He leído
Príncipe Valiente 2013.
Pues sí, parece que Schultz ha retomado la esencia que la serie nunca debió perder.
Además, lo hace con una historia bastante larga que enlaza muy bien con la siguiente, por lo que la sensación de historia río se mantiene. También recuperamos el realismo, aunque cuela algún elemento sobrenatural, y a gran parte de la familia de Val, junto a un nutrido grupo de secundarios. Definitivamente, me gusta mucho más este rumbo.
Quizá el mayor error radica en ver como Gawain, Aleta y Val permanecen relativamente jóvenes, mientras el resto de secundarios es mucho más mayor, pero bueno.
Por otro lado, la serie ha tomado una estética mucho más moderna, pese a que Yates recupera composiciones de página muchos más clásicas de las que hiciera Gianni. Pero, a grandes rasgos, me está convenciendo esta nueva etapa, y me alegra haber vuelto a la serie para poder verla.
Habíamos dejado a Val y Gawain en un torneo de tiro con arco en el que Rhoda, disfrazada de anciano, con su pericia logra llegar a la final que le enfrentará con Sir Roger Runetyne. El propósito de tales acciones es incitar una revuelta contra Sir Roger por la opresión a la que tenía sometido al pueblo. El enfrentamiento final se decanta claramente a favor de Rhoda y en el momento en que el pueblo está más emocionado y favorece a Rhoda, esta se despoja del disfraz de anciano e incita al levantamiento. Obviamente, Sir Roger no se va rendir fácilmente y llama a su guardia personal que ataca a Rhoda, Val y Gawain. Cuando todo parece perdido, los campesinos acuden en su ayuda y se entabla un feroz combate.
Viendo como se desarrollaban las cosas, Sir Roger huye con su hombre de confianza y dos soldados más. Se adentran en una de las torres mientras Val y Gawain les siguen los pasos. Pronto Val y Gawain dan buena cuenta de los dos soldados y deciden separarse. Gawain se enfrentará contra el hombre de confianza de Sir Roger, y Val irá tras los pasos de este. Ambos protagonistas entablan combate contra sus respectivos contrincantes. Por un lado Gawain vence lanzando a su rival desde lo alto de la torre mientras a Val no le van tan bien las cosas, dado que es asaetado por Sir Roger y se apresta a lanzar una nueva flecha que termine con su vida. Cuando todo aparece perdido, una flecha se clava en el pecho de Sir Roger. Ha sido Rhoda la que siguiendo los pasos de Val logra salvarle la vida. Sin embargo, la herida de Val es grave y pasa semanas convaleciente entre delirios.
Cuando por fin se recupera, las novedades le sorprenden. Por un lado, el pueblo ha nombrado un consejo formado por plebeyos que rigen los destinos del territorio y que además lo hace con la aquiescencia de Lord Grunyard que está dispuesto a ayudar en todo siempre que no tenga que decidir ni gobernar. A pesar del estupor y reticencia de Val por tal solución, resuelve no intervenir e incluso informar en Camelot de lo sucedido pero sin mencionar lo del consejo temeroso de que no se permitiera. Pero la mayor sorpresa es ver como Gawain se muestra tiérnamente enamorado de Rhoda, tanto que ni siquiera tras emprender regreso a Camelot, el pobre Gawain no puede olvidarse de ella y no coquetea con ninguna doncella.
Me ha gustado mucho el desenlace de esta historia, que junto a su longitud, me parece de lo más acertado que ha hecho Schultz desde que llegó a la colección. Posiblemente, choca un poco ver como Val es reacio a que unos plebeyos organicen el gobierno de la región. Esto no es más que una tímida muestra de los inicios de una democracia que lucha contra el feudalismo. Entiendo que Val no se sienta cómodo con algo así,. pero ya se ha visto anteriormente al personaje con una mentalidad abierta. Curiosamente, será su viejo amigo Gawain el que le convenza de que es lo mejor para este pueblo. Normalmente, es al revés.
No obstante, lo realmente llamativo es ver como un autor se atreve a enamorar a Gawain, el eterno solterón. En esta ocasión, Rhoda, algo parecido a una sindicalista (el rojo de la capucha no es casualidad
) y una luchadora nata parece que es la encargada de robarle el corazón. Habrá que ver si esto perdura con el tiempo.
Ambos llegan a Camelot y Val es recibido por una sonriente Aleta y sus hijas Karen y Valeta. No obstante, todo es una trampa para que las mujeres de la familia le muestren su disgusto por su nueva ausencia, logrando que Val acceda a que todos viajen a las Islas de la Bruma. Mientras se prepara el viaje, Val es abordado por Bukota que le pide permiso para acompañarle a lo que accede. Por otro lado, Arn le informa que Cormac y Valeta no están en buenas relaciones por lo que Val acude junto a ella, que estaba en compañía de su madre y hermana, para inquirirle porque no le había dicho nada y solo consigue meter la pata al preguntar a Karen por su marido, ya que este está desaparecido en oriente.
Por fin se van recuperando a los hijos de Val, aunque el joven Galán sigue desaparecido en combate.
Me ha llamado la atención cómo se utiliza los constantes viajes de Val para crear una sensación de familia desunida. Si algo ha predominado a lo largo de los años son los fuertes lazos que los unen a todos. Tampoco se entiende que Val no quiera irse de Camelot, incluso necesitará que Arn lo hostigue. Veo que hay una tendencia a modernizar la serie, algo que nunca ha hecho falta. Eso de que una hija discuta con su marido hasta el punto de divorciarse no encaja demasiado bien con la época.
Me intriga lo del marido de Karen, ya que sus guardaespaldas parecen tener algún plan contra ella, pero no se explica bien porqué.
También se recupera a Bukota, un personaje muy interesante que de momento se está utilizando muy bien.
El día de la marcha está próximo, por lo que Val decide revisar el barco que gobernará Gundarl Harl.
Me parece un error mostrar a este personaje con tan avanzada edad, mientras que Val parece más joven que él, cuando debería ser al revés.
En dicha tarea, sorprende a un encapuchado que logra huir tras una pequeña lucha. No obstante, Val reconoce el estilo de lucha como oriental por lo que se dirige junto Karen para descubrir que de sus tres guardias orientales falta uno. El misterio queda sin resolver y se inicia la marcha.
Yo espero acordarme el año que viene, si llegamos a leer la continuación de éste. Seguramente me tenga que releer estos comentarios.
Pronto se encuentran con un barco guerrero capitaneado por Haraldr, hijo de Gundar Harl.
Creo que es la primera vez que aparece, ¿no? Ni siquiera recordaba que Gundar tuviese un hijo.
El encuentro entre padre e hijo es aprovechado por las hijas de Val que aprovechan para coquetear con el guapo capitán. Val no puede dejar de aprovechar la oportunidad de dar una lección de humildad a sus hijas dado que ve con malos ojos que sus hijas hagan tal cosa cuando aún están casadas. Para ello, las manda un día entero al barco de Haraldr a limpiar la sentina.
Esto tampoco se entiende. Esta forma de actuar es típica de cuando eran más jóvenes. Se supone que ya han madurado, además de estar casadas. Una vez más, se pretende modernizar cuestiones que no encajan con la época. Ni Foster, ni Murphy, utilizaron estos recursos y sus etapas siguen siendo tan frescas como en su momento. Además, la evolución de los personajes, santo y seña de la serie, sufre un gigantesco paso atrás.
Sigue la marcha y aprovechan una pequeña cala para descansar en tierra firme. Aparece Cormac, marido de Valeta, con la intención de llevarse a su mujer consigo. Se va iniciar cruenta lucha cuando la propia Valeta se interpone y se lleva a su marido a un lado para hablar con él. Tras una larga conversación, Valeta anuncia que se divorcia, siendo que Cormac se va. El motivo que da Valeta es que el pueblo de Cormac no trata bien a las mujeres por lo que no desea volver allí y que de hacerlo se dedicaría a matar a todos los druídas que pudiera hasta que la matasen a ella.
Un acto muy honorable, pero se pierde rigurosidad histórica. Puestos a malmeter, habría que haber matado a Cormac o algo, pero estos divorcios de mutuo acuerdo son más propios de Siglo XX, que de la Edad Media. Por lo menos, se ha olvidado todo aquello de la magia que practicaban las mujeres de la familia.
Cuando llegan a las torres de Hércules, Bukota se da cuenta de que los dos guardias orientales de Karen se escabullen hacía la bodega. Bukota se enfrenta a uno de ellos, pero antes de iniciar la lucha se produce una conmoción en cubierta.
Vaya forma de dejarnos con la intriga.
Un canto de sirenas atrae a las tripulaciones de ambos barcos a un remolino de agua. Aleta resuelve la situación haciendo recuperar la cordura a los tripulantes de su barco, pero el barco de Haraldr se dirige directamente al peligro. La única solución es interponer el barco, logrando que Haraldr y sus hombres se recuperen pero el barco de Val se ve atraído al remolino y aunque logran evitar ser engullidos, encallan y sus ocupantes salen disparados por el aire.
Yo creo que Schultz es incapaz de no dejarse llevar por la posibilidad de incluir elementos propios de la Odisea de Homero. Parece que le gusta mucho la mitología, ya lo vimos en las planchas del año anterior. Sin embargo, chirría un poco que tras tantos años de ir a las Islas de Brumas, ahora se crucen con las sirenas. Espero que las sirenas no sean lo que esperamos, porque estos elementos sobrenaturales no encajan demasiado bien en la serie.
Valoración: Positiva en el sentido de que la historia de Rhoda y la posteriormente iniciada me recuerda mucho a los buenos tiempos. Lástima de introducción de un elemento fantástico como las sirenas (si realmente son porque en estas planchas no se representaron gráficamente).
Creo que estamos bastante de acuerdo en todo.
Creo que hay un estancamiento en el dibujo, no me disgusta salvo quizás en las caras.
Es cierto que no hay evolución. De todas formas, Yates parece un dibujante bastante limitado y es cierto que en los planos cortos está peor que en los largos. Yo diría que dibujar esta tira le supone cierto miedo escénico, ya que vuelve a las composiciones clásicas. Quizá debería dejarse llevar un poco y ver que sale. Aún así, creo que le da un tono más moderno visualmente, algo que quizá nosotros no apreciemos demasiado, pero los lectores más noveles agradecerán. Al fin y al cabo, el estilo pictórico se perdió tras la marcha de Murphy. Creo que no lo hace mal, al menos si sigue a este nivel. También habrá que ver cuanto dura, porque el ritmo semanal tiene que ser muy duro.