De Los combates cotidianos de Manu Larcenet.
"Mi padre ha muerto.
Creo que todavía no me he percatado de la extensión del cataclismo. Cuando no esté anestesiado por la brutalidad de su desaparición, entreveré, acaso, la última extensión del duelo.
Para conjurar al miedo, ya desde muy niño, imaginaba ese momento con todo detalle. Fantaseé tanto con él, que cuando llegó me sentí aliviado. Era como si me hubiera dicho: "ya está, ya ha ocurrido. Un horror menos que vivir, algo es algo".
Pero en todas esas fantasías morbidas, en aquellas escenificaciones, en aquella preparación ritual, hay algo que yo no podía saber... nada te prepara para la permanencia de la abominacion."