He leído
Ken Parker Nº 16.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
En este volumen, tenemos dos nuevas historias escritas por Giancarlo Berardi y Maurizio Montero, cuyo eje central es el conflicto con los indios. Son dos relatos que unen sus raíces en uno de los temas principales del género, pero desde un punto de vista crítico. Dejando al lado la representación típica de los indios como los malos de la película, por así decirlo, sino más bien profundizando en un conflicto que tiene sus ambigüedades. Como suele ser habitual, la serie sigue teniendo como puntos fuertes la caracterización de los personajes, los cuales a través de su historia personal consiguen crear cierto nexo de unión con el lector, de manera que la lectura tiene su impacto emocional. Este tomo es otra muestra más de lo grande que es esta serie, mostrando niveles de calidad y profundidad similares a Blueberry, la gran obra de referencia, y que quizá no tuvo una mayor repercusión en el medio por tener un apartado gráfico menos llamativo, con artistas solventes, pero sin el talento natural de Moebius. Ya lo he comentado en otras ocasiones, no es que el dibujo sea malo, simplemente es que le falta ese punto habitual en la BD europea, con viñetas recargadas o un mayor acercamiento al realismo, además de que el formato en blanco y negro creo que también le perjudica un poco. No obstante, a pesar de ese pequeño hándicap, la serie es una auténtica maravilla y sigue estando a un nivel altísimo después de haber superado las 30 entregas originales.
Comenzamos con
"Las colinas sagradas", una historia particularmente interesante, ya que se centra en un dura crítica hacia la intolerancia humana y el odio irracional del hombre blanco hacia los nativos americanos, a pesar de que los están echando de su propio lugar de nacimiento. La conquista del Salvaje Oeste provocaría el conflicto con los indios de todos conocidos, que en un intento por mantener la paz se limitarían zonas convertidas en reservas indias. Este es el escenario de un relato que lleva a nuestro protagonista, Ken Parker, a la localidad de Sundance, tras socorrer a una diligencia después de ser atacada por los indios. Este es el punto de partida de una aventura en la que Parker ayudará a una joven que busca a su tío, un buscador de oro, a la vez que intenta desenmascarar una conspiración orquestada por los dirigentes de la ciudad y que tiene como trasfondo la búsqueda de oro y el tráfico de armas a los indios. Además, tendremos la presencia de Toro Sentado, una importante figura histórica dentro de los sioux, que será un aliado de Parker en su intento de evitar una guerra entre ambos bandos, propiciada tanto por el odio del hombre blanco como por las rencillas intestinas entre las diferentes comunidades indias.
Me parece destacable lo elaborado de la trama, utilizando diferentes elementos. Por un lado tenemos el odio irreversible entre los sioux y los crown, mientras que por otro lado tenemos a un pueblo que quiere aprovechar la fiebre del oro para lucrarse, además de comerciar con armas. Toda una confabulación a distintos niveles que nos muestra la pero faceta del ser humano. En el apartado gráfico tenemos a Bruno Murraffa, para mí uno de los mejores dibujantes de esta serie, que destaca en la faceta narrativa y en su profusión por el detalle. Las escenas de acción están perfectamente coreografiadas, sus personajes transmiten emociones y el dibujo es en general muy sólido y combina muy bien las sombras y las luces, con un entintado muy pronunciado. En mi opinión, la mejor historia de este tomo, en cuando lo redondo de su resultado.
La segunda parte de esta entrega nos deja "La leyenda del general", lo que supone al tablero de dibujo el regreso de Ivo Milazzo, acompañado de Carlo Ambrosini. Las comparaciones son odiosas, pero aunque reconozco que Murraffa me gusta mucho más, Milazzo muestra una evolución bastante positiva. Me sigue pareciendo ver algunas irregularidades, una falta de solidez en algunas páginas, pero lo cierto y verdad es que el dibujo ha mejorado mucho desde las primeras entregas. La historia, como el propio título sugiere, gira en torno a la figura del general Custer, en un intento de profundizar un poco en este personaje histórico, con sus luces y sus sombras. Ya cuando leí la saga de Blueberry en la que este personaje tenía un tratamiento algo diferente del héroe que todos tenemos en mente y que es el que ha trascendido un poco a la filmografía del género que yo recuerdo. Aquí sucede igual, pero los guionistas se mantienen un poco al margen, añadiendo bastante ambigüedad, siendo el lector el que debe sacar sus propias conclusiones. Y es que Custer es visto de diferentes formas según con quién hables. Curiosamente, Parker, asignado como explorador al 7º de caballería de Custer, llega un mes tarde a su puesto por un error tipográfico, teniendo que intentar unirse al general. Ninguno de los dos se conocerá en ningún momento, por lo que Parker tendrá que formarse su propia opinión según le van exponiendo las diferentes versiones de Custer que conocen sus interlocutores, igual que el lector. Hay que reconocer que el gran héroe americano queda un poco malparado, sobre todo porque en esta historia se expone
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A pesar de que su propia mujer es quizá la que nos muestra una faceta más benévola de Custer. Para rematar, los autores incluyen un hecho histórico como la defensa de Little Bighorn, que lejos de presentarla como algo heroico y de cierta estoicidad militar,
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Esto es algo que a mí me ha sorprendido bastante, aunque hay que reconocer que tiene cierta lógica.
En definitiva, una historia que en cierta forma desmonta un mito, pero que realmente no es el eje central de la trama, si no más bien un trasfondo, ya que la aventura narra las peripecias de Parker a la hora de reunirse con el General Custer, lo cual no consigue. Además, supone un punto de inflexión en la trayectoria del personaje, que decide dejar el ejército por una serie de convicciones morales y personales, que engarzan bien con su carácter y personalidad tan bien definidas, demostrando una vez más que en un mundo tan salvaje como el oeste americano, también puede encajar un trampero lírico y sentimental.