Voy a faltar a mi palabra por una sola vez. Lo intentaré al menos.
Deleznable o disparatado son los adjetivos que sin duda pondría yo a la comparación, perdón, no a la comparación, a la igualación exacta, del hecho que una dictadura fascista con todo el aparato político de su parte impida trabajar a ciertas personas que creían en la democracia, con una iniciativa social de recogida de firmas contra una persona que le niega el derecho al matrimonio a sus prójimos y todos los beneficios legales que ello conlleva por el simple hecho de su orientación sexual.
¿Cómo llamaríais al afán de mantenerse equidistante a todo porque sí, para darse golpes en el pecho exageradamente y demostrar que no hay mayor defensor de libertad de expresión? ¿Cinismo? Puede ser.
Ante ciertas actitudes es un alivio, un aliento de esperanza para los que trabajamos en la educación en la igualdad, ver a un profesional como Chris Sprouse negarse a trabajar con un homófobo declarado.
Más allá de eso, estoy muy de acuerdo con Godot en que la ideología de un autor no tiene por qué mejorar o empeorar la calidad de la obra. Después está en la conciencia de cada uno consumir ciertos productos sin importar de donde venga.