La Cosa del Pantano de Alan Moore: American Gothic.Nos habíamos quedado en una Cosa del Pantano malherida por uno de los mayores enemigos de la naturaleza: la energía nuclear. Nos habíamos quedado en un Alec haciendo llamada de toda su voluntad y suerte para enviar su mente al verde, con la esperanza de volver a nacer más tarde, con otro cuerpo.
Y así empieza la saga en el número 37 (Patrones de crecimiento), con la esperanza de una nueva cosa del pantano. Y todas nuestras esperanzas se depositan en una viñeta en la que una planta crece lentamente, a medida que suceden otros acontecimientos como el día a día de Abby, cómo ayuda a la planta a crecer, esperando que sea quien ella cree que es, y sobretodo ¡La presentación de John Constantine!
Y es que en este cómic la trama va por dos senderos: en uno Abby ayuda a la cosa del pantano a recuperarse y en el otro se va presentando la trama que provocará los hechos de American Gothic. En este segundo sendero también tienen lugar las presentaciones de varios personajes (de los cuales pocos llegaran al final de la saga) y entre ellos se encuentra el protagonista de la serie de Vértigo más mítica y duradera, John Constantine, de Hellblazer.
Un número muy bien hecho en todos los sentidos presentado por Moore Veitch y Totleben (que sustituyen a Bissette en los dibujos) que termina en la muerte de uno de los personajes presentados (algo prematuro, quizás, porque aún no se le había tratado prácticamente, pero necesario, pues da lugar a otro personaje de lo más interesante que además cobrará bastante importancia) y en la Cosa del Pantano aceptando la propuesta de Constantine.
Me gustaría recalcar un par de cosas del número. La primera es la maestría con la que Totleben y Veitch sustituyen a Bissette, y la sensualidad con la que dibujan a Abby. Algunas viñetas son toda una delicia para la vista.
De nuevo en el dibujo, estaríamos en el diseño de John Constantine, que a pesar de estar dibujado oficialmente en este número por primera vez por Rick Veitch, ya se había visto con anterioridad en el número 25 (en la página 21, entre la muchedumbre). Eso se debe a una archifamosa anécdota que yo contaré una vez más: Bissette y Totleben habían pedido a Moore un personaje con la apariencia de Sting, y viendo que éste tardaba en llegar y no pudiendo contener sus ganas, lo dibujaron como parte del gentío en el número 25. Más tarde sería presentado oficialmente (Bissette se pierde la ocasión de dibujarlo) en el 37.
Lo último que destaco del número es una escena. Se trata de un homicidio en la que el asaltante lanza a la víctima por la ventana. La víctima cayendo entre trozos de cristal es muy similar al que veríamos, tras un corto período de tiempo, en su obra más famosa: Watchmen. La verdad es que no aporta nada al tema, pero me pareció curioso.
Y aquí se abre la mítica American Gothic. Una serie de aventuras que tratan los clásicos del terror que terminan en un evento cósmico que podría ser el final de los tiempos. La primera de esas aventuras tiene lugar en el número 38 ( Aguas Tranquilas) donde Constantine lleva a la Cosa del Pantano a Rosewood, a un aparentemente tranquilo lago en el que Alec deberá enmendar los errores del pasado.
Años atrás, bajo ese lago había un pueblo. Un pueblo atestado de vampiros (sí señor, vampiros). Para terminar con ellos, nuestro singular héroe inundó la zona, esperando que el agua corriente provocase la muerte a todos aquellos que tocaba. La zona se dio por asegurada y la amenaza de los vampiros dejó de existir. Pero… ¿Y si todos los vampiros no habían muerto?
En esta historia de dos números, Moore termina con la primera parada del viaje. Ya hemos tenido nuestra primera aventura, ya hemos tenido nuestro primer clásico del terror tratado con el estilo que caracteriza al mago inglés… y no puedo más que quitarme el sombrero.
Como punto negativo (porque algo negativo tiene que tener esta colosal etapa) podríamos resaltar una viñeta en la página 18, en la que a pesar de haber conseguido un dibujo espectacular de la cosa del pantano “tomando” la montaña, Bissette no consigue bordar del todo el coche que circula por la carretera. En un principio parece una chiquitada (y lo es) pero estropea el dibujo si te paras a contemplarlo y a fijarte en los detalles. Una pena, porque el resto del dibujo es magistral.
En el número 40 (La Maldición) se trata otro gran hito del terror: los hombres lobo… solo que sin ser hombres. En este caso, nuestra “mujer loba” es una ama de casa que tiene problemas con su marido. El origen de sus poderes (aunque para ella acaban convirtiéndose en una maldición) está en la magia. Un tipo muy extraño de magia, que aleja al personaje de los tópicos (a pesar de ser uno).
La imagen de esa mujer alzándose contra su marido tenía tanto significado aquel Septiembre de 1985 como ahora, 24 años atrás.
El dramático final del número pone la guinda al pastel, y cierra un número magnífico tanto en dibujo como en el guión (la poética prosa de Moore me asombra más a cada número que pasa).
La historia narrada en los números 41 y 42 transcurre en la mismísima Louisiana (hogar de nuestro protagonista y su amada). En esta ocasión tenemos un argumento algo más típico, con unos personajes algo menos originales que en otra ocasión. Se trata el clásico del terror número 3: Los muertos vivientes (zombies).
Desde luego no se trata de unos cadáveres alzándose de sus tumbas sin previo aviso, y atacando a todo lo que encuentran comiéndose su cerebro así sin más. No, para traer a esos muertos de vuelta de sus tumbas Moore usa un tipo de magia poco común en él, y que a mí me encanta: el vudú.
En la cultura popular se cree que el vudú consiste solamente en pinchar un muñeco con unas agujas para que tu enemigo sufra (de hecho, en la portada del número 41 tenemos un muñeco de la cosa del pantano atravesado por varios clavos), pero en realidad no es sólo eso. El vudú es toda una cultura que surgió cuando se llevaron a los africanos a América como esclavos, y el choque de ambas culturas provocó, entre otras, el vudú.
Nada más empezar el número 41 tenemos un escenario (en ruinas ya) que recorremos mientras leemos una antigua conversación que tuvo lugar ahí, y cada escena que leemos sucede en el lugar en el que nos encontramos.
Resulta que tiempo atrás, en esa casa de esclavos, la mujer del dueño se acostó con uno de sus siervos. La reacción del hombre fue terriblemente sanguinaria. Ahora, muchos años después, se planea rodar una serie televisiva ahí con la misma trama.
A pesar de ser un argumento algo más común, Moore y Bissette lo llevan tan magníficamente que se convierte en una de las mejores aventuras (por no decir la mejor) del camino de American Gothic. Buenísimos diálogos acompañados por una buena narración y un estupendo dibujo que muestran como poco a poco los actores y trabajadores de la serie van cumpliendo sus papeles… de manera algo literal.
El número 42 es apoteósico y tanto principio como final hacen que me quite el sombrero varias veces:
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Como detalles a destacar:
-El número 41 está dividido en actos (pero no pone acto, simplemente pone la fecha y el título). Al principio de cada uno hay unos dibujos que merecen estar enmarcados, sobretodo el de la página 16.
-La portada del número 41 es de las mejores que he visto a lo largo de la etapa de Moore en la cosa del pantano (quizás la mejor).
-Se recupera la tensión de la etapa pre American Gothic, que había desaparecido durante un par de números.
Y ahora llegamos a la parte en la que Moore decide que ya hemos tenido suficiente terror. Cuando dividí su paso por la serie en dos mitades: Pre American Gothic y Post American Gothic, también tuve en cuenta que la saga en sí no debía pertenecer a ninguna, sino hacer de transición.
En la etapa anterior al gran evento, disfrutábamos de unos cómics de Terror en mayúsculas, donde la tensión y el miedo eran protagonistas. Tras la gran saga, Moore decide que ya está bien de terror, y nos da unos cómics más de superhéroes, pero con una intención clara de llegar al lector, de emocionarle.
En plena saga, Moore opta por la decisión más acertada: darnos tanto lo uno como lo otro. En los números 41 y 42 disfrutábamos de unos cómics de terror, y momentos después en el número 43 lo hacemos con uno emotivo, de los que te hace pensar “¿Qué hubiera hecho yo?” cuando terminas. Y eso es precisamente lo grande de esta etapa, lo que la distingue de otras y la pone como una leyenda del cómic.
En este número 43 tenemos un cómic sin superhéroes, sin terror e incluso sin la Cosa del Pantano (que aparece durante tres viñetas en la primera página y está de espaldas. No le dedican ni un solo bocadillo de diálogo o pensamiento). Si bien es cierto que ha habido varios números en los que Alec pasaba algo desapercibido ante el trato a los demás personajes, no habíamos tenido ninguno con una aparición tan breve y aparentemente insignificante del monstruo. La excepción sería el número 33 (Los Sueños de Abby), donde no apareció ni en una viñeta, pero Moore y Randall se las arreglaron para que no le echásemos de menos.
Un hombre llamado Chester encuentra uno de esos extraños tubérculos que deja Alec a su paso. Lo divide en tres pedazos. Dos de ellos los regala: uno a un hombre necesitado cuya novia se muere, y otro a un odioso y avaricioso hombre que necesita algo para colocarse.
Resulta que dicho fruto saca el verdadero “yo” de las personas, y mientras hay personas (ya se vieron los efectos de dicho tubérculo en Abby) que obtienen la mejor experiencia de su vida gracias a ella, hay quienes pueden llegar a suicidarse.
El tercer trozo le pertenece, pero… ¿Te atreverías tú a probar algo que te dice si eres “bueno” o “malo” sin posibilidad de equivocación? ¿Te ganaría la curiosidad o el temor a descubrir algo que no quieres? Servidor no tiene la respuesta muy clara.
Con el 44 volvemos al terror, y de nuevo con un grande entre los grandes, aquel que asustó a tantos niños de pequeños (si las madres supieran que atemorizar a sus hijos con la muerte más horrible cada vez que no se comen las lentejas puede crear complejos…) decide hacerlo ahora con los no tan pequeños. En el número 44 tenemos al Hombre del Saco.
Este número sí que podría ser algo más “Slatterpunk” porque nuestro protagonista es un psicópata que mata a sus víctimas porque cree que debe hacerlo, y luego recuerda detalladamente los ojos de cada una. Una narración muy conseguida que nos pone en la piel del mismísimo Bogeyman. Narrar en primera persona a un psicópata no es una tarea fácil, pero si se consigue hacer bien puede quedar algo magnífico.
Bissette vuelve al dibujo, y como siempre, me quito el sombrero ante su sobrehumano talento. Todas y cada una de las viñetas son una obra de arte y es asombroso cómo la misma persona que te enamora con una dulce mirada en una viñeta, te quita el sueño de la manera más desagradable en otra. Y como es costumbre en él, la última página te hace plantearte seriamente arrancarla y enmarcarla (en este caso es la penúltima página, aunque la última hace de epílogo), y ya no por tener mucho significado o por lo emotiva que pueda ser tras una historia de 22 páginas que termina ahí… no… hay que enmarcarla simplemente por su belleza.
Con el número 45 termina el camino la “preparación” de la cosa del pantano y su búsqueda de respuestas (las cuales encontrará más tarde en el 47). Esta vez el mito del terror que tratamos es el de las casas encantadas, todo un tópico que ha dado lugar a muy buenas historias con espíritus atormentados e invitados que lo pasan mal por culpa de los poco hospitalarios huéspedes.
Un número buenísimo con personajes muy interesantes que termina de manera prometedora con alguien comprando un rifle para una “caza” que no planea practicar muy a menudo. Tras 22 páginas de fantasmas y espíritus volvemos a encontrarnos de nuevo con el ser humano mundano que se convierte en protagonista de una historia de terror aún más escalofriante.
Y por fin llega el momento que tanto llevábamos esperando, el clímax de la saga. Tras una larga introducción, por fin empieza el nudo ¡Y de qué manera! Al principio del número 46 (Revelaciones) tenemos una ciudad sumida en el caos, en una crisis. Una crisis en tierras infinitas que llega a nuestra serie de DC que aparentemente menos ligada a la continuidad estaba. Ya habíamos visto referencias al universo DC antes, con apariciones de viejos personajes, Batman e incluso la Liga de la Justicia, pero lo que vendrá a continuación está tan sumergido en la continuidad que los más inexpertos en DC, entre los cuales me incluyo, hemos necesitado la Wikipedia para enterarnos de todos los detalles.
“Una serie de universos paralelos, tierras paralelas… algo se los está comiendo, como un gusano masticando una pila de mapas. Para sobrevivir, los mundos que quedan se están plegando juntos, haciéndose más fuertes. Funcionará, mucha gente acabará muerta pero funcionará” Ésa es la explicación que nos da Constantine de lo que sucede, y es normal que Alec pida alguna explicación al respecto. Entramos en continuidad, y señores… ¡Cómo entramos!
La cantidad de personajes de este número sólo se puede ver superada por las situaciones cómicas y a la vez trágicas que plasman con humor negro todo el caos que debe haber en un evento de tal magnitud. Al final del número una traumática y poética muerte de otro personaje deja paso libre a lo que será uno de los números más importantes de la etapa de Moore en La Cosa del Pantano.
Así es, el número 47 (El Parlamento de Árboles) se divide en dos de los hechos más trascendentes de la serie. El primero trata de un testigo que demuestra, con fotos, la existencia de cierto monstruo del pantano… ¡Y su relación con una joven dama de cabellos blancos! Es una escena breve, en la que el testigo habla y nadie responde. Aparentemente no sucede nada, pero todo el que lo lea habrá tenido y tendrá, con razón, la sensación de que algo va a cambiar… ¿Para bien o para mal? La respuesta vendrá después, siendo uno de los arcos argumentales principales de la etapa post American Gothic.
El segundo hecho importante es el encuentro de la Cosa del Pantano con el Parlamento de Árboles, unas criaturas que Alec puede considerar sus iguales. Preguntas y respuestas que provocan más preguntas dejan a nuestro protagonista confundido y destrozado. Aquellas palabras “No me quieren, Constantine. Son criaturas como yo… como yo… y me han expulsado” sólo se ven superadas por la escena que viene a continuación. Sólo tenemos una respuesta: para mal.
Los aires épicos y superheroicos de la serie empiezan con el número 48, donde a pesar de mantenerse un ambiente de terror y tensión muy conseguido, tiene lugar el enfrentamiento entre los “buenos” y los “malos”, abriendo la puerta de un ascensor que ira ascendiendo en todo momento hasta llegar a la cumbre, en el número 50.
En este enfrentamiento hay personajes que cambian de bando, unos que pierden su vida, otros que la entregan y alguno que la ve pasar ante sus ojos para luego ser salvado. Vemos con orgullo el poder de Alec, y con temor que no sirve de nada para lo que se avecina.
El número es alucinante. Vertiginoso, trascendente e importante, con un dibujo magnífico de Totleben que plasma a la perfección a esos personajes de rostros grotescos que tanto bien le hacen a la saga… pero es evidente que la cosa acaba de empezar. Los enfrentamientos han cesado, el camino ha sido recorrido, todas las fichas de dominó han caído, una a una, hasta llegar a la última
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El peligro es tal que nadie podría afrontarlo sólo, ni siquiera teniendo el poder un elemental, así que Constantine procede a reclutar al ejército que será necesario para enfrentarse a sea lo que sea aquello que pone en peligro al universo. Constantine es el encargado de convocar a los hechiceros Winter, Sargón, Zatanna, el Dr. Occult (y juraría que hasta aparece Bubastis)… un puñado de viejos personajes de DC que se unen a nuestros protagonistas para hacer todo lo que puedan desde el plano terrestre.
Por otro lado, la Cosa del Pantano se dirige a sus contactos del más allá. Deadman, el Espectro, Etrigan y algunos diablos que han decidido unirse al bando “bueno” esta vez que el mal planea destrozarlo todo.
Y así, con los ejércitos preparados, el bien encarándose al mal, el mensaje es entregado y la ola de destrucción se alza de las profundidades para mostrarse en el siguiente número. Y resulta que aquello que llevamos esperando tanto tiempo es… ¡Una montaña! O un pedrusco, o una esfera negra que avanza lentamente, devastándolo todo a su paso. Todo ese ejército, toda esa preparación, todo ese camino recorrido, para ver en el número 50, una mancha negra que nadie puede derrotar.
Poco a poco se convierte en un cilindro, y uno a uno los personajes del ejército de los buenos se acercan a él para derrotarlo. Son tragado, interrogados y expulsados. Unas preguntas que nadie puede responder de un ser que no se detiene ni siquiera ante el Espectro ¿Quién puede hacer nada contra esa criatura? Pues muy sencillo, la Cosa del Pantano.
Todo cobra sentido, todo lo que ha sucedido los 14 números ha sido por algo y se demuestra que todo ha estado milimétricamente planificado desde el principio. No diré qué pasa a continuación, sólo que sea lo que sea, os aseguro que es de lo más espectacular que he visto. Esa doble página del número 50 en la que se descubre qué es aquella montaña negra, y se tiene lugar el choque entre el bien y el mal es de las más espectaculares que he visto. No porque tenga un dibujo magistral (que lo tiene) o unos efectos alucinantes, no, simplemente es de las mejores por lo que significa, por todo el significado poético y filosófico que tiene. Y todo el camino recorrido ha merecido la pena.
Y esa es la saga que tantas veces se ha nombrado, que tanto se ha homenajeado, plagiado y adorado. Esa saga que ha marcado un antes y un después. La saga más famosa de la Cosa del Pantano y una de las obras más reconocidas de Moore. Y qué queréis que os diga, yo creo que no está sobrevalorada en absoluto.
PD: y ya está, termino ya, que esto se hace pesado para el público. La tercera parte del comentario, si lo hago, será mucho más breve, que en este he tenido que dividir Intro y Comentario porque no cabía en un sólo post (al menos ahora tengo récord de mensaje más largo sin quotes y megaquotes y demás, junto a Patohoward y Taneleer Tivan). Gracias y un saludo.
Originalmente publicado en ''Obras de Alan Moore''http://www.universomarvel.com/index.php?option=com_smf&Itemid=137&topic=9773.510