He leído
Conan Rey: El fénix y la espada.
El tándem creativo formado por Timothy Truman, Tomas Giorello y José Villarrubia se reúnen de nuevo para producir una nueva adaptación de un relato de Howard. En este caso, hablamos del primer relato que se publicaría el escritor, en la revista Weird Tales, protagonizado por el cimmerio. Aunque, curiosamente, se sitúa el último dentro de la cronología del personaje.
La historia es narrada por el propio Conan para que sea registrada por Pramis, el escriba de Aquilonia. Es muy interesante ver como, a pesar de la avanzada edad y tras muchos años de rey, Conan sigue presentando un porte que nada tiene que ver con los hombre civilizados. Además de seguir siendo un temible guerrero. La crónica nos traslada a los primeros años de su reinado, donde Aquilonia está acosada por diferentes guerras, pero la más compleja se encuentra en los mismos salones del reino. Allí, Ascalante y un nutrido grupo de nobles planea derrocar a Conan, ya que lo consideran indigno por tener sangre de plebeyo. Bueno, eso y que la ambición y el poder son inherentes en el ser humano, tampoco es que necesiten muchas más explicaciones.
Este es el punto de partida de una historia que combina muy bien todos los elementos del género: intrigas palaciegas, espadas, monstruos infernales y, como no, magia. Este último elemento lo aportan dos personajes posicionados en representación del bien y del mal. Uno es Thoth Amon, quizá el enemigo más recurrente durante el reinado de Aquilonia, mientras que el otro es Epemitreus, el cual forjará el símbolo del fénix en la espada del bárbaro, dando sentido al título de la historia.
Creo que poco más hay que decir sobre uno de los relatos más conocidos de Howard, que se ha adaptado en multitud de ocasiones. La adaptación que publica este tomo está en consonancia con los anteriores trabajos de estos autores, los cuales han conseguido revitalizar al Conan de Dark Horse. Truman demuestra su gran capacidad para asimilar los conceptos y el estilo de Howard de una forma similar a cómo lo hiciera Thomas en Marvel. Por otro lado, el dibujo de Giorello es magnífico, dotando a las escenas del punto justo entre lo épico y lo espectacular. Este autor parece nacido para dibujar este tipo de relatos. Al final del tomo, se incluyen diversas páginas a lápiz y es un trabajo sorprendente. Creo que su labor es comparable a lo que hicieron las grandes leyendas del lápiz.
Un tomo muy recomendable para los que les gustó el anterior, para los amantes del género, incluso para los que quieren vivir la experiencia de conocer al personaje tal y como hicieron los lectores de 1932 con la revista Weird Tales. Sin duda una forma excelente de celebrar el octogésimo aniversario de la publicación de este relato.