He leído
Marvel Limited Edition Shang-Chi: Cruzando líneas.
Tras haber disfrutado tanto con la serie clásica, y a pesar de tener ciertas dudas, me decidí a darle una oportunidad a este recopilatorio, que creo que supone un ben complemento a todo lo anterior, además de completar un poco la trayectoria del maestro del kung fu. En líneas generales me ha gustado mucho, aunque tiene sus altibajos, todo hay que decirlo. Hay cómics mejores, otros peores y nunca volverá a brillar el concepto tanto como en épocas anteriores, pero sigue siendo una lectura amena y bastante entretenida, con grandes dosis de acción y filosofía oriental, explotando el concepto original bastante bien. Quizá para aquellos que solo querían la serie clásica es totalmente innecesario, pero teniendo en cuenta la presencia mayoritaria de Doug Moench, pienso que en cierta forma esta compilación no es algo innecesaria, sino más bien un buen complemento a su trabajo previo. De hecho, es una de las veces en las que la edición española supera a la estadounidense, ya que van más allá del contenido de los Omnibus, añadiendo todo el material de interés protagonizado por Shang-Chi, dando como resultado un recopilatorio bastante completo.
Como seguramente muchos foreros sabrán, Moench se marchó de Marvel por desavenencias con el editor Jim Shooter, como tantos otros. Eso provocó que abandonara series como el Caballero Luna o la protagonizada por el maestro del kung fu. Un tiempo después, cuando el propio Shooter fue despedido, algunos editores de Marvel decidieron llamar a a la gran mayoría de artistas que se habían ido descontentos de la editorial, con la promesa de que ya no tendrían tantas injerencias editoriales y podrían disfrutar de cierta libertad para retomar a personajes o series con los que habían dejado para el recuerdo etapas muy exitosas. De ese modo, Moench recibía la oferta de retomar a Shang-Chi y su combinación de espionaje y artes marciales en sus juegos de muerte y engaños. Su primera toma de contacto sería un serial de Marvel Comics Presents, que se desarrollaría en capítulos de 8 páginas durante ocho entregas de la colección genérica. Moench estaría acompañado del dibujante Tom Grindberg para reunir al elenco de personajes habituales de la serie, incluyendo al Gato, en lo que será una lucha por el trafico de armas y drogas en el corazón de China. El propio Moench reconoce que la historia es bastante floja y que no estuvo muy satisfecho con ella. Aunque el guionista alude al formato, incluso admite que quizá estaba un poco oxidado, la verdad es que gran parte de la culpa es del artista Tom Grindberg, cuyo irregular trazo no ayuda a meternos en la trama. Si bien es cierto que Moench tampoco está muy inspirado, construyendo un argumento que va perdiendo la fluidez y que en el formato por entregas tampoco le beneficia demasiado, la estética del dibujo, incluso la narrativa, me parece que es el aspecto más negativo de esta propuesta.
A continuación, se incluye el especial
Bleeding Black, que sería una secuela del serial, pensado inicialmente para Marvel Comics Presents, pero que al final vio la luz en un
one-shot con mayor extensión de lo habitual. Aquí la cosa cambia sustancialmente, ya que vemos a Moench mucho más inspirado y cuenta con la presencia de los hermanos del artista Gene Day, David y Dan Day, los cuales quisieron homenajear su trabajo a su hermano fallecido. Independientemente del cariño con el que hicieran su trabajo, además de intentar insuflar parte de su estilo emulando a su hermano, la verdad es que los hermanos Day están muy por encima de Grindberg, tanto en intencionalidad como en ejecución. Además, Moench recupera a conocidos antagonistas como Zarán, o una segunda encarnación de él, que apoya esa sensación de continuidad. A mí esta historia me ha gustado mucho, creo que es la que sirve realmente para recuperar el espíritu de la serie original. Por ejemplo, tenemos un nuevo villano sin manos, algo bastante habitual en esta serie, aunque aquí se explica como solucionaba este problema, aunque nos parezca algo inverosímil. Curiosamente, en estas dos historias, se produce un hecho importante, ya que
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Algo que posteriormente ha caído en el olvido y que nadie parece recordar.
Después tenemos un especial donde Shang-Chi comparte protagonismo con el Caballero Luna, dos de los personajes fetiches de Moench juntos, ilustrados por el dibujante Art Nichols. La verdad es que artísticamente llegamos a un momento bastante moderno, por decirlo de algún modo, en el que la estética y la narrativa es propia de esa época. No es un horror, pero tampoco es nada especialmente destacable. Diría que cumple su función para que el guionista cuente su historia, poco más. A pesar de que ambos personajes tienen su pequeña parcela bien definida, la trama gira en torno a un viejo conocido de Shang-Chi, lo que nos llevará a la isla de Mordillo. La verdad es que el concepto como tal de isla de juguetes locos sigue funcionando, pero a mí me gustaba más en la serie clásica. Seguidamente, tenemos un nuevo serial, esta vez dentro de la cabecera
Journey Into Mystery con un Shang-Chi en solitario. De nuevo volvemos a China como escenario, así como la eterna lucha contra el tráfico de armas y las drogas, aunque en esta ocasión con una figura tras los bajos fondos que tendrá cierta relación con el protagonista. Aquí podemos ver algunos de los recursos que emplearon los autores para continuar utilizando a ciertos personajes, aunque no pudieran emplear sus verdaderos nombres, por haber perdido los derechos sobre las creaciones de Sax Rhomer, por lo que parece por haber dejado pasar la renovación en la fecha que tocaba. La verdad es que el guionista Ben Raab no lo hace nada mal. Quizá bebe demasiado dle cliché de las películas de acción de los noventa, pero encaja bien con la filosofía del personaje. No obstante, lo que más choca es el arte de Brian Hagen, el cual moderniza bastante el aspecto de Shang-Chi, en un intento de adecuarlo al paso de los tiempos, cortándole el pelo y con un tatuaje que le cubre todo el brazo, además de vestir con camisa de tirantes. Gráficamente no está mal, y entra dentro del tono que imprime Raab a su historia, pero creo que es otro vano intento de modernizar un concepto que no necesita ser modernizado. No obstante, la lectura es entretenida y en esencia tenemos al Shang-Chi de siempre. A mí me ha gustado, me esperaba algo peor, sinceramente.
En el tramo final, tenemos la miniserie de 6 números publicada en la línea MAX, que servía para reunir de nuevo a Doug Moench y Paul Gulacy , en una reunión no solo del equipo creativo, sino también de los propios personajes, separados durante todo este tiempo. Mi sensación es la misma que en una reunión de antiguos alumnos. Los ves, pasas un rato recordando viejos tiempos, pero ya nada es igual. Esta miniserie encajaría bien en esa definición. Es una buena historia, tiene todos los elementos que hicieron famosa a la etapa de ambos autores en la serie clásica, pero ni Gulacy tiene la frescura de la época, ni las ideas de Moench son tan destacables como entonces. De todas formas, es una historia bastante chula, con un trasfondo reflexivo y un mensaje final aleccionador, pero también con mucha acción, mujeres sexys y esa combinación entre espionaje y artes marciales con un toque dramático familiar tan propio de nuestro protagonista. Quizá hay algunos excesos, pero es un buen broche final para el trabajo de dos autores que marcaron época con el personaje. Para terminar, tenemos un cómic moderno, enmarcado en en la actual Marvel Legacy, y que pretende continuar la numeración de la serie original, aunque realmente es una historia autoconclusiva en la que se pretende narrar un día libre en la vida de Shang-Chi. Lejos de los secundarios habituales, el maestro del kung fu nos presenta a un nuevo amigo suyo que estará relacionado con un curiosa trama en la que tenemos el rapto de un pulpo y la enseñanza de artes marciales a ciertos animales. Aunque en un principio pensé que se iba a convertir la historia en un sucedáneo de ciertas tortugas, al final era más bien otra cosa. De todas formas, es algo más anecdótico que otra cosa. Más bien un extra curioso y que sirve para completar un poco más este recopilatorio, así como la trayectoria del personaje hasta nuestros días.
Como decía al principio, yo he disfrutado con este tomo bastante. Más de lo que esperaba, incluso. Es cierto que es un volumen con material muy disperso, a veces un poco irregular, y quizá solo enfocado a lectores completistas, pero la verdad es que en ocasiones también viene bien que se recupere cierto material que difícilmente vería la luz de otro modo. No me atrevo a recomendar el tomo alegremente, pero con todo lo expuesto, creo que ya cada uno puede valorar sus inquietudes y si le interesa más o menos. Yo, por mi parte, me despido de Shang-Chi, hasta la próxima moda de las artes marciales. Al fin y al cabo, todo esto es cíclico...