Dirigiéndome en términos más apropiados y fuera de todo afán de broma a mi colega Morgan, aclaro que la petición no era en términos culturales, sino estéticos. La semana que viene me visita de nuevo Albert para ver si quiero ser su amigo y deseo impresionarle con mi sala de estar. Todo está calculado al milímetro: he dejado los palos de golf junto a la chimenea, he puesto mis trofeos de caza en la pared principal y he colgado también fotos de mis encuentros con el Juli y el Cordobés.
El problema es la estantería. He guardado mis principales novelas y cómics en otra habitación por miedo a que me los ensucie con las manos, de modo que queda un hueco vacío en el tercer estante, el cual transmite dejadez, incultura y, especialmente, falta de poder económico. Y como todos sabemos que no hay nada que luzca más que la cubierta de un MLE, pensé que dado que usted no está disfrutando de la lectura y que yo no lo voy a leer jamás, dicho tomos del Cosa Hombre estarán mejor en mi vivienda que en la suya.
Si está de acuerdo tráigalos con usted a finales de semana a nuestro almuerzo común con Bárcenas. Puede aparcar en la plaza para minusválidos, si es que él no lo hace primero, y allí hacemos el intercambio.
Si no está de acuerdo venga de todos modos, habrá alcohol y puros y podremos reírnos de los pobres.
Atentamente, Mc Carnigan.