Cuando yo fui a arrasar comprar, primero había un padre con sus hijos: el hombre ojeó uno y lo dejó. Luego una madre hizo lo mismo. Y los niños que había por ahí correteando (y había unos cuantos) pasaban completamente. Eso pasa por llevar a los niños a correr a Carrefour: en unos años no tendremos lectores, pero vamos a arrasar en atletismo.