He leído The Fade Out.
Quizá leerlo ni siquiera se aproxime a la experiencia, porque realmente lo he devorado, por no mencionar la sensación constante de estar viendo una película de los años cuarenta. No me extraña en absoluto que ganara un Premio Eisner, porque es una auténtica obra maestra del cómic, realizada por una pareja de creadores que parecen empeñados en no defraudar nunca, superándose a sí mismos una y otra vez. Ed Brubaker y Sean Phillips vuelven a poner de manifiesto que son los auténticos maestros del género negro en la industria del cómic con una magnífica historia que prácticamente nos traslada a otra época, y nos sumerge en un mundo de conspiraciones y asesinatos dentro de la industria del cine de los años cuarenta. Un auténtico thriller noir que hará las delicias de los amantes del género, y que no dejará indiferente a nadie, gracias a su calidad. Un grandísimo tebeo que he disfrutado muchísimo y que como las grandes películas se presta a futuros revisionados para poder disfrutarla una y otra vez.
Uno de los aspectos que más me ha gustado es la ambientación, lo cual es fruto de un gran trabajo en equipo. Empezando, por su puesto, por el propio guionista, que sabe insuflar vida a sus personajes de un modo tan real, admitiendo que se ha documentado para ellos. Después está el increíble trabajo de Phillips, que sabe reflejar perfectamente el ritmo de la trama, así como la ambientación y la construcción de los personajes. Es prácticamente mágico ver como una obra de este calibre fusiona el guion y el dibujo de tal modo que es imposible concebir una cosa sin la otra. La prosas de Brubaker cobra vida tras los trazos de Phillips en una compenetración que casi roza la perfección. Además, otro valor importante es el coloreado de Elizabeth Breitweiser, un aspecto del que quizá solemos olvidarnos un poco los aficionados, pero aquí adquiere una importancia capital, sobre todo para transmitir esa magnífica ambientación que tenemos como resultado final. Como decía antes, es un gran trabajo en equipo que culmina en un tebeo de altísimo nivel, que o debe faltar en cualquier tebeoteca.
Aunque no se puede dejar de admirar y alabar el trabajo del dibujante y la colorista, debo admitir que a mí lo que más me suele cautivar es la historia en sí misma, en esta o en cualquier obra. En un aspecto global todo está muy bien, pero a mí me fascina la capacidad de Brubaker para construir una historia que transcurre en los años cuarenta, y que prácticamente te traslade allí, hasta el punto que la habitación comience a oler a humo de cigarrillos. Incluso que la relación que surge entre algunos de los protagonistas te emocione hasta el punto de imaginas sus funestas consecuencias. O más aun, que la trama te absorba y no puedas parar de leer hasta llegar a la última página. Todo esto y mucho más es lo que ofrece una obra que posíblemente sea uno de los mejores trabajos de Brubaker, en la órbita de Criminal, aunque debo admitir que me costaría mucho elegir entre una y otra. Quizá ahora me decantaría por esta, pero en una relectura de ambas lo haría por la otra, y sí hasta el infinito. Pero, bueno, la realidad es que The Fade Out está entre los mejore trabajos que ha realizado este dúo artístico, con eso es suficiente.
Como en la mayoría de este tipo de historias donde el suspense juega un papel muy importante, no voy a desvelar nada, ya que pienso que es el lector el que debe ir abriéndose camino por la trama, acompañando en este viaje por los abismos de un guionista de Hollywood en los años cuarenta, que trabaja para un prestigioso estudio tras su regreso de la guerra. La fama, el dinero, el alcohol y las fiestas son elementos habituales de este sector en el que Charlie intenta abrirse camino. Tras una de sus noches de desenfreno descubre muerta a la actriz de la película en la que trabaja, pero como cada noche que se emborracha, apenas recuerda nada. A partir de ahí despega una trama que nos introduce en los aspectos más turbios del mundo del cine de la época mientras nuestro protagonista se debate entre ser el héroe de una de sus historias, o intentar continuar con su vida. Además, iremos descubriendo la relación que tenía con la actriz, así como otros aspectos de aquellos que la rodeaban que nos mostrarán la otra cara del mundo del espectáculo. Debo aclarar que el asesinato, pese a lo que pueda parecer en un principio, no es realmente el motor de la historia, aunque va cobrando protagonismo a medida que nos acercamos al final. Sin embargo, pese a ello, la construcción de los personajes, el propio drama personal que viven muchos de ellos, nos acaban atrapando de tal forma que la resolución del final realmente es lo de menos, ya que lo realmente importante es todo el camino recorrido hasta allí. De hecho, el desenlace es algo tan mundano, tan sencillo y poco espectacular, que realmente no es más que un reflejo de la vida misma, lo que le da aún más peso si cabe y una mayor contundencia al mensaje final de la historia, porque en la vida real ni hay héroes, ni hay justicia. Desde luego, no en un mundo como el que nos presenta aquí el binomio formado por Brubaker y Phillips. Sin duda alguna, género negro en su máxima expresión. Bienvenidos a los gloriosos y oscuros años cuarenta. ¿Te pongo un trago?