He leído
Vengadores Secretos Nº 41 - 54.
Retomo mi lectura de esta serie tras mi
anterior comentario.
Llevo un retraso monumental en la mayoría de las series, pero con esta me he cebado especialmente, al saber que se iba a cancelar en USA, por lo que me decidí a leer de una tacada el último volumen de la colección, cuya principal característica es la solidez del equipo creativo; algo nada desdeñable en los tiempos que corren.
Tengo que reconocer que he disfrutado bastante de esta etapa, sobre la que mis impresiones iban cambiando a medida que avanzaba en la lectura. Al principio, en el Spot On de Julián, me parecía ver demasiado énfasis. Era obvio que la serie molaba, ¿pero realmente tanto como quería transmitir él? Mi sensación era otra, ya que me parecía todo un poco surrealista, psicodélico y demasiado gamberro para una cabecera enmarcada dentro de la franquicia de los Vengadores. Sin embargo, tras unos números que bebían demasiado de la narrativa propia de una serie de televisión, Ales Kot consigue atraparme con una trama desarrollada con fluidez y continuidad que supone una mezcolanza de elementos bastante fuera de lo común. Esto era algo que desde el principio había quedado patente, teniendo en cuenta que los protagonistas eran Phil Coulson, Furia Jr., Viuda Negra, Spiderwoman, alias Jessica Drew, María Hill como directora de operaciones, y Ojo de Halcón como idiota del grupo a la fuerza. No era un grupo convencional, desde luego. Si bien es cierto que podemos establecer ciertos nexos de unión con el espionaje y, además, encajan en una cabecera que desde el principio tenía el título equivocado, no parecía el tipo de equipo que pueda funcionar demasiado bien unido. No obstante, la magia del guionista, la ruptura de la cuarta pared, gracias a la visita de Masacre, y una serie de elementos cercanos a la ciencia ficción, centrados en la referencia cultural más inimaginable, consiguen lo imposible y tenemos como resultado una etapa fresca, divertida, arriesgada y, por ende, como era de esperar, poco favorecida en ventas y de ahí a su cancelación solo había un paso. Es curioso, porque el lector curtido se suele quejar de que todos los títulos de las franquicias ofrecen lo mismo, que el género de superhéroes está quemado, que todo está muy visto, etcétera, pero cuando surge algo raro, extraño e inteligente como esta serie, acaban dándole la espalda. Desde luego, esto merece una importante reflexión sobre nosotros mismos.
Me gustaría destacar algunos aspectos que me han gustado especialmente de esta rareza que, con el tiempo, diría que podría considerarse lo más cercano a una etapa de culto dentro de la Marvel actual. Yo creo que hacía tiempo que no veía unas portadas que conectasen tan bien con el contenido del interior de un tebeo. El tándem formado por Tradd Moore y Mathew Wilson da forma a una serie de cubiertas que quizá no brillen por su ejecución, pero dota a la colección de un estilo propio y personal que, además, cuenta con unas composiciones bastante acertadas. Estoy convencido que más de uno pensará que son horribles, pero creo que podríamos considerarlas como un valor añadido.
El segundo punto a tener en cuenta es el arte desplegado por Michael Walsh, cuyo estilo tiene reminiscencias de autores como los españoles Marcos Martín o David Aja, en busca de la simplicidad, compensada con la riqueza de la composición de página y una narrativa tremendamente expresiva. Tengo que reconocer que he tenido que acostumbrar la vista a su estilo, ya que prefiero otro tipo de trabajos más detallados y menos esquemáticos, pero poco a poco no solo le he cogido el punto, sino que me ha gustado bastante. Quizá no esté a la altura de los españoles, pero desde luego hace un buen trabajo, a pesar de algunas pequeñas irregularidades. Además, cuenta con el añadido de que se mantiene a lo largo de toda esta etapa, manteniendo una cohesión gráfica que se me antoja muy importante. Esto beneficia no solo a la estética de la serie, sino que se refleja en los guiones, a la hora de plasmar las ideas de un guionista desatado, con una imaginación desbordante.
El tercer punto a tener en cuenta es la línea argumental única de toda esta etapa. Ales Kot comienza mostrando episodios más o menos autoconclusivos, como si de una teleserie se tratara, para ir desvelando una trama de mayor envergadura, con el universo en peligro y amenazas propias de un relato de Lovecraft y alusiones a la obra de Borges. Pero además de ciertas referencias culturales de cierto nivel, la crítica al gobierno, temas candentes como el fraking o ciertas reflexiones sobre los abusos de su infancia, el estrés postraumático y la conexión chamánica a través de la imaginación, Kot introduce el humor de manera inteligente, irónica y con socarronería. Esto provoca que haya un ambiente cercano a la comedia en ocasiones, que se dispara con la participación de Masacre y la ruptura descarada de la cuarta pared, entablando una conversación entre el autor y su obra. Seguramente más de uno ya lo habrá pensado, y soy consciente de que Kot está lejos de ese nivel, pero algunos momentos de esta colección están tremendamente influenciados por Morrison. Y es más, por el Morrison psicodélico, trasgresor y más desatado que podamos encontrar en el final de su Animal Man, o en obras como Flex Mentallo. Ya digo que no a ese nivel de genialidad, pero sí en esa línea de dejarse llevar por la imaginación y llegar a puntos que pocos autores se atreven a explorar. Tampoco hablamos de guiones especialmente elaborados, pero conforme llegamos al desenlace de la etapa, sí que podemos ver algo de trasfondo y cierta intencionalidad, más allá de crear una obra con un punto de locura, que posiblemente no ha conectado con una gran parte del fandom. No obstante, es precisamente ese aire macarrilla, y esa intencionalidad de romper lo convencional lo que realmente provoca que esta etapa mole de verdad. Algo que fui incapaz de captar al principio, pero que inconscientemente me estaba dejando tan buen sabor de boca, a pesar de ser incapaz de definirlo.
Y, por último, cabría destacar a la figura de MODOK. Si bien es cierto que tenía algunas dudas sobre su inclusión en esta serie, ejerciendo un papel ligeramente distinto al habitual, Kot ha conseguido disipar todas mis dudas. El motivo es bien sencillo: ha dotado al villano de una ambigüedad moral que encaja muy bien con el tono general de la obra. Además, su rol cambia continuamente y tan pronto es aliado como es un manipulador en la sombra, como es un enamorado deseoso de de hacer algo bien por una vez en la vida, aunque sea ejerciendo el papel del arquetipo de científico chalado. Siempre me ha gustado el concepto de MODOK, pero desde esta nueva perspectiva diría que es la mejor faceta del personaje que veía en mucho tiempo. Esto nos lleva a la forma tan peculiar de Kot de tratar a los personajes, que si bien no son el fiel reflejo de aquellos que conocemos desde siempre, sobre todo al verse inmersos en algo similar a una comedia de situación, sí son perfectamente reconocibles y adoptan posturas que no chocan en absoluto. También es cierto que están lejos de los convencionalismos, pero eso le restaría su gracia y parte de su encanto. El mejor ejemplo de todo esto lo representa una dinámica pareja formada por Ojo de Halcón y Masacre, que parecen haber nacido para estar juntos y nadie se había percatado de ello. De aquí surge una miniserie que espero que se publique en nuestro país, porque tiene que ser desternillante en manos de un guionista capaz.
En definitiva, una etapa con la que he disfrutado mucho, la cual deja abierta una puerta a la esperanza, porque parece que aún existe la imaginación en Marvel, aunque venga de la mano de poetas asesinos, bombas parlantes a las que les gusta el helado o asesinas con katana. Lo importante es que haya guionistas con ganas de arriesgar y convertir lo que debería haber sido una serie de espionaje protagonizada por agentes de SHIELD en un viaje a la dimensión desconocida, cuyo principal objetivo es divertir al lector. Y doy fe de que lo consigue sobradamente. Como dijo Einsten: La imaginación nos llevará a todas partes.