Y empezamos a hablar de
Detective Comics #1 (1937), por
Jerry Siegel y Joe Shuster. En este caso nos interesa únicamente la última historia del magazine. Aunque no tiene título, he leído que es comúnmente conocida como "Streets of Chinatown".
La razón por la que Kaulso ha seleccionado esta lectura es que aparecen por primera vez dos personajes que luego fueron reciclados por DC, por lo que he leido con aparición recurrente en Batman: se trata de
Slam Bradley y
Shorty Morgan. ¿Quiénes son estos dos pavos, en serio? Sinceramente, no tengo ni puta idea
Vamos a conocerlos mejor:
La historia comienza con Slam Bradley dando yoyas a unos chinos malincuentes. En medio de la pelea, aparece el Sargento Kelly y se une al festival de mamporros, diciéndole a Slam Bradley que le busca el capitán Frawley. Así que, una vez despachados los chinos, nuestro varonil Slam Bradley aparece por comisaría. Allí se encuentra con Shorty Morgan, un personaje prácticamente caricaturesco en indumentaria Shelrock Holmes style, intentando en vano que nuestro machote Bradley le tome como asistente. En lugar de ello, lo aparta de un manotazo, como parece que es usual, mientras atiende la petición del capitán de atender a Rita Carlisle, hija de un potentado empresario. Resulta que la joven Carlisle quiere de Slam Bradely que le cuide el caniche. En serio
Este responde con varoniles aspavientos y puñetazos en la mesa como protesta por tal indigna empresa. Rita Carlisle exige del capitán Frawley que despida en el acto a Bradley por ser tan maleducado. Pero Frawley le dice que no puede hacerlo, ya que Bradley simplemente es un free lance y no pertenece a la policía. Slam Bradley decide trolear a Shorty Morgan y le dice que tiene el encargo perfecto para él, enviándole con Carlisle para que le cuide el perro. Sin embargo, hete aquí que la cosa se pone fea, pues Carlisle desaparece mientras está de compritas por Chinatown. ¿El Chinatown de qué ciudad? No se dice
Shorty Morgan, que ya se ha encariñado con Mimi, la caniche de Carlisle, llama a Slam Bradley, contándole lo sucedido.
A partir de aquí, tenemos un bizarro festival: Bradley llega rompiendo cosas y pateando chinos de nuevo, en un ejemplo de multiculturalidad encomiable. Ya se sabe que las tiendas de los chinos siempre son misteriosas, así que al final el dependiente Cudeiro habla y le dice que la dama Carlisle se halla en unos pasadizos ocultos tras la tienda, en poder de un terrible asesino llamado Fui Onyui. La tienda tiene un pasillo, que llega a estancias ocultas, que comunica con angostos desfiladeros con barrancos
Por el camino, Shorty y Slam Bradley tendrán que esquivar cuchillos que caen, trampas que se activan, y hasta un dragón, que al final resulta ser un mural realizado con una pintura luminosa para asustar visitantes. De hecho, nuestros protas enuentran el bote de pintura junto al mural. No entraremos en más detalles sobre todo lo que da de sí el bote de pintura fosforito, pero digamos que es divertido de leer
Pero en fin, que a todo esto llegan a una parte del recorrido, que cada vez se parece más a un escenario de Dragones y Mazmorras, donde encuentran a un chino drogado
Sin más, nuestro Slam Bradley le quita las ropas al chino y se las pone él para infiltrarse en la cívica comunidad china. Cambiamos de escena y vemos a la señorita Carlisle siendo sometida a torturas por el villano de Fui. Lo que quiere de ella es que firme un papel, no se dice qué papel ni con qué fin, pero imaginamos que para hacerse con propiedades y/o negocios de la acaudalada familia Carlisle. Como quiera que Carlisle se niega a firmar nada, nuestro villano ordena darle a la chica veinticinco latigazos. Esto es demasiado para Slam Bradley, que al grito de ¡¡¡Ratas amarillas!!!
irrumpe en escena al rescate de nuestra damisela en peligro.
Especialmente chanante es una escena en la que coge a un chino por la coleta y empieza a voltearlo por los aires. Todo un hombre de acción
Nada tiene de raro que el malvado Fui Onyui decida la discrección al valor y huya escaleras arriba, aunque de nada le vale, ya que Shorty Morgan había rociado el suelo con pez, de forma que Fui queda atrapado al pegarse sus pies a la sustancia.
¿Qué nos queda para terminar? Pues poco más: Slam Bradley anuncia a Shorty Morgan que a partir de ahora serán socios por haberle ayudado a capturar a Fui y Rita Carlisle se lanza en brazos de Bradley y le besa. Sin embargo, unos días más tarde, cuando Carlisle le dice a Bradley que quiere verle otra vez, Bradley le dice que lo siento pero que aunque buscan problemas no quieren problemas de mujeres. Y así, Fary style, contra el hombre blandengue, acaba nuestra historia.
La verdad es que es una historia terrible de principio a fin, no sabría ni por dónde empezar. Creo que incluso para los estándares de los años 30 es una historia increíblemente racista
Ya no es solo por la visión estereotipada de orientales con coletas, bigotitos, sombreros y túnicas típicos, es que el propio Bradley los llama "ratas amarillas". Para mear y no echar gota. En fin, poco más podemos sacar de aquí que no sea el contexto y sacarle los colores a Jerry Siegel y Joe Shuster, autores de esta magna obra, que más adelante crearían al propio Superman, como ya sabemos todos. Una historia para olvidar y poco más, enmarcada en un contexto pre-superheroico.
Y ahora sí que con esto nos hemos puesto al día pese al pequeño desorden con el que empezamos. Ya vamos bien cronológicamente. Como siempre, feedback y comentarios de estas y otras lecturas son muy bienvenidas