Para el tratamiento que le han dado a tía May en los últimos años bien podrían haberla dejado muerta.
Porque vamos, que una ancianita frágil que en los primeros números de TAS sufría desmayos por las más nimias preocupaciones se ponga, décadas después, a meter el puro a Lobezno en su café porque no tolera que se fume en la cocina... Apaga y vámonos.