He leído
Mattéo: Primera época (1914-1915) de Gibrat
El hombre tiende a enmascarar las malas épocas, ya sea de episodios de guerra, pérdida de seres queridos o enfermedades prolongadas. Se nos da bien domesticar las imágenes, hacerlas más digeribles e incluso de darlas un lirismo que roce lo poético. El encanto en este comic, está en que todo la poesía que atesoran las imágenes y los textos de
Gibrat no ahogan (ni lo pretenden) el horror de la guerra y la cotidianeidad de la muerte. Esto es algo que vemos hoy en día en que tan duros momentos nos está tocando pasar. Hablamos con términos de un lirismo duro pero bello literariamente hablando:
Frases como
"Las colas del hambre" para relatarnos la gente a la que el covid les ha arrebatado un trabajo con el que subsistir y nunca pensaron en encontrarse en esta situación, o
"los vagones del silencio" para definir los trenes y metros llenos de gente donde se recomienda no hablar para intentar disminuir el riesgo de contagio, son frases que oímos en los telediarios o leemos en las RRSS con asiduidad. Bellas, sí, pero duras, muy duras también.
Y eso intenta
Gibrat, mostrarnos la guerra desde la poesía de sus dibujos vestidos de acuarela.
Este es el primero de una serie de tomos dedicados a las distintas guerras que han asolado el mundo en el siglo XX, la segunda guerra mundial, la revolución rusa, la guerra civil española y la primera guerra mundial que es la que ocupa este primer tomo. Todo desde la vista de
Mattéo, que vive en un pueblo del sur francés, hijo de un refugiado político español, y que por este motivo, está exento de ser alistado cuando estalla la primera guerra mundial. Pero el hecho de no ir a la guerra, le hace ser diana fácil para ser tachado de cobarde, incluso de ataques xenófobos por parte de franceses que ven con malos ojos cómo un español sigue en el pueblo mientras sus hijos mueren en las trincheras. Pero el detonante para Mattéo será
Juliette, de la que está enamorado, y de sus dardos hirientes que le animan una y otra vez a luchar. Juliette ve la guerra de un modo mitificado, lleno de hombres intrépidos y decididos, que lucharán valientemente y volverán a sus casas con sus trajes militares relucientes y sonrisas victoriosas. Lamentablemente, la guerra solo devuelve hombres derrotados, cegados para siempre por el gas mostaza (
"las colas de los ciegos" podriamos denominarlas copiando a la frase que comenté al principio) o con brazos o piernas perdidos en el fondo enfangado de los hoyos cavados a golpe de obuses de la artillería enemiga.
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Así pues, harto de la presión social, la indiferencia de Juliette, y con el deseo de no sentirse avergonzado por quedarse atrás con los ancianos y los niños,
Mattéo se alista y parte al frente. Y aquí
Gibrat se ceba en mostrarnos la cara sucia de la guerra y sus miserias. Los horizontes en llamas de la artillería a modo de atardeceres infernales, las carreteras de barro con ruedas de camiones y charcos mugrientos, trincheras que huelen a muerte y "tierras de nadie" que serán tumbas de muchos. Bienvenido a la Guerra, parece decirnos
Gibrat, pasa, estás en tu casa. Te mostraré lo más desolador, no ese hombre atrapado en la alambrada, muerto hace rato, ni las balas que siguen percutiendo en su cuerpo impidiendo que se quede inmóvil por fin. Esa es sólo su cara amable, verás cuando pierda timidez y enseñe sus fauces.
Y entre tanta barbarie y tanto terror,
Amelie. Nadie en particular, ni para la trama, al menos de momento, ni para Mattéo, pero que a mí, como lector me ha enamorado. Dulce, frágil a la vez que fuerte, bella. Humana. Y esa frase que nos deja Gibrat tan llena de esperanza: "A la mañana siguiente había recuperado su cara de coraje, radiante de optimismo. Contando con su sonrisa para asegurar el contagio."
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Luego ya, el devenir de la trama, desarrollo de personajes, intrigas del pueblo, triángulos amorosos, aventuras en las trincheras, todo muy bien narrado en un tono como digo, muy poético y adjetivado, pero que en ningún momento peca de memo y muy acorde con ese dibujo tan característico de Gibrat que tan bien sabe dibujar a las mujeres. Me ha gustado bastante, la verdad, y seguiré leyendo los tomos siguientes que espero sigan a este nivel. Un tomo recomendable para románticos que quieran sumergirse en la desolación de la guerra y los estragos del amor.