Al principio me gustaba, pero la verdad es que cuanto más lo pienso, menos me gusta la idea de los correos originales y todo el percal ese.
Me imagino leyendo un número y, al acabar, en vez de estar la portada del siguiente número y seguir leyendo están las cartas de los niños de los años 60 (si es que no eran inventadas) y los anuncios y no sé qué más y estoy seguro de que el 95% de las veces (sobre todo cuando ya haya leído dos o tres veces esas cartas) me las saltaré para ir al siguiente tebeo, que es lo que en realidad quiero leer.