He leído Supreme: El retorno Nº 1-5.
Como comentaba anteriormente, la publicación en España de la etapa de Supreme escrita por Alan Moore estuvo rodeada de ciertas vicisitudes editoriales, por lo que su segunda parte recaló en las manos de Recerca editorial. En este bloque, cada entrega incluye dos números americanos, concluyendo el primer volumen de la cabecera original y los seis primeros del segundo. Según parece Recerca tuvo tratos con Liefeld, llegando incluso a perder dinero antes de conseguir publicar estos tebeos, y algo similar paso en la editorial estadounidense, donde Moore también tuvo problemas para cobrara, así como Rick Veitch. La bancarrota de la compañía de Rob provocó la cancelación de la serie que tiene un final algo abrupto, quedando inédito algunos argumentos ya esbozados por Moore para los siguientes números, así como ideas para aproximadamente dos años más. No obstante, todos estos percances no suponen un obstáculo para poder disfrutar de otro de los grande s trabajos del guionista británico, en el que vuelve a demostrar su cariño por los superhéroes, utilizando como modelo el arquetipo de Superman.
Dentro de los trabajos de Moore en el género, este es sin duda el tercero más importantes. Después de mostrar una evolución en el género con Miracleman, del que beberían durante décadas los guionistas de superhéroes, realizó la descostrucción del héroe en Watchmen y más tarde, bajo un enfoque totalmente diferente de ambas obras llego su homenaje particular al género. Y ahí es donde radica la grandeza de este autor, capaz de abordar el género desde tres puntos de vista tan diferente, pero con una maestría sin igual. Supreme es ante todo un homenaje, como creo haber dejado claro en mis comentarios de la primera parte de la etapa. Aquí, Moore continúa utilizando la mitología de Superman, pero va un paso más allá en su tono referencial, cerrando con un claro homenaje no solo a los superhéroes, sino a uno de sus grandes impulsores en el cómic mundial en este género: Jack Kirby. Sin embargo, eso es solo la superficie, ya que el barbudo de Northampton utiliza esta fase de su etapa para profundizar en algunos aspectos como la continuidad, el multiverso, los viajes en el tiempo y en definitiva el origen de las ideas. Ese es es principalmente su mensaje, utilizando el metalenguaje en muchas ocasiones, así como una interesante reflexión que incluye la ruptura de la cuarta pared, y con recursos que el propio Morrison utiliza en El Multiverso, con un cómic dentro de un cómic. Desde luego, la influencia de Moore en el escocés a lo largo de su carrera se hace aquí más patente si cabe.
En esta parte de la etapa, Moore deja a un lado las grandes sagas para centrarse en historias más o menos autoconclusivas, aunque todas tiene el denominador común de contribuir a una historia que conforma un tapiz mayor en el crisol de las ideas y la concepción de la fantasía dentro del género superheroico. Hasta el momento las referencias se circunscribían al universo de Superman y al de su propia editorial, pero ahora traspasan fronteras de todo tipo, por lo que si somos observadores veremos como hay presencias de todo tipo en las esquinas de las viñetas, incluyendo a famosos personajes de Marvel, sobre todo en el capítulo final, con la presencia incluso del Rey y sus creaciones. Desde el primer número tenemos a un Moore desatado con el enfrentamiento de Supreme con su viejo enemigo Szazs, una versión de un reconocible antagonista del Hombre de Acero de nombre de difícil pronunciación y de procedencia de otra dimensión. Todo esto no es más que un vehículo para romper la cuarta pared y mostrar como el contenido de un cómic es la solución para una pelea. Recordad los que hayáis leído El Multiverso de Morrison, como la idea del escocés es muy similar a lo que vemos aquí.
Moore también aprovecha para seguir construyendo ladrillo a ladrillo el pasado y el presente del Universo de ficción de la compañía de Liefeld, haciendo mención a la historia del juicio, que realizó con el propio dibujante, la cual es coetánea a esta serie. Además, continúan los flashback a cargo de Rick Veitch, que consigue calcar el estilo clásico de los cómics de los cincuenta, ahondando en esa historia que Moore pretende crear como si realmente hubiese existido siempre. Otro de los aspectos destacables es como soluciona lo de la boda de la primera novia del personaje, Judy Jordan, para dejar paso al nuevo interés romántico de Supreme, el cual se va desarrollando al o largo de estos números, con la guionista y compañera de trabajo Diana Dane. Como curiosidad, tenemos uno de los extras en los que se ve parte de la historia de Judy Jordan redibujada por la compañera sentimental en aquel momento de Moore, la dibujante de Lost Girl, que por cierto, a mí no me acaba de convencer su estilo, la verdad.
Supreme se enfrentará a algunos de su enemigos más importantes, se reunirá de nuevo con la Liga del Infinito, de la cual vemos historias de complemento al más puro estilo del serial que protagonizó su homologo deceita en Adventure Comics. Los viajes al futuro y al pasado son muy importantes, llegando incluso a ser partícipes de un hecho histórico como es la muerte de Bill Wild Hickok. Incluso el perro tendrá su protagonismo, en una divertida historia que muestra lo que sucede cuando un animal con superpoderes conoce el sexo. Y es Moore no solo tiene espacio para las reflexiones sobre el medio o el género sino que da cabida también al humor más descarnado, en una combinación de géneros que nos lleva a uno de los homenajes con más cariño que yo he leído hacia los superhéroes. No solo desde el respeto y la admiración por autores como Kirby, sino con inteligencia hacia el lector y con un tratamiento sólido de los personajes y las tramas, que en la mayoría de las ocasiones nos llevan a una doble lectura. Supreme es tan superficial como quiera el lector que sea, ya que a poco que profundices van surgiendo diferentes capas de lectura que muestran distintos enfoques del autor. Realmente es una lectura sencilla y accesible como pocas del autor, pero también construye sobre la sencillez algo mucho más grande y profundo de lo que uno puede llegar a esperar. es decir, el homenaje al arquetipo del superhéroe , tomando la figura de Superman como modelo, pero también bebiendo del propio origen de todo que no es otro que la novela de Philip Wylie, Gladiator. De hecho, en la parte final nombra a los verdaderos padres del género y de ciertos arquetipos, como a Gibsons y a Moultons. En definitiva, una autentica joya que termina con un magnífico episodio homenaje a Kirby y todas sus creaciones, donde se puede dejar entrever cual es la meta de esta obra: la creación de la fantasía y el origen de las ideas; a través de una conversación con el propio Rey que no tiene desperdició. Sin duda alguna, un magnífico colofón a una obra que merece estar en lo más alto de la trayectoria de Moore dentro del género.
Realmente, el único lastre de toda esta etapa, como en la mayoría de los trabajos de Moore en colabora ión con Liefeld es el dibujo, a pesar de que veremos por estas páginas a autores como Chris Sprouse, Gil Kane O Jim Starlin, que nos cuela a Pip el Troll y a alguna otra de sus creaciones. Me ha extrañado no ver a Thanos... Mientras Rick Veitch lo hace fenomenal en su mirada en retrospectiva, Ian Churchill y otros imprimen un estilo noventero que no termina de encajar con el tono reflexivo de una obra que pese a su simplicidad encierra mucho más de lo que aparenta. No quiero ni pensar que hubiese pasado de tener aquí a plena potencia a un Dave Gibbons, un Alan Davis o algún otro artista británico de gran talento, en lugar de la camarilla de Liefeld, que ya tenemos bastante con aguantarlos en las portadas. Entre los extras se incluye un artículo sobre la figura de Rob, que parecía querer resaltar sus virtudes, hasta que he visto que estaba firmada por uno de ADLO, lo cual me indica que todo debería tener un segundo sentido. Otros contenidos incluyen bocetos, la tira de prensa que ya publicó Norma, o una serie de relatos cortos de esos que Moore preparaba como complemento y que simulaban historias de un pasado que nunca ocurrió, pero que pretendía que fuese una realidad tras terminar su trabajo en la serie. Una edición de un gran obra que busca ser económica, más o menos teniendo en cuenta que es una editorial pequeña y no con muchos recursos, pero que demuestra que no todo tiene porque llegar al lector en tapa dura y con ribetes de oro, aunque sea algo de la calidad habitual de uno de los grandes maestros del cómic: Alan Moore. Bienvenidos al principio del fin de Supreme; la historia jamás contada de Superman, pero sin Superman. No puede faltar en vuestras bibliotecas. La revolución del género desde el cariño y el respeto. Todos deberían tomar nota del barbudo para escribir sobre superhéroes.