Día 257: The Incredible Hulk Annual vol. 1 #7. 9 de mayo de 1978
Banda sonora: ¡ya es 1978! Al menos en el Anual de Hulk. Muy bien dibujado. Pongamos pues "Picture You" de Blondie, que sonaba de aquellas.
https://www.youtube.com/watch?v=QbdCpi4qTNY
Créditos: Roger Stern (guion); John Byrne (guion, dibujo); Bob Layton (tinta); Jim Novak (rotulación); Janice Cohen (color).
Portada de John Byrne, Bob Layton e Irving Watanabe.
Este Anual de Hulk está, en cierto modo, conectado con el canto de cisne de los Campeones que vimos ayer, en Champions v1 #17. Allí, descubrimos que el Desvanecedor se había puesto a reacondicionar centinelas en la misma base de Steven Lang, para lanzarlos luego contra los X-Men. Aquí seguimos la pista de los mutantes de los desbandados Campeones, Warren y Bobby, continuando con sus vidas tras quedarse sin equipo. Bobby se ha ligado a una tal Terri, y quiere llevarla a pasar unos días a la casa de lujo del pecho-palomo Warren, quien está allí con Candy.
Por supuesto, Ángel acepta. De fondo, en las viñetas anteriores, dos cosas importantes: un tipo embozado en gabardina y sombrero acecha la finca de Warren. Y en segundo lugar, las noticias hablan de las esperanzas del gobierno en reducir la agresividad de Hulk con tratamiento. Que, por si os habíais olvidado, este es un tebeo de Hulk. Pero tal misión es más fácil decirla que lograrla. Charles P. Irwin, un reportero especial para el asunto Hulk, quiere hacerle una entrevista. Doc Samson no lo recomienda. Y solo unos segundos más tarde le damos la razón.
Hulk emerge hecho un basilisco y dice que se quiere ir. Doc, su terapeuta con derecho a golpes, aparta a Irwin del peligro, para enfrentar al gigante de jade, solo para acabar con las piernas metidas en el cemento después de que el goliat le clave en tierra de dos buenas puñadas.
Jim Wilson, coleguita de Hulk, a quien vemos llegar corriendo en la última viñeta, logra calmar al coloso. Lo dejamos aquí mientras la acción cambia a Bobby y Terri llegando, en una nave rapiñada a Los Campeones, al complejo Worthington. Y descubrimos que a Terri le va el maromo rico.
Fijaos qué cara de rompebragas pone Warren en la viñeta anterior. Contra el hombre blandengue. Le falta guiñar el ojo y que salga una estrellita. ¿O sea, que, al final, a Terri no le molaba Bobby realmente? ¿Solo se lio con él para que le llevara donde su playboy en paro rico?
Menos mal que Candy no es celosa. Por otro lado, me pregunto... ¿es esta una de las señales de la homosexualidad de Bobby que dicen que Bendis vio? No tendría por qué, pero ahí lo dejo. Porque asuntos más acuciantes reclaman nuestra atención: llega el tipo con pinta de cazador. Sí, el mismo que habíamos visto al comienzo del cómic. Y no tiene buenas intenciones. Candy saca a Terri de la piscina y deja a los chicos lidiar con el allanador de moradas, quien dispara a los dos compañeros. Bobby se pone el "traje de hielo".
Estas viñetas son interesantes, porque, aunque Warren ha declarado su identidad como el Ángel al público, no parece ser así con Bobby. Sin embargo, vemos que ya Candy sospechaba que Bobby era el Hombre de Hielo. Esto lo dará por sentado Byrne luego, cuando hizo Los Años Perdidos (recordemos que aquí, Byrne es coguionista). Candy no tiene un pelo de tonta.
Nuestros esforzados héroes logran contener al extraño, tras lanzarlo a la piscina y congelarla luego Bobby, para así impedir su huida. Sin embargo, lo que emerge de ella resulta ser un centinela gigante... y no uno cualquiera, sino el mismo Molde Maestro. ¿Cómo cambió de tamaño?
No se explica, la verdad. Cosas. El caso es que, tras la refriega de rigor, el Molde Maestro captura a Bobby y persigue por los aires a Warren. A este se le enciende la bombilla: puesto que su mansión está prácticamente en México, está a un tiro de piedra del paradero de Hulk.
Pero antes de seguir, quiero comentar un detalle que me encanta. En UXM #100, veíamos que los centinelas capturaban a los mutantes y se lo llevaban cogidos de la manaza robótica. ¿Cómo llegaron a la base orbital de Lang sin morir? Aquí lo averiguamos. Los centinelas tienen una compuertica la mar de maja para meter ahí el bocata, o un mutante cautivo, ya puestos. Suponemos que fue así también como el Desvanecedor salió volando de la estación orbital para llegar a la Tierra. Muy práctico todo. Pero sigamos con la historia.
El Ángel arriba a la base de Nuevo México, tras sortear las defensas aéreas, solo para ser abatido por el Molde Maestro allí mismo. Doc Samson sale en defensa de Warren con poca fortuna, pero ojo que Hulk, en plan "cuán gritan esos malditos", se ha despertado de la siesta.
El Molde Maestro se inmuta poco por la presencia del gigante de jade. Le mete una patada a un edificio para hacerlo caer y enterrar a Hulk en sus escombros, mientras guarda con parsimonia al Ángel en su compartimento especial y huye a una base orbital en el espacio.
Doc Samson se intenta agarrar al pie robótico del Molde, pero no lo consigue. Hulk, en cambio, sí tiene éxito y es llevado al espacio. A fuerte que sea, nuestro antihéroe se desvanece y es atrapado y metido, junto a los mutantes, en unos tubos de contención. Observad qué dibujazo
El Molde Maestro se regodea de sus últimas adquisiciones. Sin embargo, Bobby deduce que algo falla. Este centinela es demasiado parlanchín y hasta se ríe malvadamente. ¿Qué pasa aquí? tampoco es muy listo, porque mete a Hulk en un tanque pensado para la Mole. Y luego se pira, dejando sin vigilancia aparente a los prisioneros. La lógica robótica desde luego tampoco va mucho con el Molde Maestro.
Así que Hulk lo revienta de un manotazo en cuanto despierta, liberando de camino a sus compañeros de cautiverio. A partir de aquí, todo es machacar y romper, hasta que la inusual compañía heroica llega al despachito de Molde Maestro, que hasta tiene una versión de Cerebro, desde la que localizar y eliminar más mutantes.
Hulk se lanza al ataque del robot y aplasta y arranca, muy a su solaz, trocitos del centinela, pero este se rehace dejándolo frito con una corriente de un millón de voltios. Bobby se cansa de tanto enigma y le dice al malo que suelte la lengua. Y este le concede su deseo y confiesa ser... ¡Steve Lang!
Pero ¿Steve Lang no murió en UXM #100? Nosotros pensábamos que sí. Pero no. Sin embargo, algo no cuadra. Warren observa que Lang estaba en coma, tras ser recuperado de la base de SHIELD y llevado a un hospital. Luego no puede ser Lang el centinela tampoco.
Este, desde luego, es un dato completamente nuevo, que debemos reconocer que encaja bastante bien en continuidad. Al final, tanto rollo y la plataforma de SHIELD no explotó. Lo dicho, estos X-Men son unos pardillos. Solo tenían que haber esperado a que amainase la tormenta solar. Aunque claro, la tormenta esa estaba provocada por los Caballeros de Hykon ¿verdad, Scott Gray? Venga, alegría, aquí todo el mundo metiendo cuchara en la continuidad. Pero ya nos hemos desviado demasiado con pensamientos tangenciales. Esta reseña nos exige que volvamos a la trama.
Molde Maestro Lang cuenta que, como quiera que se viera derrotado y a punto de morir, en UXM#100, utilizó un as en la manga para transferir su conciencia a un Molde Maestro que tenía por allí guardado. Válgame Santa Tecnología.
En serio... después de leer Champions v1 #17, ved qué cosa más graciosa: mientras Lang enviaba su personalidad al Molde Maestro, el Desvanecedor andaba por allí de chatarrero arreglando centinelas. Joder, ¿por qué nadie ha hecho una puta mini de esto? Es Hulk quien interrumpe nuestros devaneos, haciendo lo obvio: menos hablar y más reventar. Al final pone fino al Molde Maestro, Lang o no Lang, y el trío de héroes intenta buscar un escape hacia la Tierra, hallando una cápsula de salvamento de emergencia.
Pero el Molde Maestro es como Terminator. Se levanta una vez más y activa un control para atascar el mecanismo de escape de la cápsula, dejando varados al Ángel y a Warren. Hulk ya no quiere oír nada de escapar, en cuanto se entera de que Lang está vivo. Ahora quiere rematarlo.
Al final, Hulk desatasca la cápsula de escape de un patadón, que sale disparada hacia la Tierra, para que los dos mutantes dejen de darle la barrila y se vayan a su casa. ¡Joder, qué pesados! El paquidermo verdoso se dirige, tras superar la despresurización, a por Molde Maestro.
Ángel y Warren, tras pasar mucho miedo al ver que la cápsula no frenaba su trayectoria y podía incendiarse, aterrizan venturosamente en el agua y observan que, ahora sí, el peñasco espacial de Lang sí que ha explotado esta vez. ¿Ha muerto Hulk mientras intentaba llegar a Lang?
Pues no, porque a última hora, el suelo del asteroide se desprendió y dio con Hulk en el espacio, cayendo, a la sazón, sobre la cápsula de escape que llevaba a los esforzados héroes de nuestro cuento, y allí quedó agarrado, para alivio de los mutantes.
Hulk pilla por la orilla, nunca mejor dicho, y se vasin mucha ceremonia. Quedan en soledad marítima Ángel y el Hombre de Hielo. ¿Tal vez, baraja el Ángel, ahora que Terri sabe que Bobby es el Hombre de Hielo, se sentirá más atraída por él? ¿O seguirá prefiriendo al pajarraco?
La vida es complicada para Bobby, por razones que, como sabemos, tienen que ver con su retrocontinuidad gay. ¡Ay, Jesús, qué vida más difícil la de nuestros mutantes, pero cómo los queremos, incluso sin Claremont! El único comentario extra que me sugiere esta historia -muy buena, en mi opinión-, es que no se resuelve el misterio de si la conciencia de Lang estaba realmente en su cuerpo humano hospitalizado o en el robot. ¿Tal vez en los dos sitios? Dentro de mucho tiempo, sabremos de Lang
Ahora lo dejamos, de momento. ¡Buen lunes!