Pantera Negra: Omnigold 1: La Furia de la Pantera (1973-1980) Reseña en la web de Universo Marvel.https://www.universomarvel.com/resenas-pantera-negra-omnigold-1-la-furia-de-la-pantera-1973-1980/La Pantera Negra es, quitando los propios miembros del grupo, el quinto personaje nacido en la serie de los Cuatro Fantásticos que se aventura en solitario, después de los casos de los Inhumanos, Estela Plateada, Doctor Muerte y Warlock. Si el rey de Wakanda tardó un poco más en dar ese salto seguramente fue porque ese merecido protagonismo ya lo disfrutaba desde que pasó a ser miembro estable de los Vengadores.
Jungle Action.La serie genérica Jungle Action, hasta entonces dedicada a reediciones de antiguos héroes de la jungla, es el marco en el que T’Challa empieza su andadura solista.
El puesto de guionista es para Don McGregor, que poco después ampliará su nómina como escritor de otra nueva apuesta de la Casa de las Ideas, las aventuras de Killraven.
McGregor se hace cargo de la serie, dentro de Jungle Action, al completo, desde el primer al último número, mientras que la parte gráfica viene mucho más repartida.
Lejos de encontrarnos con la habitual estructura argumental de Marvel, a base de historias unitarias o arcos de varios números, McGregor opta por una línea argumental de largo recorrido. Ni más ni menos que una saga en 13 capítulos, titulada “La Furia de la Pantera”, que se alarga durante casi toda su etapa como guionista de la Pantera Negra. Una saga, por cierto, de la que la primera película del personaje extrajo muchas ideas.
T’Challa está de vuelta como rey de Wakanda tras largo tiempo instalado en América. Allí se encuentra con la amenaza de Erik Killmonger, un tirano que ha sembrado el terror entre los wakandeses y pretende usurpar el trono.
Básicamente, la saga narra la persecución de T’Challa hacia su mortal oponente, transitando por los muchos escenarios salvajes que forman Wakanda y enfrentándose a todo tipo de peligros.
Poca relación tienen estos cómics con el universo superheroico, pese a que su protagonista forme parte de su nómina. Y no tanto porque apenas exista una sola referencia externa al resto del Universo fuera de Wakanda, sino porque creo que están más cerca de la fantasía heroica de Conan que del cómic superheroico de los Vengadores.
Tenemos un rey en su reino, batallas por el poder, aventuras y seres de fantasía. Hasta tenemos “brujería” en el personaje llamado Sombra. Lo único que faltan son las espadas.
La epopeya que se monta McGregor es muy interesante y su atrevimiento es digno de elogio, pero personalmente le pondría algunos peros.
Entre ellos no se encuentra el apartado gráfico, en todo momento notable. Los números iniciales con Rich Buckler son magníficos, seguramente también gracias al entintado de Klaus Janson, que siempre impone su estilo allá por donde pasa. Pero, de todas formas, narrativamente Buckler está magnífico. Otro tanto ocurre con Gil Kane y posteriormente con Billy Graham, en ambos casos también bajo las tintas de Klaus Janson. Entintado, el de Janson, que unifica mucho la estética global de todos los números.
Quizás con la marcha de este gran entintador en plena etapa Billy Graham, la más extensa con mucha diferencia, se nota desmejora en los acabados. No así en la narrativa, en la que Graham está notable en todo momento.
El inconveniente, desde mi punto de vista, es el mismo que afecta a la colección de Killraven: la prosa de McGregor.
Los bocadillos de narración son a menudo tan detallistas y descriptivos de lo que vemos en imágenes, que McGregor parece más un novelista que un escritor de cómics.
Algo parecido ocurre con los diálogos. Los personajes entran en diálogos filosóficos que en ocasiones resultan interminables. Un buen ejemplo está en los reiterados y extensos debates éticos entre W´Kabi, uno de los wakandeses de confianza de T’Challa, y Venomm, uno de los villanos que permanece recluido en una celda durante media saga. Cierto que a la postre tanta conversación tiene un propósito, pero creo que se cae en el sermoneo cargante.
Hasta entra en escena brevemente un pequeño personaje llamado Mokadi, francamente divertido, que sólo habla preguntando. Realmente parece un vehículo hecho a medida para que McGregor divulgue todo tipo de interrogantes sobre cuestiones filosóficas y morales.
Pese a todo, el trabajo de McGregor y los dibujantes me parece más que disfrutable, aunque sólo sea por el deslumbrante mundo wakandés que nos presentan y el preciso desarrollo de los personajes. También hay que valorar positivamente que el guionista vaya un paso más allá en el cómic superheroico, hacia un tono más reflexivo y de componente social. Hasta introduce un caso que sugiere violencia de género y una relación de dos hombrecillos que tiene todas las trazas de ser homosexual.
Monica Lynne, una afroamericana instalada en Wakanda que empieza un idilio con T’Challa, es el secundario que aporta más juego. Monica es tratada con hostilidad por los wakandeses, en lo que se puede interpretar como un mensaje antixenófobo por parte de McGregor. Pero entendido desde el miedo a lo desconocido y el choque cultural más que desde el odio.
Por parte de los villanos, el despiadado Erik Killmonger es la estrella si bien se rodea de muchos fieles de lo más diverso. Personajes interesantes como Venomm, un tipo que porta serpientes a las que es inmune, Malicia, el Barón Macabro o el Rey Cadaver, una especie de mutante creado por Sombra, otro siniestro personaje con poderes sobrenaturales.
La parte más fascinante y cautivadora corresponde a los diferentes escenarios por los que transcurre la odisea a la caza de Killmonger. Pantera Negra debe hacer frente a una especie de momias que surgen bajo tierra, lobos, gorilas blancos gigantes y hasta dinosaurios. Esto ocurre en el Valle de la Serpiente, seductor lugar en el que no parece haber pasado el tiempo al haber sobrevivido todo tipo de dinosaurios y pterosaurios.
Tras la larga y ambiciosa saga en Wakanda, todavía hay espacio para un nuevo arco antes de que la etapa de Pantera Negra en Jungle Action llegue a su fin.
El cambio de escenario es absoluto, puesto que ocurre en los Estados Unidos, adonde T’Challa se desplaza junto a su amada Monica.
Siempre bajo los guiones de Don McGregor, la trama indaga en el pasado de Monica Lynne, o más concretamente en el misterio que rodea la muerte de su hermana Angela.
De un culto llamado el Círculo del Dragón, supuestamente implicado en el asesinato de Angela, pasamos rápidamente a la implicación del Klan en la trama. La trama parece más un pretexto para convertirse en un firme alegato antiracista. McGregor no se corta un pelo en mostrarnos al Ku Klux Klan en toda su magnitud. Es decir, mostrar la cara más oscura de América sin complejos, en un tiempo en el que todavía había que ser atrevido para hablar tan claro sobre esta cuestión.
Ahí creo que reside el principal valor de este arco, que queda inconcluso tras la aparición de un nuevo pijamero llamado Águila del Viento, justo antes del cierre de la colección.
No podemos hablar de cancelación, porque Pantera Negra seguiría sin pausa su andadura en solitario en un nuevo número 1 bajo su propio título, pero sí de reinicio.
La Pantera Negra es de Kirby.Ni más ni menos que el creador gráfico de la Pantera Negra, Jack Kirby, es el encargado de continuar la andadura solista del rey de Wakanda. El artista, que acaba de regresar a Marvel, pone guión y dibujo a una nueva colección que debemos calificar como de polo opuesto respecto a lo ofrecido por Don McGregor.
Es un borrón y cuenta nueva y una nueva oportunidad para el superhéroe africano.
Kirby pone las cartas sobre la mesa desde la primera viñeta. El viejo Jack entra con todo empezando la historia en plena acción, sin explicación alguna de cómo se ha llegado a la peligrosa situación que muestran las imágenes.
Los habituales ingredientes de su cóctel imaginativo van desfilando sin tregua. Ranas de latón que en realidad son máquinas del tiempo, un hombre del futuro dentro de seis millones de años, culturas ancestrales, naves y artefactos de diseño kirbiano, ciudades ocultas bajo tierra… Pero también las Minas del Rey Salomón, el Yeti, la Fuente de la Eterna Juventud... Es decir, mucho reciclaje de ideas, suyas o ajenas, que denotan cierta carencia de ellas. O quizás la falta de un guionista más capacitado, como en sus gloriosos tiempos junto a Stan Lee.
Pantera Negra se embarca en una increíble aventura al lado de personajes de nueva factura como Mister Little o la Princesa Zanda. Ambos, junto a otro grupo de pirados por los objetos antiguos y leyendas milagrosas, son calificados como coleccionistas.
Personajes en general planos, sin apenas desarrollo, a diferencia de los creados por Don McGregor. Pero Jack Kirby está por otras cosas, por el divertimento y la acción.
Por lo tanto, estamos ante aventuras fantásticas para toda la familia, muy del estilo de lo que años más tarde serían las aventuras de Indiana Jones. Pero un torrente de acción sin freno creada desde la impulsividad. Historias ingenuas que parecen producto de la mente de un niño, pero sin aparente dirección. Puro Kirby.
En cuanto al apartado gráfico, ninguna evolución respecto a lo que hacía Kirby en los 60. Quizás ahí esté el problema, que pasada una década los artistas gráficos han evolucionado hacia un dibujo más realista y han surgido auténticos genios del arte del cómic. Por lo que los dibujos de Kirby no podemos evitar que resuenen a ecos del pasado. De alguna forma, las viñetas sugieren una suerte de arte pop, visto a estas alturas de la película.
De todas formas, la magia de Kirby sigue ahí para quien guste, y su capacidad narrativa e imaginativa sigue firme.
El segundo arco correspondiente a esta etapa de Jack Kirby, es más inherente a nuestro protagonista, puesto que se desarrolla en Wakanda. Realmente, la primera saga podría haber estado protagonizada por cualquier otro personaje diferente a Pantera Negra.
El general Jakarra, medio hermano de T’Challa, acaba expuesto a una alta concentración de vibranium que lo convierte en un monstruo. Un monstruo cuya naturaleza no tardan en descubrir que puede desencadenar un cataclismo capaz de destruir la nación.
Pronto advertimos que Kirby no aprovecha ni uno sólo de los compatriotas de T’Challa, creados por McGregor. Todos y cada uno de los personajes secundarios son obra del propio Kirby. Mayor libertad creativa, imposible.
El arco no es nada del otro mundo, de nuevo puro Kirby para lo bueno y para lo malo.
En esta ocasión, el apartado de momentos ridículos o disparatados da para algunos momentos gloriosos. Ahí están los Mosqueteros Negros, un cuarteto perteneciente a la familia real wakandesa que, en ausencia de su Rey, se enfunda en disfraces de Pantera para capturar al monstruo. Impagable el momento “uno para todos, todos para uno”.
Y no menos delirante es la escena de Pantera Negra en el desierto, de camino a Wakanda. Resulta que T’Challa es encontrado de casualidad entre las dunas cuando estaba a punto de palmar por sed. Sus salvadores resultan ser unos actores disfrazados que están rodando una película de ciencia ficción en medio del desierto. Inspirada en Star Wars, vistos algunos de los disfraces. Una vez recuperado, para largarse de allí a nuestro hombre no se le ocurre otra cosa que sabotear el rodaje explosionando decorados, naves, etc, para distraer al personal y así robar un jeep. Eso a los que le acababan de salvar la vida. Y sin tener todavía ni idea de lo que se está cociendo en Wakanda, pero oye, el hombre tiene prisa por llegar a casa.
El arco que pone fin a esta etapa de Jack Kirby tampoco pasa de regular. Un ser llamado Kiber transforma a los humanos en energía para poder alimentarse.
A falta de mejores ideas, a Kirby se le ocurre otorgar poderes extrasensoriales a T’Challa, provocados por la exposición al monstruo de la anterior historia
La sorpresa la tenemos en el número final, que no corre a cargo de Kirby tras abandonar la colección de forma repentina. Los encargados de finalizar la historia son Jim Shooter y Ed Hannigan, más Jerry Bingham a los lápices y Gene Day a las tintas. Y bueno, el equipo sale bastante airoso. Eso sí, el tono narrativo no tiene nada que ver con el de Kirby, y la parte gráfica otro tanto. Notable trabajo de Jerry Bingham, por cierto.
Retorno a la normalidad.El equipo encargado de finalizar el último arco de Kirby, menos Shooter, se queda para lo poco que queda de colección.
Lo primero que hace Ed Hannigan es abrir Wakanda al mundo. T’Challa abre una embajada en Nueva York para poner fin al aislamiento de su país.
Y lo segundo que hace es reducir la etapa de Jack Kirby a la mínima expresión. No se trata de borrar todo rastro de esa etapa, entre otras cosas porque fue uno de los encargados de finalizar una de las tramas, pero sí de dejarla en la irrelevancia.
De entrada, relativiza los nuevos poderes de T’Challa. Ahora simplemente “siente cosas”, pero la realidad es que en todo lo que queda de etapa no vuelve a sentir nada.
Y luego, Hannigan se saca de la manga una historia oculta para justificar la ausencia de toda referencia a lo ocurrido en el serial de Jungle Action durante toda la etapa de Jack Kirby. Resulta que, tras la inconclusa saga de McGregor, el culto llamado el Circulo del Dragón capturó a Pantera Negra y le sumió en una amnesia selectiva. De esta forma, cuando T’Challa vuelve a encontrarse en el presente con Monica Lynne, el periodista Kevin Trublood y Águila del Viento, no tiene ni idea de quien son. Pero, como no, su memoria se va recuperando a pasos agigantados hasta prácticamente situarnos en la normalidad. Y Kirby casi como si no hubiera existido.
La cuestión es que el primer arco, que no pasa de correcto, tiene como oponente a Klaw y como aliados a los Vengadores. Es justo al finalizar cuando la colección es extrañamente cancelada. Y digo extrañamente porque la saga del Círculo del Dragón, que parecía el principal objetivo de esta nueva etapa, vuelve a quedar a medias. Y, sobre todo, porque tras unos pocos meses, Hannigan y Bingham retoman las aventuras de la Pantera Negra justo en el mismo punto donde quedaron, pero dentro de la colección Marvel Premiere.
Son tan sólo tres números que, ahora sí, ponen colofón a la saga iniciada por Don McGregor.
La etapa de Hannigan y Bingham es, sin duda, la más convencional de las tres que conforman este tomo, la que es más hija de su tiempo. Así que, nada tiene que ver la retórica de Hannigan con la prosa densa y recargada de McGregor. Extremo que puede ser bueno o malo, según como se mire. Personalmente lo agradezco.
El arco acaba convertido en un relato de intriga con algún elemento sobrenatural. Vuelve a hacer acto de presencia el KKK, pero la trama se centra más en la secta el Círculo del Dragón. Muy correcto, quizás destacando el magnífico trabajo gráfico de Jerry Bingham.
Antes de finalizar el tomo, todavía hay espacio para un relato corto aparecido como complemento en Marvel Team-Up. Chris Claremont y John Byrne se encargan de una pequeña historia protagonizada por Pantera Negra y Tormenta.
Conclusión.Estamos ante un tomo ideal para degustar tres modalidades de cómic superheroico muy alejadas entre sí.
Esto puede ser bueno o malo, pues un aficionado puede decantarse sólo por una parte del tomo y aborrecer el resto. Pero por lo menos parece factible que al menos una de las etapas sea de su gusto.
Intentando ser objetivo, seguramente la etapa de McGregor sea la más satisfactoria, pese a que personalmente se me atraviesan un tanto sus textos.
Y Kirby, pues es Kirby. Siempre es un placer sumergirse en su mundo, pero aquí queda lejos de sus gloriosos años junto a Stan Lee.
La parte de Ed Hannigan, la más breve, es la más susceptible de sortear detractores, pero tampoco creo que pase de un bien pelado. También es cierto que el guionista no tiene tiempo para desarrollar apenas nada.
En cuanto al apartado gráfico, en general es muy satisfactorio.