Palomar el 2 de mayo, por empezar por todo lo alto
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Chelo podría contaros cada historia… Como comadrona ha traído más de cien niños al pequeño pueblo de Palomar, donde las pasiones brotan, crecen y se modifican con la fuerza de los huracanes.
El nacimiento de la amistad, las complicaciones del amor, la dicha efímera del sexo y la costumbre de los lazos sanguíneos. Todo cabe y todo tiene lugar en este lugar perdido que da cobijo y sentido a las vidas de sus habitantes. Manuel, Pipo, Ofelia, Carmen, Gato, Heraclio, Vicente, Soledad, Tonantzín, Martín el loco o la voluptuosa Luba, quien apenas ha llegado al pueblo pero Chelo ya quiere que se vaya.
Los días transcurren más o menos tranquilos y los años pasan en el pequeño pueblo de Palomar, donde las pasiones son fuego, arrebato y melancolía.
Recogen estas páginas la primera tanda cronológica de historietas que Beto Hernandez localizó en el espacio mítico de Palomar, localizado en algún lugar de Centroamérica, al otro lado de la frontera de los Estados Unidos, donde un puñado de mujeres y hombres memorables gozan, penan, desfallecen o resisten según la meteorología, la circunstancia y las vicisitudes.
Encumbrada como una de las grandes obras del tebeo contemporáneo y celebrada por lectores de tres generaciones, la saga de Palomar es, por méritos continuados, un clásico moderno que en su lectura fluye con las propiedades adictivas del culebrón sentimental, el corazón enorme de la genuina literatura de personajes y un sentido del humor brujo y cargado de espera