He leído
Elfos Nº 22: El guardián de las raíces.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Esta entrega está dedicada a los elfos silvanos. A pesar del título, y teniendo en cuenta la estructura narrativa yo creo que la verdadera protagonista es Laedys, una elfa que acaba huyendo después de que su clan haya sido destruido por una maldad que ha corrompido a las criaturas del bosque. Así arranca la historia de un nuevo personaje que se encontrará con Beloenn, cuyo título da nombre a este volumen, quien ve en ella su potencial para comunicarse con la madre tierra, convirtiéndola en su aprendiz. Al elenco de protagonistas se une un enano, que servirá como mediador en esta relación bastante turbulenta debido al pasado rencoroso de Beloenn, así como Ora, la reina elfa que domina el poder de uno de los cristales. Sin embargo,
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Nicolas Jarry es el guionista de este nuevo capítulo de la serie, en el que sigue predominando la construcción y tratamiento de los personajes. En muy pocas páginas, el lector es capaz de verse conmovido por la historia de Laedys, para después meterse en la piel de Beloenn, con un pasado marcado por la tragedia. La incorporación del enano añade un poco de humor a todo este dramatismo, además de ser otro punto interesante de cooperación entre las especies de la tierra de Arran. Jarry consigue humanizar muy bien a estos personajes, lo que sirve para conectar con su historia de manera que todo funcione a la perfección. Sin duda, uno de los puntos fuertes de esta colección.
Por otra parte, tenemos una historia muy interesante que se sustenta en una especie de epílogo de la guerra de los gules. Esto es uno de los aspectos que tanto se echan de menos en el comic mainstream actual, donde se pasa de un evento a otro sin tomar siquiera un poco de aliento. En este europeo, sin embargo, ya hemos visto varias historias que exploran las consecuencias de la gran saga que sustento el título durante bastantes tomos. En esta ocasión, casi podríamos decir que tenemos un doble mensaje. El primero, está muy relacionado con la pérdida de la conexión del ser humano con la naturaleza. El guionista saca a relucir elementos tan interesantes como las líneas telúricas o esa hermandad entre elfos y la naturaleza en general. Aquí se nos presenta la figura del guardián de las raíces, que de algún modo intenta salvaguardar la integridad de importantes elementos dentro del equilibrio que debe tener el ecosistema. Una vez más, aunque sea de fondo, tenemos un mensaje naturalista de vital importancia y que siempre está de actualidad.
En segundo lugar, tenemos la reflexión existencial, obviamente, algo que se repite en muchas de las historias de esta colección, sobre todo en la forma de tratar las maldades del ser humano, o el afán de superación de una joven que se ve sola en el mundo. Cabe destacar que es una de las pocas historias en la que vemos que los elfos no son solo seres luminosos, sino que también tiene sus sombras, más allá de la figura del elfo oscuro que ya hemos visto en otras ocasiones. También tenemos la interconexión con otras historias, apoyada por la presencia de Ora, que parece que su historia finaliza aquí, para dar comienzo a las aventuras de otro personaje. Al menos, es la sensación que yo he tenido, como si fuésemos testigos de una especie de relevo generacional.
En el apartado gráfico tenemos a Maconi y Benoit, dos dibujantes que hacen un buen trabajo. Sin nada de sensacionalismo, con una narrativa muy eficaz y una ambientación muy lograda. Quizá no estemos ante el arte más destacado de la serie, ni tampoco creo que lo necesite, porque se fusiona tan bien con los argumentos que no necesita nada más. En definitiva, otra maravillosa entrega de na serie que mantiene un nivel muy alto, y que pone de manifiesto una vez más la versatilidad y las oportunidades que ofrece la fantasía heroica. Sin lugar a dudas, una lectura imprescindible.