He leído 100% Marvel El Castigador Nº 4: Blanco y negro.
La verdad es que me había planteado incluso bajarse de la serie tras la conclusión de la etapa de Greg Rucka, pero me alegro de no haberlo hecho, porque este tomo me ha gustado mucho. Creo que consigue muy bien crear una historia del personaje dentro de su escenario urbano habitual, además de mantenerlo integrado en el Universo Marvel, utilizando elementos de este que encajen bien con Castle. Asimismo, los autores parecen querer potenciar ese estatus de justiciero en un mundo de héroes, donde de alguna forma parece ser necesario alguien como él, para enfrentarse a unos criminales que se salen del rango habitual de los pijameros. Sin perder de vista el enfoque realista propio de las peripecias de Frank, el resultado es un trabajo muy sólido que nos ofrece un thriller de acción que tiene como escenario el Universo Marvel que todos conocemos, siguiendo las líneas maestras marcadas por Rucka en el anterior volumen de manera coherente y convincente.
El tomo comienza con una miniserie de dos números que sirve de puente entre el volumen anterior y este, a pesar de que la situación en la que quedaba Castle al final de la serie de Rucka se solucionó en los Thunderbolts, uno de los motivos de la marcha del guionista. No obstante, como bien indica Bruno Orive en el estupendo prólogo, se trata de una historia autocontenido y que puede leerse de manera independiente y aislada, ya que al fin y al cabo no hay ninguna referencia. Está escrita por Marc Guggenheim y dibujada por Leinil Francis Yu y Mico Suayan. Ambos encajan con la temática de la obra, a caballo entre el drama carcelario y el thriller jurídico, pero reconozco que me gusta más el estilo del segundo que del primero, aunque cuando te acostumbras la trazo "sucio" de Yu, el cambio es demasiado brusco para el lector. me fastidia un poco que el apartado gráfico no sea más sólido teniendo en cuenta la duración de la miniserie. Pero bueno, ambos realizan un trabajo solvente y no desentonan en absoluto en el tono que imprime el guionista.
La historia de Guggenheim me resulta especialmente interesante, sobre todo con ese giro final en el que se desvela aquello que sospechábamos desde el principio, junto con la abogada que representa a Castle: que Frank tenía un plan y entregarse a la policía y ser juzgado por el asesinato de un fiscal entraba dentro de él. Pero a pesar de que el escritor cultiva muy bien el suspense, lo realmente interesante es ver su versión de la maquinaria jurídica ante alguien tan especial como el Castigador, que prácticamente es considerado como un asesino en masa, por mucho que sus actos estén dirigidos a todo tipo de criminales. De ese modo, se abre esa reflexión ética y moral sobre su papel como justiciero, así como la posibilidad de mostrar una rendija legal tan trillada como defender un estado de demencia. No obstante, esta escusa suena muy débil, o por lo menos no se profundiza lo suficiente en ella, pudiendo utilizar su historial militar o el suceso acontecido a su familia como detonante de ese estado de locura, muy similar a lo que se pudo ver en la serie de Netflix. Pero es obvio que el guionista no pretende ir por ese camino, sino por otro muy diferente que nos lleva la representación de la esencia más pura del Castigador: un hombre con una misión, dispuesto a cualquier cosa con tal de llevarla a cabo hasta sus últimas consecuencias. Ese es Fran Castle, y ese es el que encontramos aquí. La historia está bastante bien, creo que podría haber estado mucho mejor, incluso haber sido más interesante, pero en líneas generales, Guggenheim lo hace bastante bien y supone una buena apertura para este tomo.
A continuación tenemos los seis primeros números de un nuevo volumen dela cabecera protagonizada por el Castigador, orquestada por el guionista Nathan Edmondson, un autor que cada vez me gusta más con este tipo de personajes urbanos. En esta ocasión, opta por utilizar como escenario a Los Ángeles, donde Frank se establece tras seguir la pista de un cártel de drogas conocido como los Dos Soles. A partir de ahí se comienza a desarrollar una trama que involucra a supervillanos como Electro o IMA, mientras se desencadena una subtrama que nos trae a la nueva versión marvelita de los Comandos Aulladores, más militarizada que nunca, por lo que se ve. A su vez, el guionista introduce a varios personajes secundarios, contribuyendo a que el argumento sea más sólido y a que el personaje vuelva a protagonizar una colección con una serie de elementos que se han echado en falta en otras ocasiones.
Sin embargo, el inicio de esta cabecera nos ofrece un auténtico thriller de acción, marcado por la intensidad de las tramas y por un ritmo trepidante en el que la lectura se vuelve casi adictiva si consigues sumergirte en la propuesta on un marcado tono policial. Sin alejarse del todo de los superhéroes, aunque también manteniendo una distancia prudencial, Edmondson consigue un equilibrio razonable y bastante disfrutable, que creo que puede mantener contento al lector habitual del Universo Marvel. A mí me ha gustado mucho y creo que es bastante deudora del trabajo de su predecesor, que nos ha devuelto a una Frank Castle tan urbano como integrado en el Universo de ficción de la Casa de las Ideas, recordando a épocas más clásicas del personaje. No solo me ha gustado mucho, sino que me ha dejado con muchas ganas de ver como continúa la historia, teniendo en cuenta la escena final.
En el tablero de dibujo tenemos a Mitch Gerards que no lo hace nada mal. Por un lado creo que es un dibujante idóneo para este tipo de entornos urbanos, muy cercano a la realidad y que no deja de ser un tebeo de tiros al más puro estilo de las películas de acción. No obstante, tengo que reconocer que en primera instancia su trazo fino y su estilo algo irregular no me agradaron del todo. No sería hasta ir mirando con más detalle su trabajo que me daría cuenta que no solo estaba bien, sino que ese tono a lo "Vertigo" encajaba con los argumentos del guionista y poco a poco se convierte en el complemento perfecto de los guiones. En definitiva, un tomo interesante y entretenido que nos introduce en una nueva etapa de Frank Castle, una que de momento merece mucho la pena leer y que bebe directamente de la esencia del Castigador más clásico.