Rip Kirby Nº 4 (2ª parte).
Con este bloque doy por concluida mi lectura de la serie escrita y dibujada por Alex Raymond, que me ha parecido muy entretenida. Comenzamos con...
Duelo en el desiertoEsta es posiblemente una de las historias de corte más aventurero en las que se ve envuelto Kirby, ya que deberá viajar hasta el corazón de África tras ser contratado por un periódico para encontrar a su periodista gráfica principal, que ha desaparecido tras irse de vacaciones a Europa. Como suele ser habitual, Raymond sigue demostrando ser capaz de hacer verdaderas piruetas argumentales, en las que la trama va encaminándose por diferentes vericuetos hasta llegar a su desenlace. A pesar del suspense inicial, tenemos un relato más propio del género de aventuras y con un tono que me ha recordado en cierta forma a Roberto Alcázar y Pedrín, aunque manteniendo las distancias, por supuesto. Por otro lado, sí me ha parecido ver similitudes con una historia anterior de la serie, "La bella desaparecida", donde una modelo acaba recluida en un barco. También es cierto que el autor se desvía del concepto e introduce un conflicto bélico entre facciones árabes y otro tipo de elementos, pero hay algunos puntos en común. Por último, resaltar una curiosa casualidad, ya que el detective con el que Kirby colabora en París se parece sospechosamente a Hércules Poirot. ¿Casualidad? Qué cada uno saque sus propias conclusiones.
La hija del gangsterEn esta fase final, Raymond se esfuerza por cerrar los destinos de algunos personajes recurrentes de la serie. En este caso tenemos al mafioso Joe Seven, cuya hija está prometida a un hombre con el que no quiere que se case, pero tampoco quiere que sepa que su padre es un gángster. Para ello, contrata a Kirby, que aunque solo debería ejercer el papel de padre, tendrá que resolver el asesinato del prometido de la chica. Seguramente me repita mucho, pero es realmente increíble como Raymond va preparando una trama para, rápidamente, dar un giro a los acontecimientos en el que le tono y la intención cambian por completo. Si bien es cierto que cuando empecé esta serie me esperaba más suspense y menos género negro, aquí realiza una perfecta combinación de ambos. Además, Kirby tendrá unos colaboradores muy especiales, sin demasiados escrúpulos, que no encajan con su filosofía de trabajo, lo que le traerá algunas complicaciones. Ese aspecto, junto a la elaborada trama y la recuperación de un viejo conocido son los puntos fuertes de un relato que quizá telegrafía demasiadas cosas para podamos entrever quién es el asesino. bajo mi punto de vista, Raymond es muy previsible a la hora de buscar el culpable, como en muchas de sus historias. Este es uno de esos detalles en los que influye mucho el paso del tiempo en un obra que por lo demás no le ha afectado tanto como pudiera parecer.
La traición de "Dedos" Moray.
Aquí tenemos en una sola historia la recuperación de los secundarios restantes: Pagan Lee, Moray y Mangler. Todos protagonizan una historia en la que Mangler se apodera de un casino y decide robarle a su estrella musical invitada, Pagan. Para ello contrata a "Dedos", pero como este fracasa, le da una paliza. En venganza, Moray colabora con Kirby, que acude en ayuda de su amiga tras su llamada. El nivel de Raymond a estas alturas es bastante alto, sobre todo de la manera en la que lo va enlazando todo. Quizá me ha chocado que a la actriz se le vuelva a llamar Pagan, cuando se había cambiado el nombre anteriormente para que nadie la reconociera por su pasado. cabe destacar uno de los aspectos más interesantes de esta serie: su capacidad para transmitir tensión. El autor sabe involucrar al lector en las tramas, imbuyéndolo de esa sensación de temor que sufre la protagonista, cuya vida está en constante peligro. Además, esto se aplica igualmente a las persecuciones de los mafiosos, ya sea en coche, avión barco. Por último, destacar como a pesar de que la faceta científica de Kirby va y viene según el tono de las historias, Raymond siempre aprovecha la menor ocasión para colarnos una prueba balística o cualquier tipo de elemento de la ciencia forense, que a mí personalmente me parece algo adelantado a su tiempo.
Deuda saldadaY terminamos la serie con una historia en la que Desmond cobra de nuevo protagonismo, ya que deberá de encargarse de un caso en ausencia de Kirby, que se encuentra de vacaciones. esta división de protagonismo es muy interesante y divertida, al poder ver en acción al socio del detective, el cual ha aprendido muchas cosas, junto a otras que ya sabía, claro. A mí me ha recordado mucho a esas historias en la que Alfred Pennyworth se vestía de detective e intentaba resolver crímenes en los inicios de la colección de Batman. Raymond quizá no explote tanto la faceta cómica del personaje, ni caiga en ciertos ridículos, pero va muy en esa línea. Cuando entra en escena el asesinato, llega el momento del regreso de Kirby que me ha sorprendido mucho con su capacidad deductiva para resolver el crimen. Lo realmente curioso es que yo ya me había imaginado quién era el culpable. Me parecía lo más lógico. Sin embargo, la forma en a que se resuelve me ha parecido interesante y con un punto de originalidad. También resulta curioso que la última historia de la serie, quizá junto a la primera, sean las que utilizan el suspense como motor de la trama, dejando la solución para el final, al más puro estilo de Agatha Christie. Quizá el autor pensó que era la mejor forma de cerrar el círculo.
Me lo he pasado francamente bien con la lectura de esta serie. Quizá me esperaba algo menos marcado por la época en la que se publicó, pero también hay que decir que Alex Raymond no decepciona en absoluto y que se puede comprobar de primera mano por qué es uno de los grandes del medio. Cómo guionista es capaz de elaborar tramas con muchos giros, dentro de una coherencia lógica, y aportar al lector mucho entretenimiento. Además, es un dibujante fabuloso, especialmente capacitado para la anatomía y la belleza femenina. Sus protagonistas femeninas son realmente guapas y desprenden cierta sensualidad, aunque siempre con el decoro típico de los cuarenta y cincuenta. Sin duda alguna, estamos ante un gran clásico del cómic que la verdad es que merece mucho la pena leer.