He leído MLE Howard el Pato: Metamorfosis.
Me ha gustado mucho este segundo y último tomo que recupera la sería clásica de nuestro pato interdimensional, aunque debo reconocer que está un peldaño por debajo del anterior. No tanto por el trabajo de Gerber, que sigue en su más que interesante línea, sino por sus sucesores, que si bien mantienen el tono histriónico y sarcástico del personaje, se quedan solo en lo superficial, eliminando o diluyendo gran parte de su trasfondo crítico y subversivo. No obstante, siguen siendo tebeos inusuales y divertidos, a pesar de que no cuenten con el talento excepcional de su creador.
No creo que se pueda obviar el talento del artista Gene Colan, cuya solidez gráfica aporta mucho a los guiones de Gerber, algo que nota en las ausencias del maestro, aunque son muy pocas. Posiblemente el ingenio y la imaginación del guionista eclipsan el excelente trabajo de Colan, que en cierta forma también es una parte esencial del éxito de esta obra. Por otro lado, Gerber continúa utilizando el humor y el sarcasmo para disfrazar temas de carácter social y crítico como su particular visión sobre la censura en el arte, posiblemente dirigiendo su mirada de forma descarada al Comics Code Authority, hacia la superficialidad de una sociedad materialista, o incluso hacia las complicadas relaciones de pareja. Además, emplea la sátira para mostrar su particular versión de Star Wars, con una guerra que se produce en el espacio, pero que está basada en hechos tan mundanos como el consumismo y la banalidad del ser humano, un importante conflicto del que hay que salvar al mundo, para los que nuestro protagonista contará con un grupo con ciertas similitudes al que encontramos en la saga de George Lucas.
Pero si hay un protagonista que brilla con cierta intensidad en este volumen es el Doctor Bong, una creación tan surrealista como interesante, que parece hundir sus raíces en el clásico de la literatura "La isla del Doctor Moreau", lo que le permite a Gerber explorar la posibilidad de que Howard dejase de ser un pato para convertirse en lo que el denomina un "mono sin pelo". También cabría señalar la crítica hacia el propio medio y sus limitaciones, destacando especialmente un fill-in en el que el escritor abandona todos los convencionalismos y nos presenta un Gerber un cómic sin viñetas, solo con textos en los que prácticamente habla de sí mismo, a pesar que en todo momento tengamos un diálogo con su creación. Sin embargo, no es más que la forma en la que el autor abre su mente al lector y desgrana como le afectan momentos de su vida durante aquella época, así como sus inquietudes como escritor de cómics.
Quizá la parte más convencional de la serie está prácticamente al final, cuando Howard se en inmerso en una aventura junto al Circo del Crimen, aunque es contra su voluntad. A pesar de que el autor introduce perspectivas diferentes sobre la vida de estos villanos, incluso tenemos una violación encubierta y algunas de sus excentricidades, la saga acaba convirtiéndose en una típica lucha de "héroe" (aunque Howard no es ningún héroe y él mismo se empeña una y otra vez de intentar huir de ese concepto) contra villano, de lo cual se había separado siempre esta serie desde sus inicios. Da igual que tuviésemos a figuras antagonistas como Konglomerado (otro ejemplo de crítica antisistema) , un hombre burbuja que limpia la suciedad de la sociedad, un hombre nabo, un castor gigante u otro tipo de personajes tan extravagantes como interesantes en su fondo, la historia de Howard no va de héroes contra villanos, sino de una lección sobre la vida y una reflexión sobre aquellos aspectos de la misma que quizá no son como debieran, aunque todos lo hallamos aceptado así. Es en ese momento donde la cabecera toma un cariz más habitual, aunque con ciertos matices, cuando se pierde, bajo mi punto de vista, el factor más importante e interesante del proyecto, a pesar de aún mantiene cierta frescura y ofrece una lectura amena y divertida.
Los sucesores de Gerber hacen lo que pueden. La historia de Marv Wolfman no está mal del todo y se nota la presencia de Mary Skrenes, una escritora que conocía bien a Gerber y colaboró con él en muchas ocasiones. Creo que tuvieron incluso una relación personal, pero no estoy seguro del todo. En estos aspectos me pierdo un poco, la verdad. Mark Evanier, en colaboración con el propio Gerber mantiene un poco el tipo, pero se decanta más por la parodia, aunque sí es cierto que incluye cierto a denuncia social hacia le fraude, utilizando una campaña de recaudación de dinero para la patitis patuna. Aquí a quién realmente se echa de menos es a Colan, a pesar de que Will Meuginot no lo hace mal, ya estamos acostumbrados al estilo del maestro de las luces y las sombras.
Finalmente, tenemos a Bill Mantlo, que tiene la difícil tarea de dar conclusión a toda la trama urdida alrededor del Doctor Bong y Beverly, que se casó con él para salvarle la vida a Howard. Tengo que reconocer que Mantlo no lo hace mal, pero como decía al principio, se pierde todo el trasfondo original del villano, quedando como resultado una conclusión divertida, con toques extravagantes, pero al fin y al cabo constreñida a un enfrentamiento tipo entre héroe y villano. Especialmente destacable es ese Iron Pato, con la armadura creada por Claude Starkowsski. el guionista capta muy bien la sátira y la combinación de humor y aventura, pero no va más allá. Por el camino, se pierde también un planteamiento de Gerber, en el que Lee Switzler proponía un negocio a Howard con el que se iban a forrar. es curioso, porque Gerber mantenía una fina línea de unión entre la mayoría de números, pero nunca transmitió la sensación de planes a largo plazo. De hecho, la indigente que se aparecía constantemente con su obsesión por lo riñones acabó desapareciendo contando el origen de su miedo casi por casualidad. No obstante, en el tramo final de su etapa, parecía que se iban abriendo diferentes frentes, tanto que tendría que ser Mantlo el que concluyese algunos de ellos antes de la cancelación de la serie.
En la parte final del tomo tenemos un número de Marvel Team-Up con el pato como protagonista. Reconozco que este es uno de los pocos caso en que su inclusión no está mal del todo. Principalmente porque Alan Kupperberg consigue captar bien la mayor parte de la esencia de Howard y narra una historia que presenta a Estatus Quo, un personaje que lucha contra las modas y que está claramente en contra de lo preestablecido, en una alusión directa a la mayor parte del trabajo de Gerber en la colección de Howard. pero también es cierto que a mí me comienzan a cansar ver incrustados este tipo de números cuando ya se ha conseguido publicar esta colección de manera íntegra, incluso se va a reeditar en breve en OG. No sé, si es totalmente imprescindible argumentalmente hablando, pues vale, pero como extra, casi que prefiero que rebajen el tomo 2 euros, para que engañarnos, así también ahorro espacio y no tengo media colección por duplicado.
A continuación tenemos los dos números que se publicaron varios años después del cierre de la colección, pero que continuaron su numeración original. El primero creo que es el mejor, escrito por Steve Grant y dibujado por Paul Smith. El tratamiento del personaje es el adecuado, gruñón y bastante antisocial, dotado de una nueva fémina de acompañante en una historia utiliza la conspiración y los intereses políticos de trasfondo, incluyendo alguna que otra extravagancia como un castor gigante. El dibujante es bueno, Grant tiene oficio, no es Gerber, pero para un especial así no está mal del todo. El segundo me ha gustado un poco menos, a pesar de intenta hablar sobre la superficialidad de la riqueza, además de establecer una cierta comparativa entre la vida de dos mundos tan distintos como el de los pobres y los ricos. También cuenta con el regreso de Val Mayerik al personaje. Pero de nuevo volvemos a quedarnos en la superficie de todo. Christopher Strager no lo hace mal, incluso se saca de la manga un personaje como Alexis la Pata, en una alusión poco disimulada ala novia de Frankenstein, pero de nuevo le falta la chispa y la genialidad de Gerber. Y es que al final, como su creador, nadie termina de comprender plenamente el concepto que ofrece Howard como personaje. al fin y al cabo, era prácticamente una extensión de su mente y su personalidad. Demasiado complejo para que nadie pueda estar a la altura de la sucesión. De todas formas, a pesar del descenso esperado de nivel, siguen siendo tebeos entretenidos.
En definitiva, una lectura que ha sido muy interesante, desvelando en su plenitud una serie que esconde mucho en su interior y que merece mucho la pena descubrir. Palabra de pato. ¡Cuac!
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Tema: Marvel Limited Edition: Un chino, un hombre lobo, un robot, un zombie y .... (Leído 165650 veces)