Voy a tomar el comentario de Dahaka como base a mis reflexiones iniciales de
La reina Orquídea.
En mi caso no considero que estamos ante dos princesas, sino ante dos chicas contemporáneas a cuando se escribió esta obra, en 2016, tanto por el lenguaje empleado, como que están leyendo Rachel Rising, el comic de Terry Moore, al que hacen referencia al principio de la historia. Que Teresa cante Willow Tree de VanGaalen de 2008 también nos ayuda a situar la obra. O más que la obra, al menos, a sus personajes.
Dos chicas contemporáneas, digamos de unos 15 años, cuando eres los suficientemente mayor para que los veranos se te hagan largos por no tener obligaciones, pero no lo suficientemente independiente como para poder irte a donde quieres sin depender de tus padres.
Y Borja coge a esas dos chicas actuales, y las traslada a un enclave victoriano, donde una de ellas, es hija de alguien muy rico, podría ser una princesa como dice Dahaka, y la otra no, y aspira a ello.
A partir de aquí, vemos como interactúan, con bromas entre amigas, a veces soeces y a veces infantiles, el cuento de la reina coliflor, secretos y esperanzas juveniles.
Y ambas llevan a cabo una tradición, que para ellas marca el inicio del verano, escribir una carta a Oberón, el rey de las hadas de la mitología celta, y que popularizó Shakespeare en “Sueño de una noche de verano” (y homenajeó Gaiman en Sandman), contándole algo y, si le ha gustado, concediéndole un deseo.
Ya en el arranque, vemos que a Teresa le cuesta escribir la carta, por la cantidad de cartas tachadas y arrugadas que vemos al despertarse, pero que Matilda tiene claro lo que quiere.
Y hasta aquí llego por el momento, porque mientras escribía mi interpretación del final, me he dado cuenta que era la opuesta de Dahaka, y quiero, aprovechando que es cortita, releerla, a ver si llego a la misma conclusion o me paso a la versión de Dahaka en la que la que desaparece es Teresa y no Matilde.
Porque en mi interpretación inicial, Teresa escribe el cuento de la reina orquídea a Oberon, pero Oberon se lleva a Matilde, que es la que aspira a llevar la vida de opulencia de Teresa. Y eso no me cuadra, porque si la historia que le ha gustado es la de Teresa, el deseo que ha de cumplir es el de Teresa, y no el de Matilde. A menos que el deseo de Teresa fuera que se cumpliera el de Matilde.
Eso y que hay una escena, en la que Teresa se queda mirando los cuadros vacíos, que hemos visto de pasada al inicio de la obra, que no he sabido interpretar
Total, que me toca relectura.