Voy a romper el silencio que me había impuesto, y lo voy a romper precisamente para aclarar algo que se me echó en cara, en otros lugares con insultos y difamaciones que, creo, no se merece nadie y que tuvieron mucho que ver con mi desaparición. En contra de lo que pueda pensar alguno en esos otros lugares, no me pagan para que me pongan verde y se acuerden de mi familia.
Sí, hace algunos años dije que no estaba pensando reunir en un único título todas las series Ultimate de Marvel. Sí, en aquel momento, me parecía una barbaridad. Sí, un tiempo después, hice precisamente lo contrario que había dicho. ¿Por qué?
Pues porque las circunstancias habían cambiado. Años atrás, las colecciones Ultimate tenían una calidad dispar y caminaban cada una por su lado, con constantes cambios, retrasos, miniseries, maxisagas, etc. En aquel momento, unir las tres series hubiera sido una barbaridad, y así lo expresé. Sigo pensando que no hubiera sido bueno hacerlo entonces.
Tiempo después, cambiaron las circunstancias, y Ultimate Marvel se convirtió en la única manera (la única) de conseguir la coincidencia de varias cosas: 1/ que todos los meses todas las colecciones Ultimate acudieran a su cita con los lectores. 2/ que lo hicieran en el mismo formato. 3/ que tuviéramos una gran serie que pudiera leerse autónomamente de manera que un lector de nuevo cuño (atraído probablemente por la película de Los Vengadores) tuviera en ella todo un universo, de manera que no necesitara nada más. Había una última razón que nos llevó a tomar esa decisión: las tres colecciones guardaban una calidad similar y un transfondo argumental común, por lo que la mayoría de los lectores sentirían que estaban pagando por un buen producto global.
Curiosamente, acertamos. El resultado es que, aunque en Estados Unidos las series Ultimate no tienen las excelentes ventas que tuvieran en el pasado, en España Ultimate Marvel es uno de los títulos favoritos de los lectores, con unas ventas excelentes. Es un producto que, a mi juicio, es extraordinariamente atractivo, coherente y económico. Y me siento muy orgulloso del mismo.
Así que sí, las circunstancias cambiaron y yo cambié de opinión con las circunstancias. Por que lo que hoy, en determinadas circunstancias, es cierto, puede dejar de serlo mañana en otras circunstancias. Igual que no sacábamos Omnibuses cuando no se daban las circunstancias que hubiéramos necesitado para hacerlo (que fueran manejables y se pudieran leer y tuviéramos materiales con que hacerlos) y comenzamos a hacerlo en el momento en que esas circunstancias cambiaron (encontramos el formato adecuado).
Así que ese es mi gran pecado: cambiar de idea cuando las circunstancias que han contribuido a crear esa idea dejan de existir y hay otras circunstancias diferentes. Creo que haría muy mal mi trabajo si fuera incapaz de mover mi pensamiento un milímetro cuando todo a mi alrededor se vuelve diferente.
Y eso es todo. Me retiro de nuevo a mis cuarteles de invierno. Quienes han hablado conmigo saben que no tengo inconveniente en responder cualquier mensaje en privado, y lo seguiré haciendo en lo sucesivo. Pero he decidido no hablar en público mientras no se den las circunstancias propicias para hacerlo. (Ah, de nuevo las circunstancias). Y no se dan. Y como cuando lo hacía, es una decisión que tomo por mí mismo. Ni antes la editorial me pedía que diera explicación alguna en ningún lado ni ahora me dicen lo contrario, aunque siempre habrá el que piense que todo lo que sale por mi boca no es más que la voz de los que me pagan. Gracias al resto, que suele ser la mayoría, por ser mucho más justos conmigo.