Vale,
Mipey, nos tomamos esa birra.
Pero hay algo que no me deja la conciencia tranquila.
Lo que tú has dicho es "Hay escritores MARAVILLOSOS que cometen las faltas de ortografía más atroces. De hecho, algunos no tenían la menor idea de ortografía.", lo cual es absolutamente falso. Como yo he indicado inmediatamente, vamos.
Y, curiosamente, ahí está la madre del cordero de todas estas discusiones, y que podemos resumir en que "No hay dibujantes de comics maravillosos que cometan errores atroces de (táchese lo que no proceda) anatomía-composición-perspectiva-narrativa".
NNNNNNggggggggg.
No. No, no, no puede ser.
Sostengo que existen escritores maravillosos que cometen las faltas de ortografía más atroces.
Sostengo que una persona sin apenas estudios puede escribir el mejor poema del mundo, porque sus miras no se han visto contaminadas por el pensamiento único que pastorea cualquier arte.
Sostengo que el escritor, es aquel que transmite, el que cuenta algo, sea escrito o hablado (decía Pidal de los juglares), y que la ortografía es una minucia irrelevante.
Una minucia a tener en cuenta. Una minucia que puede significar muchas cosas, entre ellas educación, corrección o conocimiento, pero nunca talento.
Decir que no existen escritores maravillosos que cometan fallos ortográficos atroces, es decir que para ser un escritor maravilloso debes conocer todas las reglas ortográficas de importancia. Y no, y no, y no. No tiene nada que ver.
Reafirmo el poema bucólico escrito por pastores prácticamente analfabetos. Reafirmo al juglar que transmitía la literatura oral sin ningún conocimiento académico, de carácter monacal, esto es, universitario de la época.
Reafirmo que se creaba arte más allá de la cuaderna vía, por personas que no habían recibido estudios. Reafirmo el canto popular, las cantigas de amigo, las jarchas y todo el género "inculto" y de tradición popular que no partía de los académicos de la época. Reafirmo el verso anisosilábico y la rima asonante.
Reafirmo el estilo sucio, no ortodoxo, rompedor.
Reafirmo el romper las reglas de cada época y pasarse por el forro cualquier norma académica.
Y reafirmo que, no obstante, siempre conviene estudiarlas y manejar sus normas con soltura.
Reafirmo en definitiva, que las normas deben ser una herramienta, no una cárcel.
Y que la ortografía no importa una leche en la capacidad literaria.
Y que desde mi desconocimiento, la anatomía no me importa un pimiento en el cómic.
Apliquen todo lo dicho anteriormente al mundo del dibujo.
Agh.
Que a gusto me he quedado.