Los Campeones: Marvel Limited Edition (1975-1978) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-los-campeones-marvel-limited-edition-1975-1978/Tras la irrupción en los 70 de los Defensores y posteriormente los Invasores, Marvel le cogió el gusto a esto de las series protagonizadas por supergrupos.
Los Campeones son uno más a añadir a la lista, y un ejemplo no especialmente original.
Quizás la única particularidad de los Campeones esté en lo heterogéneo de sus miembros y también en que parece un grupo construido a base de descartes de otras colecciones.
Quitando al Motorista Fantasma, que disponía de serie propia, el resto, la Viuda Negra, Hércules, el Ángel y el Hombre de Hielo, estaban en ese momento en el "paro" superheroico y ni siquiera habían disfrutado nunca de título propio.
La Viuda Negra es quizás la que mayor protagonismo había alcanzado, gracias a una temporada como cotitular en la serie de Daredevil y un breve serial en Amazing Adventures, pero todo eso ya se terminó.
Sea como fuere, la colección apunta a refrito de los Defensores o de los propios Vengadores. Con la diferencia, eso sí, de que la base de operaciones de los Campeones no está situada en Nueva York sino en la costa oeste, más concretamente en Los Ángeles.
Entrando a analizar las páginas de cómic, de entrada, los autores encargados de dar vida al nuevo supergrupo no inspiran demasiada confianza. Tony Isabella y Don Heck, guionista y dibujante respectivamente, abren hilo precisamente haciendo hincapié en la necesidad de los propios protagonistas de encontrar "curro". Sin ir más lejos, a la Viuda Negra nos la presentan literalmente buscando empleo. Por su parte, el Ángel y el Hombre de Hielo sobreviven aburridos y echando de menos los tiempos de la Patrulla-X, mientras que Hércules se divierte perdiendo el tiempo como conferenciante en un campus.
El primer hilo argumental cuenta cómo diferentes criaturas y razas de origen mitológico son invocados con el fin de capturar a Hércules y a su prima Venus, diosa olímpica del amor. Mientras, los citados superhéroes que acabarán fundando los Campeones resultan arrastrados casualmente en la trama.
Plutón, señor del Inframundo, es el responsable de todo ello con la ayuda de otros dos dioses olímpicos, Ares e Hipólita. La motivación no es otra que unir en matrimonio a Venus con Ares, y a Hércules con Hipólita, con el consentimiento de Zeus, padre de Hércules, que accede bajo coacción de Plutón.
Todo pueril a más no poder, pero de tan ingenuo y básico que resulta, se lee sin ningún esfuerzo.
Uno de los momentos naif estelares, lo tenemos cuando los todopoderosos dioses olímpicos de la maldad, se ven frenados ¡por un tapón de hielo! El bueno de Bobby Drake tapona un portal interdimensional con una gran bola de hielo y por ahí no pasa nadie, oye. Impagable la imagen del poderoso Ares intentando agrietar el pedazo de hielo con su espada.
El Cazador, otro olímpico al que ya se enfrentó Hércules en la serie de Namor, se une a la fiesta, ya con el Olimpo como escenario. Mientras tanto, George Tuska reemplaza a Don Heck a los lápices, para dejar las cosas más o menos igual de mal en el apartado visual.
Peor es la trama que sigue. Un científico chalado, que experimenta con mutaciones para crear hombres supremos, logra controlar mentalmente a Hércules y la Viuda y los enfrenta a sus compañeros. Siendo sinceros, muy poquita cosa.
A estas alturas ya están más que confirmados nuestros temores en relación al equipo de autores.
Los pobres guiones de Isabella no los arreglan ni las puntuales ayudas de Bill Mantlo y Chris Claremont. El tratamiento de los protagonistas está entre lo banal y lo escaso, mientras que la química entre ellos, tres cuartos de lo mismo.
Lo más resaltable es la elección de la Viuda Negra como líder del grupo. Dato no poco importante puesto que estamos ante la primera vez que una mujer lidera un grupo formado mayoritariamente por hombres.
Luego es el turno de presentar a uno de los supervillanos principales de la colección. Se trata de Rampante, una especie de Tony Stark fracasado y cabreado con el mundo, que se fabrica una armadura y se echa a la calle a hacer el mal.
Esta es la última historia que completa Isabella, porque en el siguiente arco tan solo guioniza el primero de sus números.
Mantlo coge sitio...Bill Mantlo es su sustituto, quedándose ya hasta el final de la colección, mientras que el apartado gráfico cae en manos de Bob Hall.
No hace falta llegar hasta el final de la saga para que apreciemos la sustancial mejora en los diálogos, y también en unos guiones que van a rebufo de lo empezado por Isabella, pero que saben generar un mayor interés. Mantlo es un maestro del entretenimiento y creo que a partir de aquí se empieza a notar.
En cuanto a la personalidad de los protagonistas, creo que también está más trabajada. El Motorista Fantasma es ahora un personaje más distante y desconfiado, mientras que el Hombre de Hielo representa la figura del adolescente inseguro e impetuoso, descontento con el trato de los mayores a su persona.
Bob Hall, por su parte, y a pesar de tener sus limitaciones, en estos momentos creo que dibuja bastante mejor que Heck y Tuska.
El arco gira entorno al factor de origen soviético del grupo. Es decir, la Viuda Negra o, siendo más exactos, su protector Ivan Petrovich, que aquí se comporta como un miembro más de los Campeones.
Los Campeones deben enfrentarse a los Supersoldados Soviéticos, con la enésima encarnación de la Dinamo Carmesí como figura central. Bajo la roja armadura reside un joven con sed de venganza hacia Ivan, con quien guarda un estrecho vínculo. El resto del grupo lo forman el también infaltable Hombre de Titanio, más el Grifo y una nueva mujer dotada de superpoderes llamada Estrella Oscura, que se acabará rebelando contra su causa y siendo aceptada como nuevo miembro de los Campeones. También Rampante juega un infortunado papel en la saga.
La cuestión es que el argumento es un cúmulo de muchas ideas, pero Mantlo se las arregla para que resulte disfrutable. Especialmente vibrante es la batalla entre ambos grupos en plena ceremonia de presentación de los Campeones.
Tras la saga se da una situación bastante insólita. Las dos integrantes de los Campeones son ambas de origen soviético. Tal circunstancia podría entenderse como una deferencia hacia la nación rusa o todo lo contrario si nos fijamos en su condición de renegadas de su país, o por lo menos de sus gobernantes.
En este mismo sentido que evoca a la guerra fría, Mantlo juega a confundirnos al hacernos creer que las autoridades norteamericanas son las responsables del drama vertebral de la saga, para más tarde girar la tortilla hacia los soviéticos como culpables reales. Nada nuevo bajo el Sol.
A su vez, Estrella Oscura da pie a cierta denuncia machista cuando Johnny Blaze rechaza su entrada en el grupo. Si bien todo el asunto queda luego bastante diluido, sin llegar a ningún lado.
... Y ahora, Byrne.El otro cambio importante en el equipo de autores llega con la entrada de John Byrne como dibujante.
Byrne realiza uno de sus excelentes trabajos gráficos para completar los mejores y más recordados cómics de la colección.
El Motorista Fantasma, en especial, luce espectacular a los lápices de John, mientras que la pulcritud de su trazo y su capacidad narrativa confieren luminosidad a las páginas guionizadas por Mantlo.
Un sencillo relato de aventura fantástica y espíritu de western abre fuego. La sombra alienígena llamada Kaa, ya aparecida anteriormente en la serie de Hulk, regresa con nuevos poderes. Ojo de Halcón y su amigo Dos Pistolas Kid, que andan por Arizona en estos tiempos, son los invitados especiales en lo que es más una aventura solista del Motorista Fantasma que grupal.
Buen número, pero lo mejor de la serie empieza justo aquí.
Tomando un hilo inconcluso dejado en la breve colección del Goliat Negro, Mantlo construye una línea argumental desde varios frentes, resultando una aventura épica y sin tregua.
Una bomba nuli-vida robada de las instalaciones de Tony Stark, amenaza con engullir al planeta Tierra. El Zancudo y el Extraño, este último con buenas intenciones, van tras ella. Los Campeones deberán trasladarse a los dominios de Kamo Tharn, personaje que ya se las vio con Hércules en la serie de Thor, en busca del Báculo Rúnico como única arma capaz de destruir la bomba.
Pese a lo inconexo de algunos elementos, creo que la disparidad de escenarios, entre lo cósmico y lo infernal, y su carácter enigmático hacen de ésta una aventura muy disfrutable.
A estas alturas queda claro que los Campeones como grupo, así como sus aventuras, no destacan precisamente por su singularidad. Esta última saga podría perfectamente haber sido protagonizada por los Defensores o los Vengadores, pero mientras estemos ante buenos cómics, como es el caso, poco puede importar eso.
También recomendable es el arco en el que el grupo se enfrenta a un nuevo y asombroso supervillano, el Enjambre. Es cierto que argumentalmente no es la gran cosa, pero el espectacular villano y el arte de Byrne son más que suficientes para su disfrute.
Por desgracia, hasta aquí llega lo bueno.
Tras un anual perteneciente a Iron Man y un número de los Vengadores, ambos con presencia de los Campeones, pero sin conexión alguna con la serie que nos ocupa, el siguiente paso consiste en un crossover con Super-Villain Team-Up.
En esos momentos, Bill Mantlo figuraba también como guionista de la colección protagonizada por supervillanos, así que organizó un crossover entre ambas series. Por su parte, Bob Hall regresa puntualmente al dibujo.
La trama sigue un hilo ya desarrollado en Super-Villain Team-Up, así que la presencia de los Campeones es más como invitados que otra cosa.
La fallida alianza entre el Doctor Muerte y Magneto propicia la intervención de los Vengadores y posteriormente los Campeones. En todo caso, un arco bastante flojo que, encima, queda inconcluso sin ninguna explicación. Pero eso ya es cosa a analizar en la reseña de Supervillanos Unidos.
Llegamos así al último número de la colección. Entre George Tuska y John Byrne se reparten la labor gráfica en una trama en la que los Campeones Se enfrentan a los Centinelas y a un grupo de mutantes formado por la Mole, Unus y Lorelei. Un número que provoca más indiferencia que otra cosa y que, como ocurre con el citado crossover, queda argumentalmente inconcluso debido a la fulminante cancelación del título.
Como cierre del tomo, se incluye un arco correspondiente al título Marvel Team-Up, necesario únicamente por la breve explicación sobre como los Campeones acabaron disolviéndose. Una solución de estar por casa que no pasa de vulgar trámite.
El hilo correspondiente al arco, con participación del Hombre de Hielo y el Ángel como invitados en la serie protagonizada por Spiderman, queda fuera de cualquier nexo argumental con los Campeones.
Conclusión.Una colección en la que tan sólo la etapa guionizada por Bill Mantlo, quitando los últimos números, merece la pena. En especial los números dibujados por John Byrne, sin ser la gran cosa, son bastante disfrutables gracias a su dibujo y a la capacidad para entretener del guionista.
En cambio, pese a relatarnos el origen del grupo, la parte correspondiente a Tony Isabella es muy prescindible.
Así que en conjunto estamos ante un volumen irregular, en el que más o menos la mitad de su extensión es susceptible de ser recomendada y el resto directamente para olvidar.