseye guiadas por el brillante sentido narrativo del autor, vemos como la película que están reproduciendo es el Halcón Maltés de John Huston.
En realidad, el género por el que deambula esta etapa no deja de ser el mismo con el que Daredevil inauguró su colección en aquel lejano número 1. Así que podríamos afirmar que lo que está haciendo Frank Miller no es otra cosa que regresar a la esencia inaugural del personaje.
Volviendo a Kingpin, la idea de su personaje quiere ser el Eric Slaughter que introdujo Roger McKenzie, pero multiplicado, y no sólo físicamente. Si en Spiderman el orondo mafioso ya era un gran villano, con Miller alcanza su plenitud como personaje. Un Kingpin frío y calculador, excepcionalmente listo. Lejos queda su carácter irascible y sus arrebatos impulsivos de sus días de gloria en Spiderman.
Y claro, no nos podemos olvidar del protagonista de la obra, del hombre cuyo nombre figura en lo alto de cada portada. Daredevil es más diablo que nunca con Frank Miller. Un justiciero nocturno con muchas luces, pero también muchas sombras, cuyo carácter se va volviendo más agrio a medida que avanza la etapa. Un superhéroe que a menudo se desea antihéroe, que se ve tentado a matar viéndose frenado únicamente por sus profundas convicciones. Su cometido como guardián de la Cocina del Infierno y salvador de la ciudad termina por traspasar la raya de lo enfermizo hasta el punto de descuidar su vida personal y amorosa. Y la causa no es otra que su dependencia de Elektra cual sustancia tóxica de la que no puedes prescindir y que te puede acabar destruyendo.
En lo que atañe a la factura técnica de la obra, Miller parece ir más allá en su dibujo. Tras coger las riendas de la colección a todos los niveles, el autor se deja ir y su narrativa gráfica da un definitivo paso adelante. Los juegos de luces y sombras se hacen mas habituales, así como los ambientes tormentosos y sucios. Ganan espacio todo tipo de planos picados y contrapicados y, sobre todo, nos deleita con sucesiones de viñetas que apenas necesitan bocadillos para poder leerse.
Su fuerte es la narrativa visual, a niveles que pocos pueden discutirle, pero creo que también es un muy buen dibujante de siluetas. Quizás su punto más débil sea el estético, a nivel de expresiones faciales, por ejemplo. Pero eso es algo que se hace tremendamente difícil de valorar cuando cuentas con un entintadorazo como Klaus Janson, que acostumbra a dejar su huella allá por donde pasa. Lo importante es que el trabajo de Janson es sobresaliente durante toda la etapa. Sería imposible imaginarnos estos cómics sin sus acabados.
El primer arco, el que trae la presentación de Kingpin, es una genialidad de principio a fin. Desde el retiro del mafioso junto a su amor, Vanessa, dispuesto a entregar a la justicia a sus antiguos aliados, hasta el secuestro y desaparición de Vanessa y como el hombre bautizado como Wilson Fisk se hace con el control de todo el crimen de la ciudad, pasando por el papel de mercenario que juega un carismático Bullseye. Todo en su justo lugar y perfectamente hilado.
El siguiente paso nos confirma la rehabilitación del Gladiador y su paso al lado de los buenos, en un arco en el que lucha codo a codo con Daredevil y Elektra, contra una nueva organización letal: La Mano.
La tendencia de Miller por los personajes realistas y verosímiles es evidente. Prácticamente el único que ostenta superpoderes es el propio Daredevil, y durante un breve periodo Miller incluso arrebata al diablo rojo su sentido del radar, justificando la existencia de éste como un sentido que todos poseemos pero que somos incapaces de desarrollar.
Aquí entra en juego otra de las geniales creaciones de Miller, Stick, un anciano ciego que fue el mentor de Matt en el uso de sus poderes cuando era un crío. Un increíble luchador, armado tan sólo con un palo, que no necesita su vista para hacer frente a cualquier amenaza y que entendemos que ha sido capaz de desarrollar ese sexto sentido innato del que habla.
Volviendo a La Mano, si Stick fue el entrenador de Daredevil, La Mano es una orden de maestros asesinos ninja donde Elektra fue entrenada en las artes de la lucha y la muerte. La Mano, de la que se sirve Kingpin, cuenta con una legión de ninjas autodestructibles, entre los que sobresale Kirigi, la más poderosa de las armas de la organización, un ninja insensible y aparentemente indestructible.
Con la creación de La Mano, la influencia de las artes de lucha orientales entra de lleno en la obra de Frank Miller.
La corrupción política es otro de los temas a tratar por Miller, y lo hace especialmente en una trama en la que Kingpin hace uso de un alcaldable para tomar el control de la ciudad. Una trama en la que Ben Urich y un insólito J. Jonah Jameson aparecen en el punto de mira del mafioso.
Avanzando en esta novedosa crónica del Hombre sin Miedo nos encontramos con una incursión en el terror, en un episodio escenificado en los malolientes subsuelos de la ciudad que confirma el renqueante regreso de Vanessa Fisk al tablero de juego. Y a continuación Miller echa mano de Power Man y Puño de Hierro en un número con buenas dosis de humor. Si bien el Daredevil de Frank Miller es un cómic eminentemente oscuro y dramático, no es óbice para que también incursione en la comedia. Los principales vehículos para tal fin acostumbran a ser el torpe Turk y Foggy. El propio Foggy protagoniza uno de los episodios más cachondos, un ingenioso relato narrado por él mismo. Foggy se atreve a infiltrarse en los fondos delictivos bajo la identidad de "Agallas" Nelson, sin saber que dispone de un ángel de la guarda disfrazado de rojo.
Pero quizás la secuencia más divertida de esta etapa sucede cuando un soplón conocido como Pike el Bizco recibe las visitas intimidatorias de Daredevil, Heather, Elektra y Turk, uno tras otro, en una carrera por ver quien da antes con Stick.
Llegados hasta aquí, Miller y Janson nos han deleitado con una sucesión de historias, perfectamente ordenadas e hiladas entre sí. Un ciclo que obtiene su pertinente culminación en un número doble. Para entendernos, si esto fuera una serie de TV, este episodio sería el capítulo final de temporada. Elektra y Bullseye lo dan todo en un grandioso número repleto de acción y muerte que representa el primer punto y aparte para ambos personajes, aunque con distinta suerte.
Miller-Janson. Resurrección.De esta forma, la etapa Miller-Janson queda dividida en dos mitades.
En esta segunda parte también se suceden las líneas argumentales de brillante factura.
En Castigador regresa en un arco en el que Miller escenifica con absoluto realismo la lacra del consumo de drogas en la preadolescencia. El autor no rehúye detalles en la más cruda ilustración hasta la fecha en Marvel de semejante problema social. Un arco de intriga y drama judicial, con el Castigador asumiendo su habitual papel, que se lee como si nada.
Aquí tiene inicio la nueva línea argumental que culminará en otro número doble.
Una crónica que nace de la creciente obsesión de Matt con Elektra, hasta el punto de autoconvencerse de que su muerte no se ha producido. Una obsesión que condiciona y afecta a las personas de su entorno, empezando por Heather, cuya relación con Matt pasa a ser tan tóxica como la de Matt con Elektra. Estamos ante el Matt Murdock con más sombras, un hombre a la desesperada que necesita pasar página y que le pide matrimonio a Heather como quién bebe para olvidar, y que luego, egoístamente, empuja a Heather a dejar la herencia de su llorado padre, Industrias Glenn. Es otro Matt.
Vemos el paso del Zancudo, cuya armadura acaba en manos de Turk, el regreso a la vida de Kirigi y el retorno de la Viuda Negra, ahora a las órdenes de Nick Furia, que luce para la ocasión nuevo peinado y nuevo uniforme gris. Una Natasha que sufre en sus carnes la picadura casi letal de La Mano y que se queda para lo que resta de la saga.
A lo largo del tramo final, Miller nos va poniendo en situación acerca del pasado de Elektra en su relación con La Mano y con Stick. Una serie de flashbacks que dan encaje a todas las piezas. Kingpin, por su parte, también resulta determinante al aceptar el pacto que le ofrece Daredevil. En propias palabras del propio Fisk, Daredevil y él se necesitan mutuamente.
Todo listo para la culminación de este segundo bloque en un nuevo episodio de doble extensión que significa la batalla final contra La Mano.
Miller juega aquí con las doctrinas religiosas como avance a la conversión de Matt al catolicismo que se empieza a intuir. Si el primer bloque de su etapa culminaba con la muerte, este segundo juega con el concepto bíblico de la resurrección. Pero no sólo eso, el genio usa los colores blanco y rojo en un sentido de bondad y maldad. Mientras los ninjas de La Mano visten de rojo, en referencia al color del diablo (lo mismo que la Elektra adoctrinada por esta orden de asesinos despiadados), los ninjas que les hacen frente, bajo las enseñanzas de Stick, visten de blanco, el color de la pureza. Un color que introduce otro concepto religioso, la purificación del alma, simbolizada en esa Elektra subiendo a los cielos vestida de blanco. Un acto final pretendidamente espiritual, hermoso, que creo que es el mejor colofón que podría haber tenido la saga de Daredevil y Elektra.
Frank Miller termina su primer recorrido en Daredevil con un número a modo de epílogo. Es el único episodio sin la participación de Klaus Janson, siendo Terry Austin su sustituto a las tintas.
Daredevil visita a un Bullseye postrado en la unidad de cuidados del hospital para contarle un par de duras historias de su pasado en las que se cuestiona a sí mismo como modelo a seguir, y de paso acojonar al villano mediante un siniestro juego.
Como detalle a considerar, se entiende que Daredevil da por liquidado a Bullseye cuando le está revelando su doble identidad. Craso error.
El tomo cierra con un par de episodios de la colección basada en realidades alternativas, What if?. "¿Y si Daredevil hubiera sido agente de SHIELD?", por Mike W. Barr y Frank Miller y "¿Y si Elektra hubiera vívido?", por Miller al guion y dibujo, son los títulos de estas dos historias que no hacen más que completar la trayectoria de Frank Miller en Daredevil. Por lo menos su trayectoria en el puesto de dibujante, pues Miller todavía regresaría como guionista en una corta etapa de vital importancia.
Conclusión.No creo que exagere si afirmo que Frank Miller, no sólo transformó de arriba abajo la colección de Daredevil, sino que modernizó y revolucionó el cómic americano con esta obra.
Frank Miller supo construir una crónica aparentemente compleja, rica en matices, hilos y personajes geniales, pero al mismo tiempo de fácil y fluida lectura. Un estilo en la creación de género superheroico inédito hasta ese momento.
Por todo ello, una obra maestra y uno de los cómics de superhéroes más influyentes.