"existenZ". Ya di mi nota para esta película pero, como dije, me gustaría añadir algunas líneas sobre la misma (y sobre el cine de Cronenberg en general):
A estas alturas, por todos es sabido que el cine del director canadiense, al margen de que despierte amores y odios a partes iguales, es, sin ningún género de dudas, lo suficientemente singular como para no dejar a nadie indiferente. ¿Y qué características esenciales podríamos señalar a modo de nexo de unión entre las numerosas películas de su ya extensa filmografía? En mi opinión podría decirse que, al menos una, sobresale entre las demás: la indagación sistemática (casi obsesiva) de las fronteras divisorias entre
lo orgánico y
lo inorgánico:
carne y
cuerpo (o lo que es lo mismo: lo que algunos han querido denominar como
Nueva carne, es decir, la eliminación (casi) total entre lo orgánico y lo mecánico). A todo ello debemos sumarle toda una serie de conceptos y/o elementos que, de una u otra forma, siempre vienen asociados a esta idea de lo corporal-orgánico: infecciones, heridas, mutaciones, excitaciones, contracciones, etc, etc. En definitiva, una serie casi infinita adscrita al dolor o al placer que un ser vivo (una carne) puede experimentar (por ejemplo: la abertura,
aquello-que-puede-abrirse, tanto para el dolor -heridas-, como para el placer -lo sexual está siempre presente en la
carne cronenbergiana-). Bien, ¿y qué tiene de particular todo eso? -podríamos preguntarnos-. ¿Acaso no es algo que sucede todos los días en mil y una experiencias cotidianas? Efectivamente, y justo ahí reside el elemento terrorífico del cine de Cronenberg. Más allá de monstruos inimaginables, situaciones psicológicas enrevesadísimas o futuros distópicos (si bien todo ello también forma parte de la imaginería del canadiense), lo que más aterra a la hora de enfrentarnos a sus filmes es que
eso-que-ocurre lo experimentamos (podríamos experimentarlo) en nuestras propias carnes, siempre débiles, siempre
a flor de piel. Un repaso fugaz a la filmografía de Cronenberg nos serviría de inmediato para darnos cuenta de lo que tratamos aquí de señalar. Así, desde sus inicios, asistimos a contagios y plagas (
"Vinieron de dentro de...", 1975;
"Rabia", 1977; o
"Cromosoma 3", 1979 -sigue siendo impresionantemente terrorífica, en el sentido que venimos diciendo, la escena final de este filme, con una acojonante Samantha Eggar cuyo carne mutada es seno materno de una espantosa prole-), así como también a revoluciones/transformaciones tecno-biológicas que no persiguen precisamente hacernos la vida más fácil, sino que rompen, transigen con los acomodaticios límites dentro de los cuales nos sentimos seguros en el mundo (
"Scanners", 1981;
"Videodrome", 1983;
"The fly", 1986; o
"Inseparables", 1988). Dentro de esta última línea entraría quizás la propia
"eXistenZ", donde Cronenberg vuelve a tantalizar la carne humana hasta alcanzar la agonía más compleja o el placer más excelso, y siempre poniendo en entredicho eso que habitualmente denominamos
Realidad. Es cierto que esta película en concreto no la catalogo como una de las más conseguidas por el canadiense, sin embargo, como ya dije alguna que otra vez, en mi opinión no hay un solo filme en su trayectoria que no merezca ser rescatado, siquiera por una mera idea o detalle magnífico. Todos sabemos que sus últimos proyectos se están presentando bajo una estética fílmica que, en principio, bien podría parecernos del todo dispar a lo que nos tenía acostumbrados, pero a poco que se indague en lo narrado en
"Spider" (2002),
"Una historia de violencia" (2005) o
"Promesas del Este" (2007), veremos cómo esas mismas reflexiones y preocupaciones siguen aflorando aquí y allá. Resumiendo: David Cronenberg mola.