Bendis se sale últimamente.
No es que se salga, es que directamente escribe por escribir. Y la culpa es de su propio éxito.
1) En su momento lo petó en ventas con sus Nuevos Vengadores. Y contó lo que quería contar, a su manera, en sus propios términos. Hay a quien le horrorizó y hay a quien nos gustó, pero hizo lo que quería hacer. Una vez terminado Asedio y su periplo en la colección que él mismo había creado, admitió que se hacía con las riendas del relanzamiento de Los Vengadores porque se lo habían pedido, lo cual me parece un sinónimo de que no sabía que contar (y joder, si hubiese tenido algo que contar lo habría contado antes, que entre pitos y flautas tuvo más de cien números para dar forma a sus ideas).
2) Como ya tenía la vitola de ser el escritor que más ventas auguraba en Marvel (y oye, es que Los Vengadores en sus manos se convirtieron en un filón), era el más indicado para intentar revitalizar la franquicia mutante y para romperla con unos Guardianes de la Galaxia que con el anuncio de su futura e inesperada película por cojones tenían que tener una serie en el mercado a pesar de que los artífices de su popularidad se habían encargado de dejar el chiringuito cerrado e incluso habían tirado la llave (al Cancerverso, de hecho). Con La Patrulla-X tuvo una buena idea y un dibujante y un colorista cojonudos, pero la gracia daba para una docena de números y poco más, y hubo que estirar la trama hasta el ridículo; y el que le metieran en medio un crossover como La Batalla del Átomo en el que tuvo que adelantar tramas (esa Hermandad futura, con la que más adelante sí que contaría lo que quería contar pero ya siendo redundante) no ayudó en absoluto, terminando su etapa con un último arco de relleno y sin alcanzar un final natural.
Lo de Guardianes fue más chungo todavía, porque quedaba claro que ni sabía qué contar con ellos ni conocía siquiera a los personajes. Y así, su etapa terminó por ser una sitcom de historias de uno o dos números que no tenían nada interesante que aportar y que no llevaban a ninguna parte más allá de cubrir la cuota de tener en las tiendas de cómic una serie regular de la nueva franquicia de moda. Curiosamente, lo único relevante de su etapa (aparte de reciclar de su Ultimate Spiderman la idea de Kitty Pryde como interés romántico, esta vez de una forma bastante forzada) fue la explicación de lo que había ocurrido en el Cancerverso, un marrón al que tuvo que enfrentarse y del que no salió tan mal parado como cabía esperar (aunque la cagó con Gamora, torpeza supina del editor de turno), si bien es cierto que tuvo más de un año para preparar la historia y buscar una explicación para salir del atolladero en el que se había metido incluso antes de que saliera el primer número. Y parece ser que así sigue el tema, con una colección que tiene que estar en las tiendas, con un escritor capaz de asegurar que no haya que cancelarla pero sin ninguna esperanza de que haya en sus páginas algo mínimamente interesante que llevarse a los ojos.
La conclusión que saco es que tal vez Bendis debería escribir algo que realmente le apetezca escribir y donde tenga algo que contar, en lugar de limitarse a cumplir el encargo mes tras mes.
Es que incluso Powers o Ultimate Spiderman, que son sus series y donde sí que podía hacer lo que quisiera y como quisiera, hace tiempo que se perdió la esencia de todo aquello que las había convertido en dos de las obras más destacadas de su bibliografía.
Que oye, que a mí el estilo de Bendis me mola y creo que no es ningún secreto precisamente, pero es que el tío lleva años con el piloto automático puesto.