De todas maneras, cuando hablo del desmesurado ego de Byrne, no me refiero tanto a esto (que también) como sobre todo a cuando lees declaraciones suyas hablando de su trabajo y despreciando el de otros. Ese tipo de comentarios sólo se toleran (y ya cuesta) si los hace alguien de inmenso talento y con sentido del humor, como cuando DeFalco le mandó a Buscema el guion de la Novela gráfica de Lobezno y unos días después a la pregunta de “¿qué te ha parecido?”, éste contestó “Bueno, no es Shakespeare, pero intentaré arreglarlo”.
Byrne en sus buenos tiempos iba inflado de ego hasta lo nauseabundo, y lo hacía con una arrogancia carente de la más mínima gracia, como la frase de Buscema. Joder, tío, qué mala sombra tienes, y no eres ni la mitad de bueno de lo que te piensas.
Aunque supongo que la culpa la tienen más sus incondicionales que él, que le hicieron creer que era mucho mejor de lo que era.
Y recalco el “era”.