Anoche leú unas cuantas cosas bastante dispares:
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Veneno: La señal: Una miniserie protagonizada por este simbionte al servicio del gobierno, que tiene que proteger a un dictadorzuelo sudamericano que ha ido a dar una conferencia a una iglesia de Harlem, a la que también acude un tal Danny Ketch. Cabe destacar la aparición de una mutante al servicio del Vaticano cuyo poder consiste en invocar características de los santos (algo en plan "¡Dame tu fuerza, Pegaso!" o "¡Shazam!", pero con santos).
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Deathblow and Wolverine: Un cruce entre el mutante y el personaje de Wildstorm bastante insulso. Apenas se profundiza en los personajes (normalmente en este tipo de cruces se suele hacer una retrospectiva de los mismos, narrar su origen o mostrar un contraste entre ellos, pero aquí nada) y la mayor parte del primer número es muda. Una historia para pasar el rato en la que Deathblow podría haberse sustituido por Punisher, Cable, Bishop, Maverick o cualquiero otro que manejara armas de fuego sin que el argumento variara ni un ápice.
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Marvel Fanfare: Capitán América: Contiene tres historias, la primera de ellas por Stern y Miller, que está bastante bien, si no fuera por el final, excesivamente patriotero, para mi gusto.

La segunda historia está bastante bien, centrado en una república bananera y un personaje que dice ser la muerte. La tercera historia reflexiona sobre el impacto que tiene el combate del Capi con un delincuente en un matón y el empollón al que está acosando.
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Coloso: Tierra de Dios: Un interesante serial de Marvel Comics Presents que transcurre en la América profunda, desde la perspectiva de Coloso, en plena era Reagan. Además de acción y de mutados, hay numerosos diálogos sobre qué es la libertad, comparaciones entre los sistemas estadounidense y ruso y, en general, mucho trasfondo psicológico, como suele ocurrir en todas las obras de Ann Nocenti. Destaca especialmente el personaje del abuelo. Muy recomendable.

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Daredevil: Amor y muerte: Novela gráfica escrita por Frank Miller (el bueno, no el de "el jodido Batman") y dibujada por Bill Sienkiewicz. ¿Hace falta decir más? Bueno, sí, lo diré. Una historia genial, con unos dibujos rompedores, en la que tanto Daredevil como Kingpin quedan en un segundo plano en favor de otro personaje, menos importante en teoría, pero que acapara buena parte de la historia, con un continuo uso del monólogo interior y del fluir de la conciencia que no hacen sino plasmar a la perfección sus problemas mentales. Es una historia en la que Kingpin sufre una muy amarga derrota sin que DD tenga apenas que hacer nada.