Acabo de terminar algo maravilloso.
Lo que más me gustan son los monstruos de Emil Ferris.
Quede por delante que no voy a ser capaz de hacer justicia a tanta genialidad. Y es que estamos ante una obra total, argumento, dibujo, reflexiones, personajes... Es un todo perfecto que la convierte en una obra realmente recomendable.
Pero empecemos por el principio. Ante nosotros tenemos un señor tocho, más de 400 páginas de gran tamaño que simulan el cuaderno de una niña de 10 años, Karen Reyes, una niña asombrosa que adora el cine de terror clásico, la pintura y los comics. Su amor por los monstruos clásicos es tal que ella misma desea ser uno de ellos, de ahí que siempre se dibuje a sí misma como una niña lobo.
Ambientada en el uptown de Chicago en los años 60, a lo largo de esta suerte de diario iremos desentrañando un crimen, el asesinato de la hermosa vecina de la protagonista, mientras conocemos a todos los personajes que forman parte de la vida de Karen, su madre beata, su hermano artista, sus extraños vecinos... Y somos partícipes de su día a día, en un colegio en el que la tachan de rara y abusan de ella de multitud de formas.
Además, el diario está plagado de reflexiones profundas sobre el ser humano, la xenofobia, la pobreza o el destino, a pesar de que todas esas reflexiones parten de una niña se hacen con un tono que mezcla perfectamente la inocencia de la niñez con la madurez precoz a la que se ve obligada la protagonista.
Pero si en algo destaca este tomo es a nivel artístico, durante todo el comic Emil usa multitud de técnicas con una desenvoltura asombrosa, dibujando desde escenarios con mucho detalle hasta cuadros del museo que visita Karen frecuentemente.
Además, el diario tiene capítulos separados por portadas que simulan obras de terror y ciencia ficción clásicas.
Es una obra de arte, sin más.
Una cosa a tener en cuenta es que no es una obra cerrada, la historia tiene un cliffhanger final y habrá que esperar a la segunda parte para poder conocer toda la verdad. No obstante, este tomo es 100% disfrutable por sí solo.