Yo me alineo más con Adam en este debate, aunque entiendo lo que siente Murry al ver determinados cambios. Ojo, que a mí me chirrió muchísimo ver a una actriz negra haciendo de Muerte cuando vi el tráiler, o a Gwendoline Christie haciendo de Lucifer, porque son personajes que tenemos muy bien definidos en nuestro imaginario, y unas alteraciones físicas tan claras son chocantes. Y lo fácil es pensar que es por un tema de cuotas, porque hoy día se generan muchísimas polémicas por la poca presencia de mujeres, personajes racializados o con sexualidad no heteronormativa. Pero hay que esperar a ver la serie, comprobar si funcionan o no los cambios, o si son absolutamente irrelevantes (como ocurre la mayoría de las veces). Y creo que en el caso de Sandman los cambios que han hecho no rechinan en absoluto. Al margen, como apuntaba antes, de que todos los lectores del cómic tenemos una visión de Muerte, que es de una jovenzuela paliducha y pizpireta, que llevaremos siempre en el corazoncito, y es normal sentir un pellizco por no tener la oportunidad de verla en pantalla tal como siempre la hemos concebido. No pasa nada, el mundo sigue y también podemos disfrutar de la Muerte negra (aunque creo que a la actriz le falta algo de carisma, cuestión que obviamente nada tiene que ver con el color de piel).
Pero en lo que estoy más de acuerdo con Adam es en que la serie de TV no tiene por qué ser fiel al cómic original, que tiene ya más de 30 años. Una adaptación debe ser un producto nuevo y, aunque se base en un original, es totalmente libre de reinterpretar, reelaborar, añadir, eliminar, pulir... elementos de la obra original. El cómic respondía a la sensibilidad de Gaiman a finales de los 80 / principios de los 90, y la serie también debe ser hija de su tiempo. Normalmente, una adaptación refleja la visión de su director, que no tiene por qué coincidir plenamente con la del autor original, pero en este caso se da la coincidencia de que ese autor original está implicadísimo en la adaptación y ha supervisado y aprobado todos los cambios.
Poniendo el ejemplo que decía Murry de las nuevas adaptaciones de cuentos clásicos ya adaptados por Disney, es aún más difícil defender la idea de que tienen que permanecer inalterables, porque no existe un original canónico como en el caso de los cómics modernos de autoría concreta. Yo, desde luego, espero que la nueva versión de Pinocho no sea igual que la de 1940 (donde se veía maltrato infantil, niños borrachos y otras tantas tropelías). Es que para ver lo mismo ya tengo el original. Lo que me interesa es ver una nueva versión, pasada por el filtro de otra época y otra visión personal, que me pueda aportar algo nuevo. Por otra parte, los cuentos de hadas, por su propia naturaleza, han evolucionado y cambiado mil veces a lo largo de los siglos. Es lo que tiene la tradición oral, cada uno cuenta la versión del cuento a su manera. No tiene sentido quejarse de que la versión más contada actualmente prescinde de la parte en que Caperucita se come los restos de su abuela
Lo bueno de tener todas las versiones es que cada uno se queda con la que prefiere.
PD. En el caso de Gwendoline Christie, para mí el problema no es que sea una mujer, sino que le falta elegancia y sofisticación. La veo demasiado burda para el papel. Una actriz como Tilda Swinton habría quedado mucho mejor, a mi juicio.