He leído
Clásicos del Humor: Mortadelo y Filemón Nº 1.
Bueno, después de mucho tiempo sin leer a la pareja de protagonistas por excelencia de mi infancia y en cierta forma por culpa de cierto artículo que publicamos
David y yo en
otro hilo, me hizo buscar en el mercado de segunda mano los tomos de esta colección dedicado a la más famosa creación de Ibáñez. Ahora, rebuscando un poco ne mi pila de lectura pendientes, me he decidido a empezar una lectura que se prolongará durante mucho tiempo y que iré alternando con otras cosa, pero que me llevará a profundizar en esta inmensa serie, que tiene le honor de ser la más longeva de nuestro país.
Hay que reconocer que la edición es una maravilla en todos los sentidos. La encuadernación es buena, el artículo introductorio es una joya y la elección de las historias incluidas en este volumen es muy acertada. Abrimos con
"La historia de Mortadelo y Filemón", un relato clásico que narra una biografía de la pareja de agentes de la TIA con el particular sello de Ibáñez. A pesar de que en mi niñez leí muchísimas historias de Mortadelo y Filemón, algunas incluso creo que se me quedaron grabadas en la memoria, no recuerdo haber leído esta, ni tampoco las siguientes incluidas en el recopilatorio. Desde luego, no podía haber mejor carta de presentación que este "origen" de la pareja pudiendo asistir en primera persona a momentos claves en sus vidas como su ingreso en la agencia o los motivos por los que Mortadelo mostrará un inquina constante hacia el doctor Bacterio, así como el germen del chiste reincidente sobre "ni un pelo de tonto".
A continuación entramos en materia con la que posiblemente sea la mejor historia de todas
"El Sulfato atómico". Hay varios elementos importantes que rodean a este relato. El principal es que sería la primera historia de los personajes que se prolongaría durante 44 páginas, en lugar de las 4 habituales que utilizaba el autor en la revista Pulgarcito. De ese modo, Mortadelo y Filemón se adaptaban al formato europeo estándar para sus más que probables reediciones posteriores. La otra característica importante es la evolución gráfica de Ibáñez, además si la comparamos con el resto de historias tiene una marcada atención por los detalles, incluyendo fondos más recargados y escenarios repletos de lo que podríamos llamar historias paralelas. Esto solo se repetiría en este tomo, con estas cotas de calidad artísticas tan altas, en
"Valor y... ¡Al toro!", relato que cierra el tomo y que sirve de ejemplo de como Ibáñez había evolucionado tanto en el dibujo como en la elaboración de argumentos, capaces de prolongarse durante muchas más páginas de las habituales, enlazando gags, algunos de manera recurrente con un estilo que recuerda fuertemente a Goscinny, así como la capacidad de hacerte reír con chistes cada pocas viñetas, en ocasiones prácticamente consecutivas y, que a pesar del tiempo transcurrido, siguen teniendo la virtud de hacernos reír.
Por otro lado, destacar como Ibáñez se ceba en la parodia para sacar temas sociales o históricos. En
"El Sulfato atómico" tenemos la presencia de Tirania, en una crítica y una satirización de la Alemania tras el muro de Berlín, que bebe directamente de aquella Alemania nazi. A esto habría que sumarle la inclusión del elemento fantástico de la mano del doctor Bacterio, el biólogo de la organización, cuya creación es capaz de convertir a los pequeños insectos en bichos de un gran tamaño, aumentando la posibilidad de convertirlos en un arma de destrucción masiva y la herramienta para conquistar el mundo, sobre todo si cae en manos equivocadas como son los dirigentes de Tirania. Una misión tan divertida como trepidante, en la que nunca el espionaje fue tan divertido.
En contraposición,
"Valor y... ¡Al toro!" es una pequeña satirización de la fiesta nacional por antonomasia, dejada conscientemente para la parte final, acompañada de un misión en la que nuestra pareja de agentes de la TIA deberá conseguir unos planos de vital importancia escondidos en lo que resulta ser el cuerpo de un toro, mientras deben hacer frente a una banda criminal que cuenta en sus filas con personajes dignos de mención como el Profesor Apolonio, "Higo Chumbo" o "Tapia". Ya no recordaba el ingenio del artista español cono los nombres, al igual que los métodos tan cachondos para viajar, llamar a los agentes o las entradas secretas. Sin lugar a dudas, una seña importante de identidad de la serie, que aquí podemos ver en todo su esplendor y quizá en el momento culmen de la carrera de Ibáñez.
El tomo también incluye
"Contra el "Gang" del Chicharrón" y
"Safari callejero". Ambas son igual de divertidas, y entran dentro de la calidad de esta primera recopilación, pero adolecen de un esquema que da la sensación de que al autor le cuesta desligarse de la forma de trabajar habitual de 4 páginas por historia. De ese modo, aunque se mantiene un hilo argumental de carácter central, las dos tiene la misma base: Mortadelo y Filemón tienen la misión de atrapar a un número de objetivos hasta reducirlos a todos. En la primera historia tenemos a los miembros de una organización criminal, cada uno con ciertas peculiaridades, mientras que en la segunda historia la pareja deberá recuperar a una serie de animales que escapan durante un intento de robo de la casa de Bacterio, cada uno con su particular experimento fallido del biólogo. Contra el Chicharrón se llegará incluso a dividir cada etapa en capítulos, algo que deja de ser necesario en el safari. Cómo digo, y dejando a un lado ese aspecto esquemático y la base argumental tan estructurada, tenemos dos relatos que son francamente divertidos y que están preñados del humor propio de Ibáñez y que a mí me ha hecho reír en más de una ocasión.
Me ha gustado mucho este tomo. Ha sido prácticamente como volver a la infancia y disfrutar de la compañía de unos viejos amigos que hacía mucho tiempo que no veía, pero que espero volver a ver pronto. Un reencuentro que tenía muchas ganas de materializar y que espero prolongar en el tiempo, compartiendo mi experiencia con este foro. Ha sido un verdadero placer volver a leer al maestro del humor en nuestro país: el señor Ibáñez.