He leído Coleccionable Ultimate. Ultimate Fantastic Four Nº 9: Cubo Cósmico.
Aquello que estaba deseando tanto desde que comencé a leer la etapa de Carey se produce finalmente en este volumen. Es decir, la conclusión de la propia etapa y la despedida del guionista. La mayor de mis sorpresas es que este tomo me ha gustado bastante. No voy a decir que vea con buenos ojos la utilización de algunos conceptos creados por Starlin, ni mucho menos, pero por primera vez, Carey consigue construir una historia coherente, entretenida y mejora exponencialmente el tratamiento de los personajes. También ayuda la incorporación de Tyler Kirkhman, un dibujante que, a pesar del punto noventero, alumno de Marc Silvestre concretamente, me ha gustado bastante, creando una cohesión importante entre el grafismo y el argumento.
El tomo está compuesto por dos arcos argumentales claramente señalados. En el primero tenemos la culminación de la subtrama que viene cocinando Carey desde su aterrizaje en la colección, con la creación del Cubo Cósmico, el regreso de Thanos y una lucha entre dos imperios intergalácticos. La versión definitiva de Thanos sigue sin convencerme, al igual que tampoco lo consigue la de Ronan. No obstante, obviando ese pequeño detalle, todo lo demás resulta ser una saga muy entretenida con tintes de space opera y una buena incursión en la ciencia ficción. Aunque lo que más me ha gustado es que el autor por fin deja de utilizar a personajes planos, dotando a los diálogos de cierto humor y agudeza irónica en ciertos momentos, que supone una refrescante novedad con respecto a lo que había estado haciendo hasta el momento. El diálogo entre Ben y la hija de Thanos es un buen ejemplo de ello, pero no es el único. Por cierto, Atrea es posiblemente el personaje más interesante de todos los que salen de la pluma de este guionista, y es una pena que tenga una aparición tan fugaz. Por último destacar la forma en la concluye la historia, cerrando el ciclo de una forma quizá poco original, pero sí muy apropiada y acorde con las aventuras cósmicas que suelen implicar a un objeto de tanto poder como el Cubo Cósmico. Es curioso, porque el autor llevaba dando la brasa mucho tiempo con esta subtrama, no esperaba nada de ella, ni del resto de su etapa, ya que estamos, pero nos sale con algo divertido, refrescante y con un tono de blockbuster veraniego muy apropiado y que se distancia de la habitual profundidad que Starlin suele dotar a sus criatura. No esta nada mal.
En el segundo arco tenemos una extraña combinación entre ciencia ficción y terror, con lo que bien podría ser un homenaje velado a Alien o a la escena final de la versión americana de Godzilla. De ese modo, Carey nos presenta la versión definitiva de los 7 de Salem y una Agatha Harkness que reúne todas las características habituales de las adaptaciones de este universo: un hija puta de cuidado y una mujer muy atractiva sexualmente. Desde luego, si nuestra querida niñera de Franklin hubiese presentado ese aspecto, el niño no habría tardado tanto en crecer. Pero más allá de la sensualidad que puedan imprimir ciertos personajes, a pesar de la marcha de un especialista en estas lides como Greg "Playboy" Land, en esta saga volvemos a ver a un inspirado Carey en los diálogos, ganando muchos enteros su tratamiento de los personajes. Cabe destacar como se centra especialmente en la relación entre Reed y Sue, que atraviesa un pequeño bache tras la grieta que se abierto entre ambos por culpa de Thanos y el Cubo Cósmico. La Sue de este universo es uno de mis personajes favoritos, no solo porque Land la convirtiera en un mito erótico, concepto con el que también han jugado otros dibujantes de la colección, sino porque se presenta como alguien inteligente, brillante con una evolución orgánica y natural hacia la madurez; en definitiva, un personaje femenino interesante y bien construido, que se puede permitir una escena de flirteo lésbico sin que parezca algo soez ni vulgar. Posiblemente, la Chica Invisible haya sido el principal foco de atención de Carey, junto al intermitente Reed, que en ocasiones casi parecía que no estaba; y no por estaba abstraído en sus investigaciones precisamente.
La reinterpretación de los 7 de Salem me parece ingeniosa, pero me sigo quedando con los originales de Len Wein. Además, creo que se ha centrado tanta atención en Harkness que ellos han quedado poco desarrollados. Más acertada me parece la incorporación a la historia de Namor, que aprovecha la situación para meter baza con Susan, algo tradicional en el Universo Marvel, sea de la realidad que sea. También debo decir que todo funciona mejor gracias a los acertados diálogos de Carey. Si estuviésemos ante la versión del guionista que hemos observado en anteriores entregas de la colección, esto no habría sido lo mismo, ya que el tedio no permite transmitir tensiones, ni ironías, ni nada similar. Bueno, algo sí que consigue: darnos sueño.
Aunque se suele decir que todo lo que bien empieza bien acaba, a lo largo de la etapa de Carey hemos podido comprobar que a pesar de que algunas veces algo empiece mal, también puede acabar con un final feliz, dejando el cierre de la etapa con un buen sabor de boca, aunque para disfrutar de esto hemos tenido que pasar por un auténtico infierno, con algún que otro diablo incluido. Una lástima que cuando esto empezaba a despuntar llegara Loeb y lo arrasara todo. Al final puede que no sea un final tan feliz...