La colección de Quasar no estaba mal: es decir, es consistentemente mediocre, acorde con el trabajo de Gruenwald de esos años... tenía sus puntos buenos, una coherencia interna a prueba de bomba, algún que otro punto álgido, algún que otro punto bajo... mereciendo más o menos la pena en función también del dibujante que tocara, como el primerizo Greg Capullo o el trabajador Paul Ryan.
Lo normal es que leyendo Quasar, pasaras un buen rato, te entretuvieras, y a los cinco segundos pasaras a otra cosa olvidando la historia. No destacó ni por buena ni por mala.
Una serie consistente y nada memorable.