He leído
Marvel Limited Edition Shang-Chi maestro del kung-fu.
No voy a extenderme mucho, porque en el
primer mensaje de este hilo tenéis una serie de magníficos artículos de
Taneeler Tivan que diseccionan toda la trayectoria del personaje en esta época clásica, mucho mejor de lo que lo podría yo hacer jamás, así como una más humilde aproximación de mi parte hacia el hijo de Fu Manchú. Por lo tanto, me centraré un poco más en que sensaciones me ha dejado esta lectura.
Últimamente, tengo que reconocer que estoy dando de lleno con las lecturas que estoy realizando. Durante mi infancia me topé con Shang Chi mediante un tomo de Vértice en plena etapa dorada de Moench y Gulacy, que posteriormente disfruté en todo su esplendor gracias a tres tomos de Forum, que compré en cuanto conocí su publicación, en un tiempo en el que todo lo que compraba en materia de cómics era a través de un catálogo. Que Panini y SD tuviesen la posibilidad de recuperar esta serie al completo, y poder leerla de manera cronológica prácticamente es un sueño hecho realidad, aunque ya había encontrado la serie en digital, no pude resistirme a tenerla físicamente. A mí el tema de las artes marciales siempre me atrajo, al menos en lo que a su representación cinematográfica se refiere. Recuerdo ir con mi padre, un gran aficionado al cine de acción en su época, cada vez que se veía una de estas películas en las carteleras. No obstante, en los noventa, incluso una década después, quise revisitar muchas de aquellas cintas y la verdad es que a la mayoría de ellas el tiempo no les había sentado muy bien, ni siquiera a los grandes títulos protagonizados por el legendario Bruce Lee, no hablemos de otras películas del género, aunque sí se encontraban films más o menos dignos entre toda la morralla. De ese modo, afrontaba la lectura de este tomo con una mezcla de temor y a su vez con cierta añoranza de poder disfrutar de una temática que bien tratada puede resultar interesante.
Cabe destacar que en este tomo ni siquiera se encuentra la que yo considero la etapa dorada de Moench y Gulacy, aunque sí que comienza su colaboración tanto en el medio como en un título Marvel, por lo que si este tomo gusta, en el siguiente la serie aún mejora mucho más. Y la verdad es que yo he disfrutado mucho con la lectura de este tomo. Hablamos de un volumen de cierto grosor, con prácticamente 500 páginas de historieta, en la que Steve Englehart y Jim Starlin dan vida a un personaje aprovechando las sinergias del momento, impulsadas por la serie Kung Fu, como los propios autores explican detalladamente en el inicio del recopilatorio, en una serie de introducciones muy interesantes. Yo creo que Englehart da en el clavo desde le primer momento, consiguiendo que los dos primeros cómics del chino sean muy buenos, dosificando la acción entre la filosofía oriental, además de construir unos personajes muy interesantes. Un hijo enfrentado a su padre, que le ha mantenido alejado del mundo real, para poder orientarlo en sus fines maquiavélicos. Una instrucción que lo ha convertido en un arma mortal humana, pero también en un estudioso de la filosofía y un pensador, como queda retratado en sus pensamientos, los cuales son utilizados como textos de apoyo a lo largo de los cómics. Por otro lado, Starlin realiza un magnífico trabajo, consiguiendo que el protagonista tenga mucha agilidad, pero sobre todo destacando su narrativa, con muy buenas coreografías que ofrecen un resultado final notable. En la suma de sus partes, Shang-Chi arranca muy fuerte. Después llegaría Moench que mantiene una línea continuista y comienza a sumar personajes, algo que de alguna forma el propio público demanda. está claro que la dinámica inicial es interesante, y Moench sabe muy bien redirigir la serie, incluyendo el espionaje, captando en cierta forma el tono pulp de las novelas de Rhomer, para que no todo recaiga en las artes marciales. Incluso introduce temas como el racismo, y sigue con la filosofía oriental, ofreciendo esa compleja dicotomía del protagonista, que busca la paz y la no violencia, pero se ve obligado a luchar bien por la persecución de su padre, bien porque debe evitar que cumpla sus planes. Antes de que se agote la fórmula van apareciendo personajes interesantes como Fah Lo Suee, la hija de Fu Manchú, y hermanastra de Chi, también heredada de las novelas de Rhomer, que más tarde tendrán una evolución más interesante aún, pero que en sus inicios bordea con los sobrenatural, casi como una hija del Diablo. También tenemos la presentación de Clive Reston, un descendiente de Sherlock Holmes y James Bond, el agente británico definitivo. Otro que evolucionará positivamente en el próximo volumen.
La realidad es que el paso del tiempo no ha hecho demasiada mella en estas historias. Durante esta semana le dedicaba algo de tiempo durante cada día y acaba totalmente enganchado a la lectura. Casi sin darme cuenta alcanzaba las 250 páginas, incluso comenzaba a darme pena que se acabara tan pronto. He disfrutado mucho con una lectura que se me ha hecho corta y que me ha dejado con ganas de más; de mucho más. En mi opinión, Moench encuentra un equilibrio entre la exposición de la filosofía y la narrativa, salvo en ocasiones muy puntuales que sí que se puede hacer algo repetitivo, pero creo que son las mínimas. Englehart deja el listón muy alto, pero creo que Moench está a la altura de las circunstancia, incluso consigue tomarle el pulso rápidamente, haciendo al personaje suyo, añadiendo más elementos de las novelas de Rhomer. Gráficamente es una auténtica delicia, ya que podemos ver el aterrizaje de un joven Paul Gulacy, que desde el principio se le ven unas claras influencias sobre el trabajo de Jim Steranko, no solo en su representación y movimiento de los personajes, sino en esa narrativa al más puro estilo
travelling. A pesar de que se puede ver un inmenso potencial en él, dejando algunas viñetas francamente buenas, como la escena del laberinto, lo mejor está aún por llegar, ya que el artista tiene que pulir mucho su trazo, evolucionar en muchos aspectos y forjar su propio estilo, dejando en esta serie uno de sus mejores trabajos. Aunque lo sustituyen artistas como Keith Pollard o John Buscema, cada vez que se ausenta se le echa mucho de menos, porque poco a poco va imprimiendo un estilo personal a la serie, con la que en cierta forma el lector se acaba identificando. Asimismo, en este tomo vemos como se forja esa unión entre guionista y dibujante que madura en el transcurso de la serie, y que seguirá con el paso del tiempo en otros trabajos.
Por último, destacar algunos aspectos de la edición, que en líneas generales está bastante bien. Si ser un especial admirador de los diseños de las portadas, este no ha quedado mal del todo, además los problemas de encuadernación parece que son cosas del pasado y nada de crujidos, ni fragilidades inesperadas. Me ha gustado leer los correos, que sirven para ponerte en situación, así como para comparara las opiniones de los lectores de la época con las mías propias a medida que avanzo en la lectura. Es curioso ver como son especialmente críticos con el tratamiento de los personajes o la propia filosofía oriental, así como la susceptibilidad que transmite el tema del racismo hacia el villano. Incluso solicitan que la serie vaya en una dirección o en otra, acertando sospechosamente, no sé si porque sirven de ayuda al guionista, o porque al fin y al cabo es lo más sensato para que la serie no pierda su fuerza inicial, diluida en un esquema de repetición. Sea como sea, no deja de ser un extra muy interesante. Quizá el único tirón de orejas deba recaer en el apartado de las erratas, sobre todo en la primera mitad del tomo, donde he visto omisión de palabras en diferentes frases, por lo menos diría que han sido unas 10 erratas o así. Tampoco son muchas para un tomo de 500 páginas, ni tampoco son especialmente graves, pero es un dato más, aunque no creo que desestabilice la balanza. En definitiva, una buena edición, algo cara, eso sí, que nos permite conocer de primera mano el debut del maestro del kung-fu que a pesar de ser producto de una época muy concreta, ofrece hoy en día una lectura muy entretenida y de calidad. Uno de esos clásicos que merece la pena tener, aunque sea pagando un pequeño sobreprecio, como es este caso. Y a lo tonto, esta línea ha deparado ya bastante joyas clásicas de Marvel, que parece que no esperábamos ver en mucho tiempo en nuestro país. Todo no podía ser negativo, la filosofía oriental también la podemos ejercer aquí, para así poder seguir, como el protagonista, en nuestro interminable camino de avance y conocimiento de espíritu. Que Buda y tao os guíen hasta el próximo tomo...