Las mil caras de Jack el Destripador"
El desconocimiento, el misterio alrededor de Jack, sirven de pretexto creativo a José Ortiz y Antonio Segura para acercarnos a nuevos crímenes a través de caras cambiantes y distintas que intentan pasar a la negra historia del delito mediante la apropiación del estilo y la fama del Destripador. Desde el hombre que se entrega a la policía buscando la notoriedad del asesino, al que usurpa su historia, hasta el músico que reencuentra de forma claramente indigesta un anillo ofrecido como pago de incumplidos amores, pasando por el aprendiz de psicópata que intentando remediar la ausencia de su maestro se encontrará en una esquina con una sorpresiva prostituta que antes que él hace honor a Jack, desfilan por estas historias todo tipo de personajes de los suburbios londinenses envueltos aquí en los turbios azares de la paradoja. No faltan tampoco algunos homenajes cinematográficos a personalidades del horror, como Boris Karloff o Perer Lorre, e incluso a otra al margen del género como Bette Davis que vendía manzanas que traían suerte en aquel inolvidable “Un gánster para un milagro” de Frank Capra.
José Ortiz y Antonio Segura, dos autores de prestigiosa trayectoria en la historia del comic español nos conducen por calles, a veces de claros perfiles expresionistas, en las que a la vuelta de cualquier esquina podemos encontrar una muerte que nos mira detrás de uno de los mil rostros de Jack. Para mayores de 18 años." (Toutain Editor).
Obra realizada por los autores de la magnífica
Hombre, Antonio Segura y José Ortiz, serializada en los números 66-72 y 74-75 de la revista
Creepy (1984-1985) y recopilada en el primer tomo de la serie
Joyas de Creepy (1986), ambas publicaciones editadas por el visionario Josep Toutain.
El álbum incluye nueve relatos ambientados en la época y lugar de los asesinatos del tristemente célebre Jack el Destripador. Los autores trasladan al lector al barrio de Whitechapel, terrorífico epicentro de un Londres violento, malvado y decadente. La acción tiene lugar tras el último asesinato de los atribuidos canónicamente a Jack (lo cierto es que el reguero de sangre continuó de forma habitual en Whitechapel, de modo aceptadamente inconexo con el famoso criminal).
Las historias varían de protagonistas, si bien todos tienen en común su amoralidad, falta de escrúpulos y gusto por la sangre. En ocasiones, serán admiradores del verdadero Jack el Destripador los que muestren al lector sus violentas aventuras; alguna vez será de forma oficial el propio Jack; pero, la mayoría de veces, será, de modo probable, un Jack el Destripador que cambia de identidad constantemente y que, si bien ya no firma sus macabros asesinatos como solía hacerlo, aprovecha el amparo de varias identidades para seguir cometiendo sus maldades. En este sentido, destacan dos elementos. El primero, que el aparente Jack sea un auténtico maestro del disfraz, lo que le emparenta de forma directa con otra personalidad, en este caso ficticia, de la época, el genial Sherlock Holmes, si bien esto se aprovecha para homenajear a otros personajes, por ejemplo al monstruo de Frankenstein. El segundo, que este probable Jack sufra de un desorden de personalidad o similar... pues interactúa claramente con un narrador que le interpela de forma constante; una voz que enriquece la información de que dispone el lector y que actúa como una segunda conciencia malvada en la mente del asesino.
Si bien no existe rastro de ningún tipo de moralismo, afán didáctico o moraleja en estos relatos, todos ellos contienen un giro final que juega con los elementos anteriormente presentados y que aspira a sorprender al lector, habitualmente con éxito. En todos los relatos se desliza un sutil humor negro, que acentúa los reveladores finales, en mi opinión algo cercano a alguna narración del maestro Edgar Allan Poe y nada que ver, por ejemplo, con el más obvio Enrique Sánchez Abulí. He leído en algunas reseñas que este trabajo es una especie de “estudio del Mal”, aunque la verdad yo no veo nada de un calibre tan profundo, ni lo echo de menos. Más bien se aprovechan determinadas circunstancias históricas para dar rienda suelta a una desbocada imaginación asesina y conformar un excelente cómic de género. No es una obra sesuda y reflexiva, ni creo que lo pretenda, pero a nivel
pulp es excelente.
A ello contribuye el auténtico punto fuerte de estas historias, el trazo expresionista de José Ortiz, que deslumbra con su dominio del claroscuro, la perspectiva, la iluminación y la narrativa y dota de un magnético atractivo cada macabro acontecimiento que se muestra en este cómic. Incluso si a nivel de guion el cómic no fuera bueno (no es el caso), valdría la pena leerlo solo por el excelente nivel gráfico del portentoso Ortiz. Varias
webs ofrecen a nivel informativo páginas completas de este trabajo, por si alguien está interesado en verlo.
Muy recomendable para
fans de
Hombre, del buen dibujo en general, del mito de Jack el Destripador, del cómic español en su vertiente de “boom adulto”… en fin, para cualquiera.