Aprovechando esta lectura en el Club, yo quería traer a colación una comparativa entre
El regreso del caballero oscuro (TDKR) y
Watchmen. Sé que son obras de naturaleza muy distinta, pero sus conexiones son también muy potentes y dignas de ánalisis. Tienen, al menos, tres cosas en común: el momento en que se publicaron (ambas son de 1986), los temas que tratan (con especial énfasis en el análisis de la figura del vigilante como elemento de control social) y las consecuencias que tuvieron en el medio (supusieron un punto de inflexión en el cómic superheroico tras el cual el género nunca volvió a ser el mismo).
En lugar de hacer un análisis estructurado, me limitaré a apuntar algunas ideas a vuelapluma. Pido perdón de antemano si algunas ideas resultan demasiado sentenciosas; mi conocimiento de la historia del cómic tiene muchas limitaciones y puede que en algunas afirmaciones meta la pata (en cuyo caso espero vuestras correcciones).
[OJO:
INCLUYE SPOILERS DE TDKR Y DE WATCHMEN]
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TDKR otorgó complejidad a un superhéroe clásico que, hasta ese momento, era percibido por los lectores como un justiciero arquetípico, sin demasiados matices morales. El Batman clásico era inteligente, de rectitud moral intachable e incluso, como dice Steven, arrogante e insoportable. En otras palabras: era un héroe con un palo metido por el culo. El Batman de Miller, en cambio, es mucho más oscuro, retorcido y de moral laxa (hasta el punto de que llega a matar), lo que lo convierte, para muchos lectores, en un personaje más humano, más imperfecto y más atractivo. Esa actualización de la figura del superhéroe clásico fue revolucionaria. La forma en que Miller analiza la psicología de Batman, sus fobias y obsesiones, sus luces y sus sombras, desde la distancia que otorga la madurez del personaje, y también la oscuridad moral que planea sobre todo el cómic, tuvo que ser un revulsivo importante para el público de aquella época, acostumbrado por lo general al concepto clásico de superhéroe de valores elevadísimos e intachables principios morales.
- Si bien Miller desconstruyó con mucho talento el universo de Batman en
TDKR (reservando espacio incluso para revisitar el origen del personaje, con el asesinato de sus padres, y para ahondar en la psicología de sus enemigos más acérrimos, como Dos Caras o Joker), podemos decir que Alan Moore en
Watchmen fue aún más ambicioso: directamente, deconstruyó todo el cómic de superhéroes. Puso en tela de juicio todos los clichés del género y, por primera vez, vimos cómo sería nuestro mundo (el mundo real en el que vivimos, no el ficticio de los cómics clásicos) si unos cuantos tipos con afán de justicia se enfundaran unas ridículas mallas y se dedicaran a luchar contra el crimen. Solapar de esa forma realidad y ficción también fue revolucionario. Moore hizo un análisis del medio muy lúcido y, por el camino, nos dejó una galería de personajes maravillosos a los que era inevitable comprender y apreciar (incluso a los más radicales, como Ozymandias o el Comediante), porque se preocupó de retratarlos psicológicamente y de explicar las motivaciones de todos y cada uno de ellos. De alguna forma, y esto es una apreciación personal, creo que tiene más mérito lograr que los lectores se enamoren de tus personajes en un cómic que parte de cero (
Watchmen) que en otro que toma prestado a un personaje ya asentado en la cultura popular y querido por todos de antemano (
TDKR), aunque ambos triunfaron en su propósito plenamente.
- El conflicto legal y moral que implica la existencia de un justiciero es uno de los pilares sobre los que se asientan ambos cómics. En el caso de
TDKR, Miller muestra desde todos los ángulos posibles
la reacción social al regreso de Batman a las andadas:
a) La reacción de los criminales. Los Mutantes se consideran enemigos del héroe hasta que, tras la derrota de su líder, cambian de bando y empiezan a considerarse Hijos de Batman.
b) La reacción de los políticos, desde el alcalde de Gotham hasta el presidente de los EE.UU.
c) La reacción de los medios de comunicación. Durante todo el cómic, Miller nos muestra los debates televisivos (entre psicólogos, sociólogos, etc.) que se generan al respecto.
d) Por último, aunque no por ello menos importante, la reacción de la policía, cuya postura está dividida entre los que apoyan a Batman, como Gordon, y los que lo censuran, como Yindel.
Es decir: en
TDKR importa, y mucho, el análisis de la figura del vigilante como elemento de control social. Se pone en tela de juicio su función y hasta qué punto se puede confiar en su criterio para discernir qué es el bien y qué es el mal. Un superhéroe como Batman no cumple las garantías procedimentales; es a la vez juez y verdugo. Si en lugar de tener un código ético afín al nuestro fuese un radical que se toma la justicia por su mano, ¿qué clase de protección tendría el ciudadano ante sus abusos?
- Esto entronca directamente con la idea central de
Watchmen: "
Who watches the Watchmen?". Está muy bien que los justicieros ayuden a detener a los criminales, pero ¿quién vigila a los vigilantes? ¿Qué pasa cuando son prácticamente unos nazis, como el Comediante? ¿Y qué ocurre cuando son utilizados con fines políticos, ideológicos o incluso imperialistas, como ocurrió con el Dr. Manhattan durante la Guerra de Vietnam? En un contexto así, se entiende que los "superhéroes", o vigilantes disfrazados, sean declarados ilegales.
- Una escena clave de
TDKR para entender esta conexión es aquella en que Yindel le dice a Gordon, en la Comisaría, que él representa todo aquello en lo que ella cree, pero que no entiende cómo puede apoyar a un justiciero. Y éste le responde contándole la historia de cómo, durante la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt dejó que atacaran Pearl Harbor con el fin de aprovechar el miedo de sus tropas y convertirlo en espíritu de lucha, de modo que así consiguieron vencer al Eje. Gordon confiesa que muchos inocentes murieron en ese ataque, pero que posiblemente gracias a eso se salvaron otros tantos millones de vidas al ganar la guerra.
- El paralelismo con
Watchmen salta a la vista: se trata prácticamente del mismo discurso que utiliza Ozymandias (Adrian Veidt) para justificar su plan maestro en el clímax narrativo del cómic de Moore. Veidt pretendía salvar a la humanidad de la inminente guerra atómica entre Estados Unidos y la Unión Soviética mediante la simulación de una invasión alienígena en la ciudad de Nueva York, que, aunque aniquilaría a la mitad de la población de la ciudad, lograría la unión de las dos naciones en contra de un supuesto enemigo común, evitando así la muerte de miles de millones. En esencia, es lo mismo que explica Gordon: el fin justifica los medios.
- Tanto Miller como Moore establecieron definitivamente que el comic de superhéroes puede ser un medio de expresión adulto, no enfocado particularmente a un público infantil o juvenil. No digo que la idea naciera con ellos (seguro que podéis pensar en ciertos precedentes), pero sí que la asentaron de forma irrevocable. Y cada uno utilizó unos mimbres diferentes para ello.
a) Miller creó con
TDKR una obra que es todo músculo y nervio narrativo, que te atrapa en la primera página y no te suelta hasta el final, con una trama absorbente (llena de acción y peleas perfectamente ejecutadas, sí, pero a la vez dotada de un rico trasfondo), y en la que, muy inteligentemente, usó como tema vehicular un asunto en el que todo el mundo, pero especialmente el público adulto, podía verse reflejado: la vejez. Qué mejor que un superhéroe en plena madurez para conectar con un público que, rondando los 40 o los 50, tal vez pensaba que los cómics que leían en su juventud ya no estaban hechos para ellos.
b) Por su parte, Moore creó con
Watchmen una obra muy cerebral, de una planificación exquisita, con infinitas referencias e intertextos, de una clara vocación metaficcional (ahí estaban los
Relatos del navío negro, sin ir más lejos), y, de forma también muy inteligente, se aseguró de que se podía disfrutar en distintos niveles de lectura (desde la trama criminal más superficial hasta la reflexión profunda sobre los modelos de autoridad en nuestra sociedad), de modo que tanto un niño como un adulto pudieran conectar con el cómic (aunque, claro está, el adulto podría disfrutarlo de una forma más plena, al percibir la enorme complejidad que encierra la obra).
- ¿Qué cómic es mejor? A mí es casi como si me preguntaran si quiero más a papá o a mamá. Son dos tebeos de 10 sobre 10, cada uno en su estilo y a su manera. Y me encanta que guarden tantas conexiones y se complementen tan maravillosamente el uno al otro.