He leído Shock, la antología de Aftershock.
Nada, no hago carrera con esta editorial. Otro tomo que me ha parecido bastante flojo, aunque al ser una antología, era de esperar. Siempre hay historias flojas, y a menos que el coordinador tenga un buen gusto impecable, se cuela muchísima morralla, como ocurre con esta.
Tenemos auténticos tiros en el pie, de una escritura y concepto superficiales y telegrafiados hasta el extremo. Destacan negativamente la historia de Paul Jenkins (en su vertiente más lacrimógena, impostada e inverosímil, con una historia que se ve venir de lejos, y que es imposible que se crea nadie), y la inclasificable Marguerite Benett, que si no es una de las peores guionistas del panorama actual, poco le falta. Lo de esta mujer merece ser estudiado, porque me resulta difícil encontrar a un guionista más simplón, condescendiente e impostado que ella. La historia, además, te mastica literalmente todo lo que ocurre, que si ya era poco ingenioso, pormenorizado es para tirarle algo a la cabeza. Manía de explicar las cosas que ya se ven dibujadas (mira, es un coche, mira, es un gato), y coger de la mano al lector hasta la última viñeta (uy, lo que han encontrado en el río). Para olvidar.
En el lado luminoso, creo que ganan por goleada Neil Gaiman y Mike Carey, con las mejores historias de largo. Un poema victoriano y una gran historia en formato diario. Si todo el tomo tuviera este nivel, sin duda, sería un cómic muy a tener en cuenta. Hay otras historias cuyo concepto o tratamiento no están mal, pero que claramente son preludios, no relatos cortos. Me sorprende que un autor no sepa ver la diferencia entre lo que es una presentación de una historia larga y un relato breve, porque muchas no cierran nada, y plantean historias que tienen un desarrollo más extenso detrás. Algo así ocurre con la de Azzarello, que está bastante bien, pero cuyo final no puede ser nunca un final. Con todo, es la menos grave de estos supuestos, y epata lo suficiente. La de Bill Willingham sí que peca de ello, pues su historia es solo el comienzo de algo mayor, y no un fin en sí mismo. Bastante mejor funciona la fábula de Frank Tieri, que sin ser nada original, tiene su gracia y está bien pensada.
Por lo demás, un puñado de autores que no conocen ni en su casa, algunas viejas glorias, y otro puñado de historias que no están mal, como la del mismo Pruett.
En definitiva, tomo poco interesante en conjunto, de calidad justita.