La gracia es que el guionista de X-Men más parecido a Morrison que jamás haya existido es Chris Claremont.
Es decir, ambos llegaron a una serie agotada, trastocaron todo lo que había dándole un vuelco y dejándolo irreconocible, y dándole una patada en la boca a "los fans de toda la vida".
¿Cuántas cartas como estas no recibiría Morrison?
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Muchos se sintieron como Busiek en su día, ni más ni menos. Aquella no era su Patrulla-X, ni sus personajes, ni su forma de escribirlos. Había personajes desagradables (como Lobezno en su día) y un forma demasiado moderna y transgresora de hacer las cosas. Ambas curiosamente fueron "La Nueva Patrulla-X" de su época (de hecho Morrison diseñó el logo como una petición expresa). Ambas han sido las etapas más influyentes de todos los que han venido detrás, y quienes han marcado a más guionistas.
En fin, que curiosamente, ambas etapas tienen más en común conceptualmente de lo que parece. Pero vaya, entiendo que a muchos les explotara la cabeza en su día, porque el cambio fue brutal. Conozco muchos lectores de toda la vida que se quedaron ahí (mi hermano, que empezó a leer conmigo, por ejemplo, se bajó de los mutantes entonces, se quedó descolgado y no ha vuelto hasta ahora con Hickman).
Más allá de que guste o no, la etapa tiene una calidad excelsa, y es de lo mejor que se ha hecho en la franquicia. Y lo digo habiéndola leído toda, toda, toda, en una franquicia no precisamente pequeña o fácil de seguir. Pese a sus carencias, como el baile de dibujantes, algunos fallos en caracterización o la bajada de algún arco, merece mucho la pena siempre que uno no odie la forma de escribir de Morrison, que tampoco es para cualquier lector.
Y por supuesto, Frank Quitely es un dibujante de 10 y uno de los mejores narradores del mundo del cómic.
Grande Frank