No sabía que Geoff Johns había escrito "Campo de sueños".
En plena lectura de "El origen de Superman", no puedo decir que haya nada malo en la forma de enfocar la historia, pero tampoco que la misma sea ninguna innovación ni me despierte más interés que cualquier película de Manolo Escobar.
Amable, convencional, políticamente correcto.
Ese Superman que juega a Gregory Peck, jugando a ser Steve Urkell. Esa veneración paleta a los pueblos de la américa media, con sus campos de maíz interminables, sus amables granjeros, su sabiduría de toda la vida, su corazón del país...me aburre profundamente esta visión autoindulgente de la américa profunda, como si fuera la salvación y el verdadero corazón de América, en contra posición a las grandes ciudades, llenas de alimañas y de parásitos. Me resulta cansino. Personajes como Pa y Ma Kent quedaron obsoletos y desfasados hace décadas. No hablemos de la xenofobia, el atraso intelectual, el dogma teológico, la cerrazón científica, y demás deficencias de este tipo de entornos. ¿Para qué? Eso podría resultar realista, e incluso interesante. Es mejor ser inane, aburrido, argradable. Perpetuar estereotipos vistos mil veces. El mismo concepto de Superman en su vertiente pura y dura, uniendo mitología y estos valores americanos idealizados -y por supuesto ficticios- quedó desfasado hace mucho.
Clark es bueno hasta la extenuación, el perfecto caballero. Una magnífica copia del mejor James Stewart con o sin espada, comprimido en un personaje simple y brillante -en el sentido de perfecto-, reluciente en todos sus pequeños recovecos.
Como dice Goyer en el prólogo
"es casi imposible hacer una historia magnífica y ACTUAL de Superman. Para empezar puede hacer cualquier cosa, y no es alguien con quien el lector pueda identificarse fácilmente".Más allá de su adopción y los breves retazos de aislamiento, ¿cual es el drama de este personaje? ¿Cual es su gran historia en este cómic?
Leyendo este tipo de cosas, me doy cuenta que la definición de superhéroe como tal, como fue concebida, me da retortijones de lo básica e infantiloide que es. La moraleja ética apenas da para un capítulo de los Brady.
Con esto, sigo pensando que el mejor Superman que he leído en mi vida, fue ese que guionizó Joe Michael Stracinszcy, y que resulta que se llama Hiperion.
He ahí un alienígena real, con un gobierno real, unos padres adoptivos reales, y un drama existencial real.
Para todo lo demás; Superman.
Como leí una vez en un artículo; "es bonito pensar que existe algo como Superman". Dormir bien, pensar que los buenos ganan, que hay algo más grande. Esas cosas.
Yo soy ateo -y cada vez más-, así que ese rollo no me va nada.
No me gustan los edulcorantes artificiales, ni en ficción. Prefiero lidiar con la parte mala de la vida.
Ojo, una vez se acepta lo que es, el cómic no es malo. Christopher Reeve ha vuelto, y trae a Marlon Brando con él. Gary Frank hace un gran trabajo a los lápices. Y Johns no escribe mal la historia que elige contar. Creo que de todas formas, no sería capaz de hacer un cómic diferente, distinto, que revolucionara aunque fuese un ápice lo que es el cómic de Super. Que está tan alejado de revolucionar nada, como pudiera estarlo Roy Thomas o Busiek en Marvel.
Pero la continuidad, el perpetuar y seguir los mismos patrones que han hechos cientos antes que él, no lo hace mal.
Es curioso, que en esta historia, y en general en los cómics de Superman (como el magnífico All-Star de Gran Morrison), el personaje por el que acabe sintiendo más empatía sea Lex Luthor. Y eso que aquí es un mal bicho sin un solo matiz, pero el tratamiento del personaje (zafio y simplista por parte de Johns, como de costumbres) deja entrever una serie de cualidades.
Si te quedas en la superficie, Luthor es satanás, el ateo definitivo, no cree ("los milagros no existen") en nada que escape a su entendimiento, en la buena intención de las personas, es malo, malo, malo, y representa la avaricia y la codicia del ser humano.
Peeeeeeero, he aquí que Lex Luthor es en realidad un personaje mucho más interesante de lo que Johns nos quiere hacer creer -dudo seriamente de que fuera capaz de otra cosa tangencialmente distinta-.
¿Qué es Luthor?
Narcisista hasta el extremo, sí.
Megalómano y egoísta, también.
Envidioso y ambicioso, claro.
Pero es más que todo eso. Luthor es un humanista. Es un renacentista.
Luthor no cree en dios. Ni en el diablo. No cree en nada que el hombre no pueda conseguir.
En una mentalidad así, la aparición de una persona como Superman es una hecatombe. Lex juega el papel de Santo Tomás, de Judás. Él no cree en Superman. No acepta que el hombre no esté solo (en el sentido teológico) que haya algo más. Que existan ideas como el bien encarnado.
No soporta cómo le hace sentir. Allí dónde él solo quiere ser querido e idolatrado, actuando de manera falsa ante los demás, existe un ser que parece ser bondadoso hasta el vómito. Sin buscar nunca un beneficio. Sin equivocarse nunca -el Superman de Injustice, por ejemplo, jamás entraría en continuidad, obviamente-.
Lex Luthor teme a dios. Y a la vez, desea convertirse en él.
Como he dicho; gran personaje.
En manos de una mente afilada, como la de Morrison, da muchísimo de sí.
En las de Johns, el tratamiento se vuelve maniqueo, y aunque acota bien sus principales características, lo deshumaniza. Lo demonifica. Cuando la intención debería ser toda la contraria; el lector debería abordar a Superman, desde los ojos de Luthor.
Y ese es Lex; el mayor ateo del mundo del cómic. No es moco de pavo teniendo en cuenta la imposición religiosa que sufren los ciudadanos americanos, allá dónde ser ateo, es como decir que perteneces a una "Minoría incómoda" aquí. Elegid la que queráis (prácticamente equivale a simpatizante de un grupo terrorista).
Sí destacó como acertados los acercamientos a la batalla de medios que mantiene el Daily Planet con el empresario corrupto y absolutista, o los guiños a las primeras portadas de Superman en las fotos de Olsen.
Pero el motivo por el que "el buen rollo" y la simpleza bonachona, no terminan de cuajar, es tan sencillo de explicar como esto:
Coge a Peter Parker, y quítale todos sus dilemas morales, sus complejos, sus problemas personales de tipo cualquiera, su empatía, su cercanía al lector, su capacidad para sentirse verdaderamente incomprendido y repudiado. Quita a Peter todo trasfondo, multiplica sus poderes a límites absurdos, y tendrás a Superman.
Peter Parker es el verdadero superhéroe. Es el tío majo que podría existir. El tirillas que podría darlo todo por ti, por salvarte la vida, aun sin conocerte.
Clark Kent es una parabola con patas. Tan real como cualquier titular de El Mundo. La benevolencia de un dios que no participa en los asuntos de los hombres, hecho carne.
Me encanta la reflexión que conlleva este personaje (el tema es apasionante).
Aborrezco profundamente el enfoque con el que se lo suele presentar (exponiendo esto como una virtud absoluta de amor eterno, en lugar de como un problema teológico).
En fin. No todos pueden ser Grant Morrison, eso seguro.