Spiderman: Omnigold tomo 4: ¡Crisis en el Campus! (1968-1969) Sigamos con otro alucinante pedazo de la historia de nuestro arácnido preferido. El cuarto volumen de sus aventuras, segundo de la etapa Romita.
Efectivamente, John Romita sigue a los lápices si bien, supuestamente, en muchos números ejerce de bocetista.
Así, en la primera mitad del tomo aparece también acreditado Don Heck entre los dibujantes, pero no queda especificada cuál es su función. Por lo menos a mí, me cuesta identificar su estilo excepto en apenas algunas viñetas, a diferencia de los últimos números del tercer tomo, en que sí se notaba más el deje a Heck.
O bien los bocetos de Romita son muy acabados, o bien el trabajo de Don Heck se limitó a viñetas sueltas, porque el sello de Romita acapara casi todo el arte gráfico. Afortunadamente.
El entintado corre a cargo de Mike Esposito, que hace un muy buen trabajo.
Sea como fuere, todas las virtudes del genuino Spiderman de Lee-Romita siguen ahí, incluso amplificadas.
Como es parte esencial, a la par que se van sucediendo los enfrentamientos de Spiderman con la troupe de villanos, Peter se tiene que enfrentar en su día a día a la no menos problemática vida real. Tejiendo subtramas de diferente índole hasta que acaban soltando todo su jugo en el momento propicio.
En este sentido tenemos a Norman Osborn que, número a número, comprobamos como su yo psicótico va renaciendo, hacia la inevitable consecuencia del regreso de su alter ego.
Como digo, las dificultades de Peter en su mitad de ciudadano de a pie no cejan.
Un buen ejemplo lo tenemos en la saga del Lavacerebros, que no es otro que Kingpin, que logra hacerse con la voluntad del Capitán Stacy haciendo uso de una máquina.
Nuestro protagonista se ve obligado a incriminar al Capitán Stacy con sus fotos. Razón por la que Gwen decide romper con Peter, que inevitablemente se viene abajo.
Por si fuera poco, Gwen y su padre están a punto de perecer bajo una lluvia de plomo fundido antes de ser salvados por nuestro amistoso vecino, en un emocionante número que pone colofón a esta fantástica saga.
No todo iban a ser malas noticias para Parker. El propio Capitán Stacy acaba confirmándose como el principal defensor de Spiderman, con el permiso de Joe Robertson. Curiosamente entre ellos dos surge una interesante amistad originada en torno a la figura de Spiderman. Estos dos estupendos secundarios creen firmemente en la bondad del trepamuros e incluso sospechan que conocen a su alter ego.
Me encantan algunas contestaciones punzantes que, en diferentes partes del tomo, Stacy y Robbie le plantan a un desbocado Jameson. Un JJJ por quien sienten cierta compasión por ser como es, pero al mismo tiempo no pueden evitar sufrir hartazgo de sus berrinches.
Un Jameson en su salsa durante todo el tomo, más insoportable que nunca, cosa que agradecemos los lectores ante tan enorme personaje.
Tras un número unitario interesante con la inhumana Medusa como contrincante, tenemos el Annual 5. Un bonito número con inicio conmovedor y desarrollo atractivo en que Peter descubre al fin qué ocurrió con sus padres. Esta vez se pone a los lápices Larry Lieber, que no lo hace nada mal.
Lo que viene a continuación es sin duda mejor, y nos proporciona un inmejorable ejemplo de una de las características que hacen grande a esta colección, que las aventuras de Spiderman son tan domésticas que casi puedes tocarlas alargando la mano.
Se trata de la historia en qué intervienen los dos Buitres, con un Spiderman, como no, con el brazo lesionado tras una caída tonta. Una batalla que ocurre en las narices de la redacción del Bugle, cual palco teatral, con Jonah y compañía de privilegiados espectadores.
Gran arco y excepcional narrativa en la emocionante pelea entre Spiderman y el Buitre original. Lo mismo que el entretenidísimo número que sigue, la fuga de presidiarios a la que el lanzaredes pone remedio dejando fuera de combate a todos los reclusos, uno a uno.
Es aquí donde encontramos uno de esos gloriosos detalles que personifican a nuestro héroe. A Spiderman no se le ocurre otra cosa que llamar a Tía May en pleno conflicto carcelario. Si algo así lo hubiera hecho alguien como Reed Richards, lo calificaríamos de disparatado, pero en el caso que nos ocupa es perfectamente comprensible como reacción impulsiva de un adolescente corriente que comete muchos errores.
En el siguiente arco le toca el turno a Mysterio como antagonista, y tampoco decepciona. Uno de los trucos del villano logra que Spiderman se aparezca empequeñecido en un parque de atracciones en miniatura ante la amenaza de un gigantesco Mysterio. Ante tal premisa no puede haber otro resultado que el entretenimiento.
En este momento entra Jim Mooney como entintador y dibujante adicional. Ocurre lo mismo que con Heck, supuestamente Mooney dibuja sobre los bocetos de Romita pero su trazo influye lo mismo que si fuera únicamente el entintador.
Mooney siempre ha sido un sosainas como dibujante a lápiz, pero sus tintas le sientan suficientemente bien a Romita.
El anunciado retorno del Duende Verde no se produce en Amazing Spider-man, ni siquiera en un anual, sino en el segundo y último número del magazine Spectacular Spider-man. Un larguísimo número, muy bueno, donde advertimos la ansiedad que sufre Peter, que sospecha sin apenas dudas, que Osborn ha recuperado la memoria. Circunstancia que pondría en peligro la identidad secreta de Spiderman y, en consecuencia, la vida de Tía May.
El único número, por cierto, en que el estilo de Jim Mooney invade el trazo de Romita. Sospecho que en este caso los bocetos de Romita eran realmente bocetos.
La Tablilla, Buscema y el Lagarto.Si lo vivido en la primera mitad del tomo ya es magnífico, podríamos decir que se queda corto ante lo que resta.
Ni más ni menos que la saga de la Tablilla, una piedra de tiempos ancestrales que guarda una inscripción a la que se le suponen ciertos poderes.
Esta extensa obra maestra tiene de todo. Volvemos a encontrarnos con un Spiderman perseguido por la ley tras el engaño de Kingpin, está el propio enfrentamiento con Kingpin y sus secuaces e incluso se ve mezclada una reivindicación social estudiantil en que toman protagonismo Robbie Robertson y su hijo Randy, al que conocemos en este arco.
A Peter se le vuelve a venir el mundo encima. Los representantes de la ley le vuelven a tomar como un delincuente, no tiene ni idea de cómo explicará sus desapariciones a Gwen, la obsesión de Jameson con él llega a límites extremos… Finalmente pierde los nervios y como Spiderman carga contra el editor, con la mala suerte de que al viejo avaro casi le da un síncope.
Tras la retirada de Kingpin, que parece erigirse en el villano recurrente de la etapa Romita, el mutante Mercurio aparentemente finaliza el arco intentando dar caza al trepamuros. Pero no termina aquí la crónica de la tablilla,no.
Es en este momento en el que el gran John Buscema entra en escena, en unos cuantos números, y no consecutivos. Se da la circunstancia que algunos números vienen firmados por hasta tres ilustradores, Buscema, Romita y Mooney, y no se sabe muy bien qué parte hace cada uno. Mooney está claro que entinta, pero supuestamente también dibuja sobre bocetos, mientras que los otros dos se supone que hacen bocetos aunque yo me atrevería a decir que muy acabados. La cuestión es que no se nota demasiada diferencia en el trazo de todos los números, pese a que vienen firmados por diferentes combinaciones de dos de los tres ilustradores o directamente por los tres.
La saga de la tablilla sigue viva cuando el Conmocionador logra hacerse con ella, hecho que da paso a la subtrama final.
Volvemos a gozar de la tan recurrente temática mafiosa, esta vez con la incorporación de un anciano jefe de la Maggia llamado Cabello de Plata y la ayuda de su gorila, el Hombre Montaña Marko.
El secreto que guardaba la inscripción era el de una poción que proporciona la eterna juventud. Cabello de Plata toma la poción, que hace el efecto deseado y vuelve a ser joven. Su problema viene cuando su rejuvenecimiento no tiene fin y pasa a decrecer cual Benjamin Button, hasta ser un niño y posteriormente desaparecer en la nada. Todo ello aderezado con la necesaria presencia de Doc Connors que, sufriendo una gran tensión, amenaza con convertirse de nuevo en el Lagarto. Genial.
Dicho y hecho, el arco final consiste en otro brutal enfrentamiento entre Spiderman y el Lagarto, con la Antorcha Humana de inoportuno invitado. Otro prodigio narrativo, en este caso por parte de John Buscema.
Qué puedo decir. Estamos ante una etapa histórica, una larga sucesión de números a los que nunca podría poner fecha de caducidad. Son cómics imperecederos, de diez, historia viva del noveno arte de siempre.
Ni que decir tiene que Stan Lee está inconmensurable. Y John Romita y John Buscema haciendo gala del mejor momento de sus privilegiadas carreras.