He leído
Colección Extra Superhéroes Patrulla-X: Vísperas de destrucciónEste tomo incluye todos los elementos que me hicieron huir de la franquicia tras la marcha de Chris Claremont en X-Men #3: la reutilización constante de un mismo concepto sin avanzar ni un ápice; crossovers continuos, dibujantes malos y tramas que nos llevan a muertes absurdas en favor del espectáculo.
Ciertamente, ya iba prevenido de que el regreso del patriarca mutante no era gran cosa. de hecho ya lo sufrí en X-Treme X-Men cuyos primeros números se me hicieron muy cuesta arriba. Aquí, además del prólogo de esa serie, tenemos una historia en la que Claremont se despide por segunda vez de sus criaturas con el manido tema de los mutantes odiados por todos, dispuestos a sacrificarlo todo por ayudar a aquellos que los odian y los temen del verdadero peligro que suponen otros grupos mutantes. El estilo de Claremont no acaba de encajar demasiado bien con la narrativa noventera y en algunos momentos la lectura es tan densa como pesada. El inicio del tomo es casi una tortura.
Es curioso, porque el autor utiliza todas las herramientas que lo encumbraron en la franquicia: desarrollo de personajes y tratamiento en profundidad del odio hacia los mutantes. Sin embargo, en esta ocasión, nada funciona como debería y estamos ante números que cuestan leer de forma fluida. Quizá el desarrollo de los personajes es lo realmente destacable, aunque la cura del Virus Legado también tiene su aquel. Aunque
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Al igual que
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De todas formas, el mayor mérito reside en haber publicado la saga completa por primera vez en España, incluyendo los números de Cable y Bishop, pese a su ínfima calidad. Al igual que el anual, centrado en una nueva mutante con grandes poderes psíquicos a la que el profesor intenta ayudar debido a sus ansias de venganza. El control de la ira y el poder son el eje de una historia dibujada por Esad Ribic. Sinceramente, tan flojo como el resto del tomo.
Después, rompiendo el ritmo de las dos series tenemos la miniserie en la que
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Es curioso, porque aunque el tema familiar de esta miniserie, por los personajes implicados, nunca ha llegado ha atraerme demasiado, me ha parecido una historia bastante entretenida. Quizá algo alargada, pero supone una mejoría con respecto a las páginas anteriores. También hay que decir que Tom Raney es mucho más de mi gusto que Francis Leinil Yu, que aquí está horrible. Y mucho mejor que Salvador Larroca, que me ha parecido demasiado irregular. Unas veces bien, otras bastante pobre. Sí, sin duda, gráficamente lo mejor de este tomo es Tom Raney.
Finalmente tenemos la llegada de Scott Lobdell, al que le concedo dos tebeos buenos en este tomo. El primero es la reunión de Cíclope con Corsario y el segundo es
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Dos números que me han gustado mucho, en los que el autor utiliza las distancias cortas para profundizar en los personajes y mostrar algunas consecuencias de los últimos acontecimientos. Después, sin un momento de respiro, tenemos la saga que da nombre al tomo que se desinfla a cada página. La sensación de más de lo mismo, pero peor no me la quita nadie. para colmo, Jean reúne a un nuevo grupo que solo dura esta historia y que suponen la creación de algunos personajes poco carismáticos, por decirlo suavemente. De la lucha contra Magneto para evitar su guerra contra la humanidad en pro de los mutantes, ni hablamos, para qué. Al fin y al cabo, es una vuelta de tuerca más a un concepto que me parece muy estancado en esa época.
Leyendo este tomo, no puedo evitar tener la sensación de que muchas de las cosas ocurridas en aquella época han sido obviadas por muchos autores. Y la verdad es que a tenor de lo visto, no me extraña en absoluto...