He leído MD Patrulla-X: Regénesis Nº 1.
Después de prácticamente 50 años, Marvel decide reenumerar la clásica serie Uncanny X-Men, siendo Kieron Gillen el encargado de esta nueva etapa, marcada tras el punto de inflexión que supuso Cisma. En este tomo se recopilan los 10 primeros números de la cabecera, centrando su atención en el grupo de Cíclope, que recordando épocas pasadas se convierte en el Equipo Extinción, un equipo que recuerda en cierta manera a los Vengadores en versión mutante, destinados no solo a proteger a los que tienen el gen X, sino también a el mundo de una serie de amenazas de cierto nivel. No ha estado mal este punto de partida, Gillen es un guionista con oficio que se maneja bien con los personajes, dotando al título de cierta coralidad, alternando las tramas principales con el tratamiento y desarrollo de los protagonista, con una buena combinación entre la esencia clásica y el modo de narrar más actual. Me ha resultado una lectura entretenida, aunque también debo admitir que me ha parecido que la serie va de más a menos. De hecho, creo que con el paso de los números pierde un poco de interés, siendo el primer arco argumental el que más me ha gustado, pero siempre manteniendo un nivel de entretenimiento bastante aceptable.
Comenzamos con una historia donde le gran protagonista es Mr. Siniestro, apoyado por las posibilidades que ofrece el celestial ubicado en San Francisco. La presencia en el tablero de dibujo de Carlos Pacheco, entintado por Cam Smith, no da una solidez narrativa que da como resultado una historia atractiva. Además, Gillen muestra una amenaza importante, que sirve a su vez para hacer hincapié en este concepto de grupo poderoso capaz de detener a todo tipo de enemigos, por poderosos que sean. Sin embargo, debo admitir que se repite cierta pauta con respecto a otras series actuales, como por ejemplo el Spiderman de Slott. Si bien es cierto que el género de superhéroes contiene un elemento habitual como es la continuidad eterna, sigo pensando que cada vez es más habitual que le villano de turno no sea detenido, y escape prácticamente en el 90% de los casos. Esto deja una sensación de que las líneas argumentales no están del todo rematadas, como si ese final abierto por naturaleza fuese más una rémora que otra cosa. Creo que Gillen consigue aspectos tan importantes como presentar amenazas creíbles o que el enésimo enfrentamiento con el eterno villano no caiga en el tópico, planteando cuestiones interesantes y en cierta forma dotadas de algo de frescura. Pero es a la hora de rematar la faena donde no me terminan de convencer los guionistas actuales, en la miniserie de Aaron también hay un poco de eso, de hecho. Entiendo que hay que dejar cuestiones abiertas para que una serie regular tenga su razón de ser, así como un más que probable próximo enfrenamiento con el villano, pero la sensación de argumento sin concluir es demasiado grande para que pase inadvertido. Sin embargo, en líneas generales me parece que Gillen lo hace bastante bien y ofrece una buena lectura de la Patrulla-X.
Después de un interludio con el dibujante Brad Peterson y la presencia de la Falange, tenemos una historia dibujada por Greg Land. Ya he comentado en otras ocasiones que no soy un detractor de este artista, aunque son obvias sus limitaciones y no se puede decir que sea un gran dibujante precisamente. Sin embargo, su presencia en esta saga es el aspecto más negativo. Su enfoque narrativo es pésimo, su fotorrealismo no expresa para nada la situación que transiten los diálogos y sus deficiencias en el dibujo son más palpables que nunca. Quizá uno de sus peores trabajos, si es que ha tenido alguno realmente bueno alguna vez. Por su parte, Gillen nos lleva a Tabula Rasa, un escenario creado por Rick Remender en X-Force, una serie que no he leído, pero que me hubiese gustado hacerlo. Destacar esencialmente ese papel de este nuevo equipo dirigido por Summers, en el que llevan al límite su misión de ayudar a todas las criaturas, sobre todo si son de naturaleza extraña o unos incomprendidos por las razones que sean, como es el caso de estos miembros del Apogeo. Una combinación entre ciencia ficción y el género de súpers que no ha está mal del todo, pero que en cierto momento se me ha hecho un poco pesado. Quizá habría que atribuirle parte de la culpa a Land, que no es capaz de narrar de forma atractiva la propuesta de Gillen, que creo que tiene puntos interesantes, con un remate mucho más satisfactorio que la saga anterior. Con respecto a los personajes, me llama la atención como se va fraguando esa atracción entre Emma y Namor, cuyo papel en la franquicia mutante nunca me ha convencido y tampoco le veo que sea especialmente aprovechable. Además, esta claro que al atlante le van las rubias y no le interesan demasiado las pelirrojas, aunque se considera cosmopolita en sus gustos. Siendo honestos, el triángulo amorosos entre Scott, el soberano de Atlantis y la Reina Blanca funciona muy bien, y recuerda un poco a lo que hiciera Morrison durante sus New X-Men, precisamente para incorporar a la vida de Cíclope a Emma Frost, algo que ha permanecido inmutable hasta la actualidad. No obstante, el comportamiento de Namor en ocasiones me parece un poco exagerado, sobre todo por su habitual arrogancia. Sin embargo, es interesante, y sirve para explorar lo que podría ser una fisura entre el líder mutante y su pareja, que no es solo una mujer con carácter, sino también una mujer que necesita de ciertas atenciones a las que quizá no le está prestando atención Cíclope, obsesionado con su nueva misión.
Finalmente, es un alivio ver el regreso de Carlos Pacheco para la última historia del recopilatorio, que huele a Vengadores desde kilómetros, y me hace pensar de nuevo que ese es el camino que Gillen ha escogido para su etapa. Es decir, realizar una combinación del concepto mutante y el de los Héroes más Poderosos de la Tierra. Además, aquí se ven un poco los inicios entre la diferencia de opiniones entre Steve Rogers y Scott, que evolucionaran hasta el evento Vengadores vs. Patrulla-X, muy cercano en el tiempo en esto números. De hecho, prácticamente parece un prólogo a la miniserie en algunos aspectos. Por otra parte, la Patrulla-X se enfrenta a Unidad, uno de los diferentes presos que se encuentran confinados en el Pico, la fortaleza orbital de SWORD, que tras un fallo de seguridad dejará libres a muchos de sus retenidos. Una vez más, Gillen es capaz de plantear una amenaza increíble, que pone contra las cuerdas al grupo, quedando la trama resuelta a medias. Me llama la atención como en esta serie hay una cantidad de violencia explícitas. Mueren personas inocentes cada dos por tres, y hay cierta dosis de realismo en los actos de los villanos. Reconozco que esto me gusta, ya que deja atrás la candidez de otras épocas, en la que los villanos eran poco más ladrones y conquistadores del mundo con guantes de seda. Ahora matan a gente, hacen vivisecciones o le revientan la cabeza a un niño con un rayo láser. Desde luego, sus actos tienen consecuencias terribles y ofrecen un nivel de amenaza mucho más próximo a la realidad. El enfrentamiento con Unidad es entretenido, aunque lo realmente interesante son las motivaciones de este constructo y las consecuencias de su encuentro en ciertos personajes. Vemos a Cíclope que sigue en su papel de líder de una comunidad dispuesto a todo para protegerlos, aunque algunas de sus medidas no sean del todo éticas, o estén marcadas por el secretismo o el espionaje. Ya lo he dicho en más ocasiones, a mí me cuesta ver aquí al Cíclope que presentaba Claremont, que maduró mucho en las manos del guionista. Es cierto que hay una evolución en los último 5 años más o menos, que dirigen al personaje hasta este punto con cierta lógica. No es un cambio radical sin nada que lo sustente de atrás. No me produce rechazo en es e aspecto, como lo pueda hacer la inclusión de Namor entre los mutantes, sino más bien es que no me gusta que le personaje se haya convertido en esto que vemos aquí. Yo lo acabo viendo casi a un nivel de villano, cuando es alguien que no debería presentar en mi opinión esa ambigüedad moral, que realmente no le pega demasiado. Quizá es por ese intercambio de papeles con Logan por lo que todo esto resulta interesante y funciona tan bien. Realmente no lo sé, pero lo que está claro es que sin que sea algo que me guste, consigo aceptarlo y no interfiere en mi disfrute de la lectura. Una etapa mutante que me está sorprendiendo positivamente y que supone mi último acercamiento a la franquicia hasta mi espantada con Bendis. A ver si puedo pillar pronto el siguiente tomo y comentar mis impresiones por aquí...