He leído
Capitán América: Funeral por América.
Concluyo la lectura de esta etapa tras mi
anterior comentario.
Por fin he podido leer el volumen que supone la recuperación de algunos cómics inéditos en nuestro país hasta que Panini ha realizado el loable esfuerzo de recuperarlos, dando por finalizado tanto el tercer volumen de la cabecera protagonizada por el Capitán América como la etapa orquestada por Dan Jurgens, destacando su faceta de autor completo, con el apoyo del entintador Bob Layton. En líneas generales no ha estado mal del todo, pero podría decirse que ha ido en una trayectoria descendente hasta su fase final. El recopilatorio comienza con la que podríamos considerar el último arco argumental, quizá lo más interesante y entretenido de este tomo, donde Jurgens realiza un verdadero ejercicio de continuidad, recuperando una trama tan olvidada como el rapto del Heliotransporte de Shield por parte del villano Cráneo Rojo, así como algunos aspectos del pasado del Capitán América y el propio Universo Marvel. En unos tiempos en los que este tipo de prácticas cada vez están más en desuso, se agradece la intención, además de que nos deja una trama con cierto sabor clásico, algo que se acrecienta exponencialmente gracias a las tintas de Layton. A pesar de que no podemos decir que sea uno de los mejores trabajos de ambos artistas, gráficamente está bastante bien y me parece disfrutable.
En el apartado argumental, Jurgens opta por tratar temas como la xenofobia a través de la figura de Cráneo Rojo y su aliado,
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en una trama cuya principal característica es el recurso narrativo empleado. El guionista juega con diferentes momentos en el tiempo para crear cierta intriga sobre el protagonista de un funeral que reúne a gran parte de la plana mayor del Universo Marvel. Además, esta fase final de Jurgen en la colección marca una tendencia que se repite, mirando constantemente al pasado y explotando al máximo posible la conexión del protagonista con la Segunda Guerra Mundial. Admito que la idílica visión del sueño americano a veces me parece demasiado idílica, aunque creo que no es más que una escusa para ahondar sobre la libertad de expresión o valores tan importantes como la igualdad. No cabe la menor duda que un personaje como el Capi es un abanderado no solo de su propio país, sino también de esa búsqueda eterna de que nadie sea rechazado por su origen, raza o credo. A través de una historia bastante dinámica que tiene de invitado de excepción a Furia, Namor o la Agente 13, tenemos una saga en la que se respira la esencia más puras del capitán América, y con cierto regusto clásico. No obstante, la reutilización constante del perfil nazi como enemigo de la libertad, o el papel de viejos villanos en papeles recurrentes, provoca que pierda algo de fuerza y acabe resultando un poco manida en ocasiones. No está mal del todo, pero sigo viendo cierto agotamiento de ideas en el autor en su fase final de la etapa.
Cabe destacar el requiebro final del argumento, para sorprendernos con le funeral a
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que a tenor de todo lo acontecido en décadas posteriores pierde mucho impacto y no transmite a penas nada. De hecho, ver en las escenas finales a una hermana suya de la que nunca jamás se ha sabido tampoco ayuda especialmente. Es una pena, porque se ve que hay un intenso esfuerzo por hacer algo ligeramente diferente, añadiendo esa forma narrativa propia de una serie de televisión, pero es lo que tiene estar suscrita a un hecho concreto y en un momento determinado del a historia del Universo Marvel que ha cambiado tanto en la última década. A partir de ahí el tomo es una sucesión de contenidos muy irregulares, que vuelven a tener con mayor o menor acierto la vista dirigida hacia la Segunda Guerra Mundial y los nazis. Casi como si fuese algo que no se ha terminado de solucionar, y no hubiese otras ideas que aportar al personaje y su colección. Llegados a cierto punto esto provoca cierto cansancio, por lo que la experiencia lectora se resiente un poco, dando la sensación de que la última página no llega nunca.
Primero tenemos un anual que sirve para contar una historia jamás contada de los Invasores, de nuevo con la presencia de Cráneo Rojo, esta vez acompañado de la Mujer Guerrera. También tenemos un invitado muy especial, George W. Bush, que protagoniza una escena en la que me ha costado reconocerlo, ofreciendo su cara más amable. Me ha parecido ver a Jurgens particularmente blando con este expresidente, al que yo siempre asocio su paso por la Casa Blanca de manera muy diferente a la que se puede apreciar en estas páginas. La historia en sí no está mal del todo como curiosidad, aunque recicle conceptos de manera constante. Pero su gran problema radica en el baile de dibujantes, que a mi modo de ver no le sienta demasiado bien. En segunda instancia tenemos el episodio final de la etapa de Jurgens, aunque escribiría el especial número 50 también, sobre todo por que se dedica a cerrar algunos aspectos de su etapa como la relación de Steve con Connie Ferrari, la cual ha tenido un papel tan importante durante la estancia del artista en la serie. Además, sirve de punto de partida para lo que supondría una nueva fase en la relación con Sharon Carter, que se quedaría en un estado algo ambiguo por el momento.
Finalizamos con el gigantesco especial que celebra el número 50 del título, y que si no me falla la memoria sería le último de este volumen. La verdad es que para ser un episodio final en muchos de sus aspectos tiene una extraña estructura al estar compuesto de diferentes historias. La primera de ellas con motivo del mes mudo no tiene diálogos, pero no deja de ser otro tributo a la esencia del personaje, esta vez en calidad de espíritu navideño. Después tenemos un homenaje ne toda regla a la trayectoria del Centinela de la Libertad, con la presencia de algunos de sus autores más importantes, llegando incluso a alguno a imitar a Jack Kirby, para que también estuviese presente. El tema central es esa relación entre Steve y Sharon, que gira en torno a cual es la identidad predominante del héroe. De nuevo inunda esta colección el sabor clásico, quizá por última vez en mucho tiempo. Continuamos con más homenajes y recuerdos a la Gran Guerra para acabar en una historia donde
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Si el desenlace en sí mismo me parece indigno de lo que se quiere contar, quizá lo peor es que no tuviese ningún tipo de repercusión posterior, olvidándose totalmente lo aquí ocurrido para empezar un nuevo volumen sin resolver de un modo u otro lo que aquí ocurre. A mí no me ha impactado en ningún momento por muchos motivos, pero creo que el principal es que la escena por sí sola no transmite nada y es bastante apresurada en muchos aspectos. Me ha dejado bastante frío en cuanto a nivel de emociones, cuando esto es algo que precisamente su principal función es llegar al corazón de lector. No sé con que intenciones se llegó a permitir semejante conclusión a la etapa de Jurgens, pero desde luego fue un final agridulce muy mal desarrollado. A partir de ahí, tenemos varios especiales tratando el tema que acabamos de ver y su impacto en algunos estratos de la sociedad y en muchos héroes del Universo Marvel. Esta última historia me ha parecido especialmente pesada, en una sucesión de viñetas que cuentan una historia en sí misma, lo cual tiene su mérito, pero como lectura no termina de funcionar. Me ha recordado mucho a la historia oral de los Vengadores de Bendis, que a mí me dejó la misma sensación, con la diferencia de que esto son menos páginas.
En definitiva, un tomo muy irregular, que pone punto y final a una etapa que empezó bien, pero que fue en un descenso continuo. Sinceramente, esperaba un poco más de Jurgens, al que considero uno de esos autores de oficio y que como poco suelen al menos entretener al lector. Aquí lo consigue a medias. Capta muy bien la esencia del personaje, se nota que hay ciertas similitudes con Superman, al que conoce bastante bien, pero le ha faltado algo más de originalidad y no centrarse constántemente sobre un tema tan recurrente como el odio y el racismo, así como su mirada al pasado, que no le ha permitido girar la cabeza hacia el presente y el futuro.