Es un personaje entrañable, infantil a su manera, pendenciero, tragaldabas, enamoradizo... Me encantó en Cómo Obélix se cayó en la marmita del druida, magnífico relato ilustrado en el que encontramos la génesis del fabricante de menhires, profesión que llegó a su punto álgido en Obélix y Compañía.