He leído Gigantomaquia.
Se trata de un tomo autoconclusivo publicado por la línea Panini Manga que rescata una historia en 7 capítulos realizada por Kentaro Miura, el artista japonés detrás de la serie Berserk. Situada en un mundo postapocalíptico, Gigantomaquia se centra en Delos y Prome, uno de los pocos humanos supervivientes, que se une a una diosa de aspecto élfico, la cual le proporciona sustento y el acompaña en su lucha contra el Imperio, que posee gigantes mitológicos en una cruzada por la extinción y el dominio de un mundo prácticamente desértico. La pareja protagonista se dirige a un clan de seres humanos que para sobrevivir se han fusionado con una especie de enjambre de escarabajos dando lugar a los Myu, intentando avisarles del inminente ataque del Imperio. A pesar del rechazo de los Scarabe, Delos y Prome se fusionan en un gigante con propiedad mágicas que hace frente al gigante del Olimpo controlado por el Imperio, para evitar asó la destrucción del clan.
Si hay algo que destaca especialmente es el derroche de imaginación que muestra Miura en esta obra, desarrollada en apenas 200 páginas. Su narrativa secuencial, marcada por un dibujo impresionante lleno de acción y dinamismo, se combina perfectamente con una estructuración y desarrollo de un mundo que cuando comienzas la lectura es todo un enigma, pero cuando terminas estás más o menos familiarizado con él. Sinceramente, el concepto creo que da para mucho más, pero teniendo en cuenta lo lento que suele ser el autor quizá salimos ganando al decidirse por este formato más autocontenido. Como decía, el cómic desborda imaginación en muchos aspectos de la trama. Desde la construcción de un mundo que intenta sobrevivir a un cataclismo que pone en peligro de extinción a todas las especies hasta su conexión con aspectos espirituales y mágicos, así como la presentación de Gaia en forma de ente viva, más que como un simple planeta o escenario. De hecho, creo que el autor, a través de la fantasía, intenta mandarnos un mensaje de corte ecologista en el que da un importante valor a la vida. Esto se pone de manifiesto en la forma de actuar de Delos, un luchador que siente un inmenso respeto por la vida.
Otros aspectos interesantes residen en esa comunidad surgida de la simbiosis entre humanos e insectos, que representan la increíble capacidad de adaptación de cualquier forma de vida de cara a su supervivencia. Por otra parte, tenemos gigantes que toman formas propias de los dioses, en un mundo en el que a pesar de las circunstancias surge un Imperio que solo persigue la erradicación de cualquier otra vida, por el simple hecho de dominar el mundo. Quizá parece un poco simple, pero también obedece a una representación de lo que ha hecho el ser humano a lo largo de la historia, cuyas ambiciones le han hecho protagonizar incontables guerras contras su congéneres, en ocasiones por razones absurdas y sin sentido. Con es perspectiva, Miura afronta un mundo en el que incluso abocados a un final ineludible, el ser humano tiende a volver a sus esencias en sus aspecto más básico y belicoso. No obstante, en cualquier caso, siempre hay esperanza para la vida y la reconstrucción, siendo ese el mensaje final de una obra que hunde sus raíces tanto en la ciencia ficción como en la fantasía más clásica.
Mi impresión general ha sido bastante satisfactoria. Quizá en un principio me parecía una trama más superflua, pero a medida que he ido avanzando en la lectura, he percibido que los conceptos de Miura transmitían cierto mensaje. La mitología está presente, aunque con un tono propio del manga y ligeramente diferenciado con respecto a obras más occidentales. Siempre he visto Berserk como una visión japonesa de la fantasía heroica, con un acercamiento más propio del trabajo de autor o de la BD europea, a pesar de tener elementos que lo diferencian, obviamente. Aquí ocurre un poco lo mismo, ya que Miura trabaja con un concepto propio de la mitología como son los gigantes, pero también utiliza al Imperio como un reflejo de la antigua Roma. El propio personaje tiene un pasado como gladiador y esclavo, donde los luchadores híbridos entre humanos y bestias pelean a muerte ofreciendo un espectáculo de sangre y arena. Sin embargo, la inclusión de Prome, entra más en consonancia con un ser mágico, conectado con la propia Gaia, y con poderes que nos acercan a la fantasía. Incluso me atrevería decir que tiene un aire élfico, si eso es posible.
En el apartado gráfico, Miura está a un nivel sorprendente. Su habitual trazo recargado y su narrativa espectacular están muy presentes aquí. A eso habría que sumar una imaginación apabullante a la hora de plasmar personajes y escenarios, con unos diseños que están a caballo entre el terror gótico, la fantasía y la ciencia ficción. Una amalgama de conceptos muy bien avenida que cobra forma en Gigantomaquia, una historia de vida en un mundo de muerte.